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Reportaje:LA EXPANSIÓN DE LA INDUSTRIA DE LA LENGUA

El gran desafío del español

Los expertos reclaman acercarse a Latinoamérica y producir tecnología para exportar cultura

La nueva ministra de Cultura, Carmen Calvo, ha hablado de la necesidad imperiosa de potenciar el Instituto Cervantes. Según ha dicho Calvo, José Luis Rodríguez Zapatero es el primer presidente español al que le preocupa la cultura, y el país debe aprovechar eso, entre otras cosas para convertir el idioma en una referencia, los centros del Cervantes en "auténticas embajadas culturales, con más recursos y contenido", y el cuarto centenario del Quijote (2005) en una piedra angular de su política exterior.

Pero más allá de esta declaración genérica, ¿qué medidas concretas pueden ayudar a lograr esos objetivos? La primera, dicen los expertos, es tratar de consolidar la buena salud del idioma.

"No somos los dueños del idioma. Nuestra fuerza, nuestra riqueza y nuestro futuro es América Latina"
En el Reino Unido, los países nórdicos y Alemania, el español es la primera lengua extranjera
"Tan importante o más que enseñar español es aprender otras lenguas"
El director de la RAE sugiere que las sedes académicas americanas se abran al Cervantes
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Según el análisis del director de la Real Academia Española, Víctor García de la Concha, "la globalización tiende a reducir el número de lenguas internacionales de comunicación. Y, para sobrevivir, hay que ser una lengua de uso de gran número de personas, tener un idioma unitario, estar muy presente en las tecnologías y ser una lengua importante en la diplomacia y los foros internacionales. De momento cumplimos las dos primeras condiciones, pero hay que fortalecer la segunda y considerar las otras dos como el reto del futuro".

Los últimos datos del Instituto Cervantes (IC) invitan al optimismo. La pasión por la lengua del territorio de La Mancha ha crecido en los últimos ocho o diez años a un ritmo alegre. Si en el curso 95-96 había 26.878 alumnos matriculados en los centros del IC, en 2002-2003 hubo 81.689; y en esos años se formó a 400.000 alumnos y a 40.000 profesores.

Parece, además, un interés global: en el Reino Unido, en 1992, había matriculadas en los centros del IC 1.538 personas; en 2002 son 10.344. En Alemania, la cifra se multiplica por 10: 1.106 en 1992 por 11.492 en 2002. Italia crece menos: de 1.374 a 2.924. Marruecos sube espectacularmente, de 2.907 a 7.826. Y en Estados Unidos se pasó de las 1.296 matrículas de 1996 a las 4.538 de 2002.

Pero la impresión general es que la labor del Cervantes como "academia de idiomas" no puede dar mucho más de sí. Con sólo 40 centros "no es posible llegar físicamente a todos los lugares donde hay gente que quiere aprender español", dice José Antonio Millán, lingüista y creador del Centro Virtual Cervantes (CVC), la página web que da clases a través de Internet desde 1997, y que en 2003 ha tenido 600.000 visitas.

Pero ese dato indica que no todo es cuestión de dinero. En 2004, el IC ha tenido un presupuesto de 60 millones de euros, frente a los 26,8 millones que tenía en 1996 (un 124% más), y desde 1996 ha abierto el CVC 13 centros físicos nuevos (hay cuatro más listos para inaugurar) y ocho aulas Cervantes, de documentación y apoyo a hispanistas, de las que abrirá tres más en universidades extranjeras.

Aunque no todo depende directamente del Cervantes. En Francia, un 60% de los escolares estudia español como segunda lengua, lo que supone 2,5 millones de personas. Y en los países anglófonos, donde la situación era proverbialmente mala, también triunfa, como decía la canción de Los Nikis, la tortilla de patata: en el Reino Unido, el español es la primera lengua extranjera, y en los países nórdicos y Alemania, donde muchos son bilingües con el inglés, también, según el Cervantes.

El interés, para el portavoz del IC, José María Martínez, responde a diversos factores: al auge del español en Estados Unidos ("lo que triunfa allí repercute en todas partes"), a la extensión de los estudios de lenguas extranjeras ("antes sólo se aprendían lenguas por cuestiones técnicas o de prestigio; hoy la demanda obedece más a fines prácticos -negocios, relaciones interpersonales, ocio, cultura"-), y, sobre todo, al carácter bicontinental y cosmopolita del español: "Si sólo se hablara español en España, nada sería igual. Pero en Estados Unidos lo hablan 30 millones de personas y lo estudian 750.000 universitarios, y 350 millones más lo utilizan en 30 países de América Latina. Ésa es la clave".

