"Nos hemos desnudado mucho más que físicamente"
Con una risa nerviosa y evidente emoción, Laia Marull y, algo más tranquilo, Luis Tosar recibieron ayer las Conchas de Plata por sus interpretaciones en Te doy mis ojos, de Icíar Bollaín, una historia sobre el maltrato a las mujeres. Dos actores que, aunque ya poseen sendos premios Goya -ella como actriz revelación por Fugitivas y él como actor secundario por Los lunes al sol-, ayer lograron un fuerte espaldarazo. Fueron protagonistas de una polémica jornada. Recibidos con aplausos en un desangelado hotel María Cristina, los dos actores confesaron la entrega y la dificultad que supuso este trabajo: "Nos hemos desnudado mucho más que físicamente".
"Nunca se sabe lo que puede pasar después, cuál es el efecto de un premio. Hay muchas sorpresas, aunque es indudable que es importante para la película", afirmó Tosar. "Nos hubiera gustado también ganar la Concha de Oro, pero nos han premiado a los dos y es una forma de premiar a la película. Sabemos que Icíar está feliz por nosotros. Esta película fue muy difícil sacarla adelante y ahora el esfuerzo se ha visto recompensado".
"Ojalá alguna mujer, después de ver el filme, se sienta animada a denunciar su situación"
Laia Marull y Luis Tosar no pararon de echarse flores el uno al otro -"con Luis al lado ya tienes la mitad del trabajo hecho"- y contaron que no necesitaron muchas explicaciones durante el rodaje de Te doy mis ojos, que no les hacía falta. "Nos mirábamos a los ojos", dijo Marull. "Nos hemos retroalimentado. Sabíamos que el otro estaba siempre ahí. Por eso, aunque la historia que cuenta es muy dura, para nosotros no lo ha sido tanto".
Laia Marull asegura que su compañero lo pasó peor. "Él era el maltratador en un equipo donde encima la mayoría éramos mujeres". Tosar añade: "En algún momento fue desagradable, porque Laia es muy buena actriz y todo parecía realmente horrible,pero en general el rodaje fue muy gratificante. Trabajar con Icíar es muy fácil, te lleva a sitios a los que tú no llegarías solo".
Luis Tosar ha repetido en Te doy mis ojos por tercera vez con la directora Icíar Bollaín. Primero fue en Flores de otro
mundo, y luego, el corto Amores que matan, impulsor de este largometraje sobre el maltrato de mujeres.
"Para mí, Icíar es una directora fetiche. Tengo una relación muy especial con ella, nuestra comunicación llega a unos niveles muy altos".
Los dos actores esperan que esta película sirva para ayudar, a su manera, a las mujeres maltratadas que la vean. "Las mujeres que yo he conocido, si llegaron a contarme vivencias tan duras, fue justamente porque sabían que esta película era una manera de romper ese silencio", asegura Marull. "Ojala esta película sirviera, ojala alguna mujer, después de verla, se sienta animada a denunciar su situación".
Los dos intérpretes defienden el empeño de la directora en buscar un equilibrio para entender, dentro de lo posible, al malo del filme. "Eso es lo arriesgado de la película. Lo otro hubiera sido fácil. Al margen de todo lo que puedas condenar a los maltratadores y el odio que puedas sentir por ese tipo de gente, creo que el personaje que yo interpreto, Antonio, es el vehículo para intentar entender lo que pasa alrededor de estos tipos, su desarraigo social, su silencio, el tabú... La película intenta contar eso, y no simplemente quedarse en que el maltratador es un acomplejado frustrado. Todos somos un poco culpables". Para Tosar, Te doy mis ojos es también una historia de amor, "eso sí, rara".
La directora de la película (embarazada de siete meses) viajó a San Sebastián con el resto del equipo donde recibió el homenaje de los actores galardonados. Le dedicaron el premio y subrayaron "el orgullo y alegría " que para ella era este galardón. "Icíar es muy madre para todo", dijo Tosar.
"¿Una pitada? Eso quería"
Nada podía amargar el día a Dito Tsintsadze, el director georgiano de la película alemana ganadora de la Concha de Oro, Schussangst. Al comentarle que la decisión del jurado fue recibida en la sala del Kursaal con una ensordecedora pitada, Tsintsadze afirmó: "¿Una pitada? ¿De verdad? Qué bien, eso es precisamente lo que quería... Estoy feliz, todo me parece estupendo".
"Para mí lo interesante es saber que mi película también se odia", añadió el cineasta durante un ensayo de la gala de anoche. "La vida es contradictoria y el cine debe reflejar esas contradiciones de la vida. Crear polémica me parece algo muy positivo".
Para Dito Tsintsadze su película habla sobre la soledad, sobre cómo la falta de amor conduce a la violencia. "Ésta es la historia de un hombre pacífico que acaba matando", dice.
Para el cineasta georgiano ("mi película es una producción alemana pero yo la considero profundamente georgiana", asegura) la división de opiniones que, según algunas informaciones, se creó ayer entre la prensa del norte de Europa y la del sur no refleja "barreras culturales", sino simples "diferencias de gustos". "En el norte de Europa el cine de Almodóvar y Buñuel se entiende perfectamente, así que no creo en esas barreras culturales".
Si la película de Tsintsadze fue recibida con un abucheo, el premio del jurado a la dirección del coreano Bong Joon-ho recibió una fuerte ovación. El joven cineasta, cuya película Sa-Lin-Eui Chu-Eok tuvo una excelente acogida desde el principio del festival, quiso que su película abriera una puerta al cine de su país: "Este premio no es importante sólo para mí, sino para el cine coreano, para que en Europa se conozca cada vez más nuestra cinematografía".
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