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UNA REVOLUCIÓN EN LA MEDICINA

Diabetes, infarto y Parkinson

Javier Sampedro

Las perspectivas médicas de la clonación recibieron ayer un gran impulso con la generación de embriones humanos clónicos y la derivación, a partir de ellos, de un cultivo de células madre. Cuando los científicos sepan transformar estas células de manera fiable en los distintos tejidos que forman el cuerpo -lo que tardará aún varios años-, se habrá hecho realidad la medicina regenerativa: la idea de sustituir las partes dañadas de un órgano por otras nuevas generadas en el laboratorio. La clonación garantizará que esos implantes no generen rechazo inmunológico.

Muchas enfermedades hoy incurables consisten en la muerte o avería de un pequeño grupo de células del cuerpo.

Un ejemplo es la diabetes de tipo I, que se debe a la destrucción de las células del páncreas que, normalmente, segregan insulina a la sangre para regular exquisitamente el metabolismo de la glucosa. Los trasplantes de islotes pancreáticos (grupos de células productoras de insulina) ya son capaces de curar esta enfermedad, pero tienen dos problemas: hay muchos más enfermos que donantes, y los trasplantados tienen que tomar inmunosupresores de por vida para evitar el rechazo. Cuando los científicos sepan convertir las células madre embrionarias (procedentes de embriones que sean clones del paciente) en islotes pancreáticos, ambos problemas podrán resolverse. Ésta es la línea en que trabaja el científico español Bernat Soria.

Otro foco de atención preferente son las enfermedades neurológicas, como el Parkinson y el Alzheimer. El Parkinson se debe a la muerte de un grupo de neuronas cerebrales que producen dopamina (un tipo de neurotransmisor, o molécula que emite señales de una neurona a otra). Ya hay avances notables en la conversión de las células madre en neuronas productoras de dopamina. Los trasplantes de células en el cerebro, sin embargo, se enfrentan aún a serios problemas de seguridad.

El tratamiento del infarto con células madre procedentes de embriones clónicos ya se ha demostrado en ratones (esta misma semana). Los científicos transforman las células madre en células precursoras del corazón, e implantan éstas en la zona dañada por el infarto. Las células proliferan y reparan el área dañada.

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