"Los conflictos estallan en las ciudades y los nacionalismos no sirven para resolverlos"
"A medianoche del 16 de octubre de 1996, el alcalde [Pasqual Maragall] nos reunió en su despacho. Fue al acabar los actos de celebración del décimo aniversario de la nominación de Barcelona para los Juegos Olímpicos. Esperábamos unas 20.000 personas, pero vinieron 200.000. Ése fue el detonante del Fórum, la constatación de que los barceloneses seguían movilizados". Así explicaba Joan Clos, alcalde de Barcelona, cuál fue el origen de la idea de celebrar el Fórum ante la pregunta de un periodista francés el pasado miércoles en una rueda de prensa celebrada en la Embajada española en París.
El miércoles, a 72 horas del arranque del Fórum, Clos trufaba el congreso fundacional de la organización mundial de ciudades -Ciudades y Gobiernos Locales Unidos (CGLU)- con actos de promoción del acontecimiento en la Embajada española. Entre sesiones del congreso, por ejemplo, acabó cerrando un encuentro con una delegación municipal de la población china de Guangzhou para visitar el territorio del Fórum.
"La ciudad no podía estar sin un gran proyecto. Los necesitamos"
"Hace cinco años no podíamos imaginar la oportunidad de celebrar el encuentro"
Se le nota algo cansado, pero no especialmente nervioso. Le preocupa la seguridad: "Todo se ha cuidado, pero me preocupa". Está convencido de que el acontecimiento puede ser el eje de una nueva discusión, de un cambio de talante. Diversidad cultural, sostenibilidad y condiciones de la paz: "Son los ejes del Fórum que sintetizan los problemas cruciales del mundo. Los conflictos estallan en las ciudades, que es donde las cosas se tocan y se sufren. Por eso, el Fórum es de las ciudades, no de las naciones. Es en las ciudades donde se manifiestan los problemas reales de la convivencia y donde el punto de vista de los nacionalismos no sirve para resolverlos, cualquiera que sea el tipo de nacionalismo", apunta.
Que el Fórum iba a girar sobre las ciudades y sus habitantes fue uno de los puntos de partida del encuentro y una línea que se ha reforzado a medida que se perfilaba el programa. Pese a la oposición de algunas organizaciones mundiales, como la Oficina Internacional de Exposiciones (BIE) -responsable de las exposiciones universales- y de otros poderes más cercanos que prefiere no identificar, Clos asegura que la iniciativa ha cuajado. Ahora hay varias ciudades que se postulan como sucesoras.
"Barcelona no podía estar sin un gran proyecto con un Gobierno central -el del Partido Popular- y el catalán bastante en contra, sobre todo políticamente", afirma, tras pensárselo dos veces. Insiste en que la ciudad históricamente ha tenido que marcarse sus propias metas. "Hemos sufrido una desatención en infraestructuras, pero las cuentas del Ayuntamiento permitían costear el proyecto", añade.
Había otro tipo de razones. Clos se muestra convencido de que el precedente moral del Fórum fue el programa de colaboración que desarrolló Barcelona con la ciudad de Sarajevo tras la guerra, donde se abrió una oficina para encaminar proyectos de reconstrucción como escuelas: "El distrito 11 fue el precedente". Luego vino la cascada de acontecimientos internacionales, el 11-S, la guerra de Afganistán, la guerra de Irak y el 11-M: "Hace cinco años, no podíamos ni imaginar la oportunidad de celebrar ahora el Fórum".
Casi resopla cuando se le pregunta sobre la gestación del encuentro. Reconoce que más de una vez, y de dos, el invento estuvo en el alero. "La firma del consorcio entre las tres administraciones costó un año", recuerda para poner de relieve esas dificultades. Le sabe mal las críticas que recibió Jaume Sodupe, primer consejero delegado, que fue relevado en verano de 2001: "Todos fuimos injustos con él".
Dice que sintió que el Fórum era imparable cuando vio las primeras columnas de la estructura que iba a cubrir la depuradora de aguas. Frente a las críticas que ha recibido- y recibe- la reforma urbanística asociada al acontecimiento, argumenta que es un proyecto de transformación urbana que dará dignidad a una zona antes despreciada. "Es una apuesta arriesgada. Aquí mezclamos y mejoramos las infraestructuras que se echan fuera de la ciudad con arquitectura de primera categoría. No hemos podido acabarlo todo", afirma. ¿Por qué? Se encoge de hombros. A todo no se puede llegar, viene a reconocer.
Si las cuentas de los Juegos fueron afrontadas por la Administración central y el Ayuntamiento, en el caso del Fórum el Consistorio ha tenido que asumir buena parte del gasto: "800 millones de euros en las obras. Ya están pagadas dos terceras partes. Si hubiéramos contado con las inversiones de 1992 hubiésemos podido encarrilar el proyecto del campus universitario", apunta.
El Fórum, que se inició con tres administraciones de signo político distinto -el Partido Popular en el Gobierno central, Convergència i Uniò en la Generalitat y el tripartito en el Ayuntamiento de Barcelona-, acaba con fuerzas de izquierdas en las tres instituciones. Reconoce que tal circunstancia ha pesado en la organización. "Es difícil intentar llevar el agua a tu molino sin molestar, sin que se note". ¿Lo ha conseguido?
Dice que sí.
Declaración de Barcelona
Los organizadores del Fórum no descartaron que se cerrase con algún tipo de declaración de principios, con una Declaración de Barcelona. Luego, esa idea quedó en segundo plano porque, a menudo, ese tipo de pronunciamientos son solemnes pero no sirven mucho. A medida que se han ido sucediendo los episodios de atentados y, sobre todo, con la guerra de Irak sin resolver, parece que del Fórum se espera algo más. Además, se convoca en Barcelona, una de las ciudades reconocidas como más dinámicas en las movilizaciones en favor de la paz.
Clos cree que la ciudad puede ser otro de los polos del debate sobre los efectos de la globalización. Una suerte de Porto Alegre, pero distinto. "Si el Fórum logra atraer a los cinco millones de visitantes que esperamos, será un éxito porque, entre otras cosas, se cumplirán las previsiones. Lo que, por supuesto, está muy bien. Pero eso no puede ser suficiente. Tiene que quedar algo más. Un poso de reflexión. Barcelona puede quedar como referencia de un debate sobre la búsqueda de nuevas fórmulas para resolver los conflictos y mejorar el entendimiento entre las culturas. Para substituir el orden mundial basado en los poderes financieros y otros más oscuros por poderes democráticos", reflexiona el alcalde.
En esa misma línea, el Ayuntamiento de Barcelona emitirá un bando mañana con motivo de la inauguración del Fórum: "Que Barcelona sea el orgullo de los barceloneses y el espejo de todas las ciudades". Ésa es su ambición.
Babelia
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