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Carta abierta a Jaume Matas

Bartolomé March donó en 1986 a la Fundación que lleva su nombre, en Palma de Mallorca, un espléndido óleo de Francisco de Goya, La condesa de Osuna-duquesa de Benavente. Pintado en 1785 y celebrado por el crítico Robert Hugues como "uno de los más extraordinarios retratos de toda la carrera de su autor".

Aunque la cumplimentó con la debida escritura pública y acta notarial, Bartolomé March quiso "atornillar" esta importante donación mediante una carta dirigida, un año después, a los responsables del Gobierno balear. Ratificando en un breve y preciso escrito el carácter irreversible que daba a tan generosa donación.

Desde ese momento, el óleo estuvo expuesto en las dependencias del Palau March, sede de la Fundación, a merced de la curiosa mirada de cuantos ciudadanos quedaban atrapados por el aura de Francisco de Goya.

Si el Gobierno balear no interviene, el cuadro de Goya se habrá perdido para siempre
Después del caso del túnel de Sóller empieza un nuevo escándalo político

Durante más de diez años, el óleo fue prestado a diversas instituciones para su exposición pública y convertido en la pieza más ilustre de la Fundación Bartolomé March y del patrimonio artístico mallorquín. Numerosos documentos -correspondencia, actas, transporte, seguros...- permiten seguir la pista de una obra de arte que testificaba por el mundo la existencia de la Fundación Bartolomé March.

Es notable el impacto que tuvo el óleo en la exposición itinerante organizada por el Museo del Prado, el Museum of Fine Arts de Boston y el Metropolitan Museum of Art de Nueva York con el título de Goya and the spirit of enlightenment. Y muy reseñable el modo en que a través de fichas y catálogos se manifestaba una de las más tercas obsesiones de Bartolomé March: "el Goya no es mío; es de la Fundación". Sin embargo, después de su fallecimiento en 1998, el Goya desapareció de la sede de la Fundación.

Las reclamaciones que se ve obligada a realizar la Fundación para elaborar el inventario analítico que reclama la nueva Ley de Fundaciones fueron remitidas una y otra vez, inútilmente. Hasta que el 31 de marzo se interpuso una demanda contra Marita March, la hija de Bartolomé March que lo retiene en su domicilio particular.

Por lo tanto, al juez corresponderá decidir a partir de ahora a quién pertenece en derecho la titularidad del Goya y, en su caso, el modo y la forma en que debe regresar a la sede de la Fundación de la que, según Bartolomé March, nunca debería haber salido.

Como puede imaginarse cualquiera que siga leyendo esta carta abierta a Jaume Matas, la decisión del presidente de la Fundación, Manuel March, al reclamar judicialmente el retorno del Goya, provocó una tremenda crisis entre la Fundación y sus patronos Marita March, Leonor March y dos de sus respectivos hijos. La reacción fue de tal calibre que, aliándose para formar una mayoría suficiente, los miembros del Patronato que retienen en su domicilio importantísimos bienes propiedad de la Fundación, decidieron cesar al presidente y a mí como director. El objetivo era conseguir la legitimidad necesaria para que Marita March, como nueva presidenta, pudiera auto retirarse la demanda presentada por la Fundación contra ella misma.

La junta fue ilegal y ha sido debidamente impugnada en los tribunales, pero previsible desde hace tiempo y temida hasta tal punto que desde diciembre de 2003 se está solicitando infructuosamente al Gobierno autónomo que preside Jaume Matas la intervención judicial de la Fundación.

Se dio el motivo extraordinario necesario para reclamar la tutela judicial y gubernamental. En la reunión del Patronato, convocada por el presidente Manuel March el pasado 12 de diciembre -hace siete meses-, los patronos citados se atrevieron a votar en contra del inventario auténtico de la Fundación. A causa de esta insólita actitud, Manuel March entregó el inventario al Gobierno razonando en un documentado escrito que al quedarse en minoría no podría garantizar la obligada defensa del patrimonio fundacional.

Son numerosos los escritos que advierten, solicitan, sugieren y exigen la urgente intervención del Gobierno basándose en la previsión reglamentada por las leyes y en un principio universal del sentido común: que los patronos decidan por mayoría llevarse a casa los bienes de la Fundación no es algo que deba tolerarse con alegría.

Sin embargo, el Gobierno de Jaume Matas decidió, con pleno conocimiento de causa, inhibirse e ignorar el peligro que desde entonces acecha a tan notable patrimonio mallorquín.

El pasado mes de enero se comunicó al Gobierno balear que el Goya, la conocida tabla de pintura flamenca Tríptico de Biniforani, y otros bienes muebles no se encontraban en la sede de la Fundación. Para gran sorpresa nuestra, la única reacción gubernamental ante la denuncia del más grave atropello cometido jamás contra el patrimonio artístico mallorquín fue un gesto: un lavarse las manos, un encogerse de hombros.

Este clamoroso silencio administrativo nos llevó a exponer la gravedad del caso a la antigua ministra de Cultura, Pilar del Castillo. Ésta se apresuró a dar una alarmada respuesta, pero recalcando que el Gobierno balear tiene transferidas las competencias de protección del patrimonio de las fundaciones. Con ánimo de demostrar la irreprochable solvencia en la administración de la Fundación y para conmover el adormecido sentido de la responsabilidad política de Jaume Matas, la Fundación entregó a su Gobierno la Auditoría realizada por el Censor Jurado de Cuentas. Además de ratificar la impecable transparencia de las cuentas, el auditor señala: "Existe constancia de que algunos bienes de la Fundación han sido retirados por Marita March. Por su valor intrínseco cabe destacar una pintura de Goya titulada La duquesa de Osuna-condesa de Benavente, que es objeto de reclamación judicial sin que hasta la fecha se conozca el desenlace, y una pintura del siglo XVI titulada Tríptico de Biniforani, objeto de reclamación en junta de patronos".

Podemos decir sin temor a equivocarnos que después del caso del túnel de Sóller, del caso Mapau y del caso Bitel -inolvidables escándalos políticos-, Jaume Matas está a punto de estrenar un nuevo caso goyesco. La indiferencia e inhibición de Jaume Matas es tan ofensiva como inexplicable. Negándose a aplicar los supuestos previstos por la Ley de Fundaciones para evitar ilegalidades semejantes, se está poniendo en gravísimo peligro el único Goya que pertenece al patrimonio artístico de la comunidad balear. De hecho, si Jaume Matas no interviene, la Fundación Bartolomé March antes de tres días, el Goya se habrá perdido para siempre.

Basilio Baltasar es director general de la Fundación Bartolomé March, de Palma de Mallorca.

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