Pese a que en cifras globales de inversión, presencia, alumnos y profesores, España sigue muy por debajo de los grandes países europeos (véase el cuadro), tiene una gran ventaja. Como recuerda Víctor García de la Concha, España sólo supone la décima parte del español en el mundo. "Nosotros no somos los dueños del idioma. Nuestra fuerza, nuestra riqueza y nuestro futuro es América Latina, y por eso la política lingüística debe ser panhispánica. Nosotros sabemos hace años que para avanzar en la expansión del español como gran lengua de comunicación es imprescindible la unidad de la lengua, y para eso es imprescindible colaborar codo a codo con Hispanoamérica".

Como ejemplo de ese trabajo común, García de la Concha cita la Ortografía, la Nueva gramática, que estará lista a finales de 2005 (representantes de las 22 academias del español se reúnen desde hoy en Burgos para avanzar en la gramática común), y el Diccionario panhispánico de dudas, que será presentado durante el Congreso de la Lengua en Rosario, Argentina, entre el 17 y el 20 de noviembre. Además, anuncia un nuevo acuerdo con Repsol, que ha cedido seis millones de euros a la RAE para elaborar el Diccionario de americanismos.

Pero De la Concha piensa más allá. A su juicio, sería una medida excelente extender a todos los países hispanohablantes el llamado DELE (Diploma de Español como Lengua Extranjera), título oficial que expide el Cervantes a semejanza del Instituto Goethe, el Bristish Council o la Alliance Française. "Ahí hay un evidente desarrollo posible que sería crucial para enriquecer la industria del español", dice.

El Cervantes ha iniciado ya, bajo el mandato de Jon Juaristi (su sustituto será nombrado probablemente en los próximos días y el nombramiento será coordinado por Exteriores y Cultura, aunque el perfil buscado podría ser más un diplomático que un hombre de letras), las conversaciones con México y la UNAM para convertir el DELE en un mérito panhispánico. La idea es formar profesores conjuntamente y fundar un examen de español global, no de español de España. "Ésa sería una gran vía de negocio y de presencia", dice Martínez.

A la última convocatoria del DELE se presentaron 24.500 candidatos en 268 ciudades del mundo, pero "la cifra será una broma si se consigue el consenso con Latinoamérica", dice.

Para lograrlo, la receta de García de la Concha es que el Cervantes y la Academia, "que son distintos pero complementarios, colaboren estrechísimamente". El director de la RAE sugiere que las sedes académicas americanas podrían abrirse al Cervantes para profundizar en un español universal, buscar fondos que ayuden a los países latinoamericanos, contar con México como una pieza clave en la expansión en Estados Unidos... "Lo contrario sería un despilfarro de fuerzas y posibilidades, y yo supongo que el nuevo Gobierno sabe eso muy bien".

En el ánimo de contribuir a un esfuerzo común hay incluso iniciativas desde ámbitos diferentes, y así, un ejemplo de ello es la propuesta que el Gobierno de Cantabria ha realizado a la Administración central y a instituciones privadas para convertir la antigua sede de la Universidad de Comillas en una universidad del castellano.

El editor digital José Antonio Millán cree que "el del Cervantes es un modelo con limitaciones, casi decimonónico: el mundo cambia y lo digital se impone como vehículo de comunicación y de enseñanza democrática, así que es imprescindible que nos volquemos en la tecnología para mantener el peso económico de nuestra lengua".

Un peso que el extinto Ángel Martín Municio cuantificó en 2003 en el 15% del PIB. "De esa cifra, un 10% depende de las tecnologías de la información, del uso digital de la lengua", explica Millán, "pero el gran desafío es desarrollar aquí los programas, buscadores, páginas comerciales y reconocedores de voz que en este momento importamos. Le dije a Zapatero antes de las elecciones que era crucial liberalizar los recursos científico-tecnológicos de las instituciones para que lleguen sin trabas a todas las empresas españolas que los quieran utilizar".

En ese sentido, Millán critica los acuerdos que la Academia ha firmado con multinacionales como IBM o Microsoft: "Es necesario abrir esos recursos a las empresas españolas, si no, tendremos una lengua estupenda pero perderemos su peso productivo y seremos cautivos tecnológicos".

De la Concha reconoce que hay una gran fragmentación de la terminología científica y técnica que se usa en España y América, pero cree que si se extienden los acuerdos entre los organismos de aquí y de allá "seremos mucho más eficaces".

Internet, de todos modos, produce sensaciones contradictorias. Por un lado, en esa democracia global cabe todo, no hay fronteras, y no importa tanto el poder o el dinero como la imaginación. "Pero España y (sobre todo) Latinoamérica han llegado tarde a la red y hará falta un esfuerzo grande para crecer", dice García de la Concha.

