El Santander pagará 13.400 millones por el Abbey
El banco español canjeará una acción nueva por cada una del británico, que dará dividendo extra
Emilio Botín, presidente del Banco Santander, no podía ocultar la euforia. Con un gesto característico, abrió los brazos ante los fotógrafos y salió retratado con una noria al fondo como si copara el mundo. Estaba allí, en la sede de Goldman Sachs en Londres (la antigua ubicación de The Daily Telegraph en Fleet Street), para presentar la primera operación transfronteriza de la UE, la compra del Abbey. El primer banco español adquiere el sexto del Reino Unido y se convierte en el cuarto del área y el octavo del mundo por valor bursátil.
Una operación "con la que entrar en el mercado británico, uno de los más rentables y más abiertos de Europa" y con la intención de "modernizarlo y ponerlo a competir".
El Santander pagará una acción propia por cada título del Abbey, cuyos accionistas recibirán además un dividendo extraordinario de 25 peniques. La entidad española realizará para ello una ampliación de capital de 1.475 millones de acciones (en torno al 30% del total actual). El valor de la operación alcanza los 13.400 millones si se compara con la cotización del Abbey de los últimos tres meses y de 12.800 con respecto al pasado jueves. Esto significa que los accionistas del Abbey recibirán una prima que va del 17,3% al 28,6% y que casi un 96% de la operación se paga en acciones. Ayer el Abbey valía en bolsa 12.445 millones de euros. Si la cotización sube por encima de los 8,7 euros antes de que se cierre el canje, la entidad será más cara y si baja a Botín le saldrá más barata su primera aventura europea.
Recompra de acciones
Además de los 25 peniques citados, los 1,8 millones de acciones del Abbey -de los cuales 1,75 tienen menos de 1.000 acciones- recibirán un dividendo ordinario de 6 peniques ya comprometido. La operación se remata con otra guinda: para evitar que el beneficio por acciones caíga tras la absorción, el Santander ha anunciado que recomprará el 4% de su capital, con lo que los títulos no se verán perjudicados en 2005 y, según los planes, serán más rentables desde 2006.
El tamaño de la operación impresiona. Entre el Santander y el Abbey suman unos activos de más de 615.000 millones de euros, una cifra no muy lejana del PIB español de este año (754.000 millones), y les sitúa entre las 10 mayores entidades del mundo en esta clasificación por activos. Además, para el Santander supone controlar el 11% de cuota del mercado hipotecario británico y codearse con su socio el Royal Bank of Scotland, que está abierto a colaborar en esta operación activamente, según el banco español.
Preguntado por la reacción del BBVA, al que puede acabar triplicando en tamaño, Botín, fiel al espíritu guerrero de Sun Tsu, respondió: "El Santander siempre se adelanta" en la batalla. "Otros bancos europeos nos seguirán", añadió. Según el primer ejecutivo del Abbey, Luqman Arnold, las dos causas judiciales abiertas contra Botín en España "no han sido un obstáculo para cerrar esta compra". "Ni siquiera se han tratado", afirmó.
"A partir de ahora los ejecutivos del banco van a trabajar duro para explicar las bondades de la compra", comentó Botín. El plan comenzó ayer y seguirá con 14 presentaciones en Estados Unidos y Europa hasta el 5 de agosto. En septiembre, el consejo del Abbey presentará los documentos a los accionistas para que conozcan los detalles. A finales de ese mes se celebrará la junta del Santander para aprobar la ampliación de capital, y en octubre la del Abbey. Si el 75% de los derechos de voto apoyan la operación, el Santander se podrá hacer con el 100% de la entidad británica. A finales de ese mes deberá también recibir la aprobación de las autoridades regulatorias británicas y antes de final de año de las españolas, de manera que se hará efectiva en diciembre.
Tanto Botín como Alfredo Sáenz, vicepresidente y consejero delegado del Santander, reconocieron que la compra del Abbey supone dos retos importantes. El primero es convencer a los accionistas del Abbey de que cambien los títulos de una entidad señera, con más de 150 años de historia (nació en 1846), por los de un banco poco conocido en el Reino Unido, que no cotiza en Londres y que no piensa hacerlo en el futuro. Sáenz, y posteriormente Francisco Gómez Roldán, director financiero, insistieron en que pagarán siempre los dividendos en libras y que facilitarán que las oficinas del Abbey sean lugar de fácil canje de las acciones. Precisamente, éste es uno de los flancos abiertos de la operación, porque puede llegar otra entidad (en Londres se habla con insistencia de Citibank y no se descarta al HSBC) con una oferta superior. "Es una circunstancia que puede ocurrir, pero estaremos preparados", enfatizó Botín.
El segundo reto es implantar la cultura comercial y la tecnología del Santander en el Abbey sin paralizar el banco, cuestión que el grupo tiene centralizada en Banesto. Tanto Botín como Sáenz no tuvieron reparos en calificar a Abbey de "entidad que está muy por debajo de sus competidores", en presencia del presidente, Lord Burns, y del consejero delegado, Luqman Arnold. Éste último demostró que cuenta con todo su apoyo para implantar su estrategia, algo que será fundamental.
De hecho, la débil situación de Abbey exige invertir 2.100 millones en los planes de pensiones de la plantilla, reforzar la valoración de la cartera de seguros y en asegurar las coberturas de los activos. Pero la rentabilidad sólo llegará si la plantilla del Abbey, de la que se especula que puede tener excedentes superiores a los 1.000 empleados, se adapta a los sistemas tecnológicos y se transforma en una máquina comercial de vender productos. La oficina media tiene 17 empleados frente a los seis del Santander. Si los planes se cumplen, el banco ha prometido que obtendrá ahorros de costes por 450 millones y mayores ingresos por 110 millones dentro de tres años.
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