Millán explica que, "contrariamente a lo que se dice, el inglés está retrocediendo: según los últimos datos de Funredes, no ha hecho más que disminuir desde 2002, y en 2003 contaba con el 45% de las páginas web mundiales. El español sigue siendo la primera lengua romance, pero ha bajado del 5,8% en el 2001 al 4,9% de páginas web mundiales en el 2003".

Su conclusión es que "necesitamos buenos buscadores hispanos para navegar mejor, que las instituciones mejoren sus prestaciones y su comunicación con los ciudadanos -aquí sólo funciona bien Hacienda- y que se regulen las buenas prácticas institucionales".

Otra cuestión es la política cultural frente al exterior. El Cervantes parece el vehículo mejor, pues entre sus objetivos fundacionales está la promoción universal de "la cultura en español", sin distinguir países. El lingüista y académico Francisco Rico, coordinador del 400º aniversario de la primera edición del Quijote, cree, para empezar, que el reto "no es tanto enseñar el español a los extranjeros como que los españoles empecemos a aprender otros idiomas. Ése es un gran déficit, un verdadero problema".

Dicho eso, Rico añade, como historiador y filólogo, que "debemos aprovechar la expansión de la lengua no para vender naranjas y hacer negocio con Iberoamérica, sino para vender cultura. Y, en ese sentido, Cervantes es el mejor embajador posible".

Sin olvidar a otros. "Cuando Naipual propuso a Penguin Classics que publicara su traducción del Lazarillo, le dijeron que se olvidara, que no era un clásico ni nada. Así que hay que vender el Lazarillo, a Galdós, a Calderón, que ya está muy vendido, y a los autores modernos. Y procurar, además, que sirvan como escaparate para el resto de la cultura, el arte, el cine, la música".

El Cervantes y la Seacex (que el Gobierno de Zapatero ha anunciado ya que desmantelará) han compartido parte de esa tarea en los últimos años. Pero Millán tiene dudas de que mucha intervención signifique éxito seguro en el terreno cultural. "Lo del escaparate es difícil. Vale más un Oscar a Almodóvar que toda esa cosa intangible de la imagen. Las artes plásticas españolas, por ejemplo, tienen un prestigio enorme en el mundo, pero no sabes por qué. ¿Te lo has currado, lo has sembrado, van a su aire?".

Y luego está la cosa ideológica. Según se leía entre las líneas del discurso de la ministra en el Premio Cervantes, el reparto de los actos que organiza el IC ha sido poco plural. Los datos dicen que, de media, el Cervantes realizó en 2003 16 actividades cada día del curso. Pero la autonomía de los directores de los centros a la hora de fichar invitados es total, lo que lleva a Millán a exclamar: "Me daría mucho miedo que me nombraran director del Cervantes".

De todos modos, la asistencia de público a esos actos, cuatro millones de personas desde 1996 hasta ahora, no parece una minucia.

Una posible estrategia para mejorar eso sería evitar la dispersión, potenciar la comunicación (el Cervantes tiene ya 35 asesores de comunicación en 35 centros) y organizar grandes acontecimientos. Por lo demás, parece claro que lo exportable es el consenso cultural, los valores más reconocidos de la cultura española.

"Todo eso se está empezando a hacer, pero falta una estrategia, dice Rico. "Alemania, por ejemplo, tiene un fondo muy importante para promocionar las traducciones a lenguas extranjeras. Aquí existe algo parecido, pero se puede potenciar. También se pueden hacer coproducciones de cine, grandes exposiciones de artistas... Quizá se ha hecho ya, pero se puede intensificar".

Dos datos negros para acabar. En la UE hace falta un impulso decidido a la presencia del español. En número de hablantes somos el quinto país europeo, tras el inglés, francés, alemán e italiano. "Debemos ofrecer algo que nadie ofrece: una perspectiva mundial, la acción conjunta con los países hispanos", dice Martínez. García de la Concha cree que el español debe tratar de ser mucho más activo en los grandes foros internacionales y exigir una presencia que se corresponda con su número de hablantes.

En cuanto al español como lengua de ciencia, otro de nuestros grandes traumas, Francisco Rico tiene claro que es mejor tirar la toalla: "Eso es como si me dice que hay que publicar las fórmulas matemáticas en español. Pues no, mejor una lengua universal, una lengua franca que todo el mundo entienda. La pena es que se perdió el latín, pero me parece presuntuoso querer cambiar el rumbo de las cosas. Por eso digo que tan importante o más que enseñar español es aprender otras lenguas".

Víctor García de la Concha (cuarto empezando por la izquierda), con varios miembros de la comisión interacadémica, en el monasterio de Las Huelgas, de Burgos.
Víctor García de la Concha (cuarto empezando por la izquierda), con varios miembros de la comisión interacadémica, en el monasterio de Las Huelgas, de Burgos.EFE

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