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LA POSGUERRA DE IRAK

Bush y Schröder se reconcilian después del largo enfrentamiento por Irak

Berlín ofrece ayuda para la reconstrucción y exige que la ONU legitime la transición iraquí

La guerra de Irak ha enfrentado tanto a dos estrechísimos aliados como EE UU y Alemania que, salvo un par de obligados apretones de manos, el canciller Gerhard Schröder y el presidente George Bush llevaban 16 meses sin hablar. Ayer, en Nueva York, los dos aseguraron haber superado los peores escollos. En su estilo poco sofisticado, Bush contó la conversación en presencia del canciller: "Lo primero que le he dicho es, mira, tuvimos nuestras diferencias pero han quedado atrás. Vamos a trabajar juntos". Schröder asintió: "Hemos compartido la impresión de haber superado estas diferencias".

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En opinión del canciller, que exigió en su discurso ante la Asamblea General la legitimidad de la ONU para construir el futuro de Irak, la reconciliación con Estados Unidos "es muy importante, no sólo para Irak, sino para la zona, para Alemania y para toda Europa". En el clima versallesco creado en el hotel Waldorf Astoria, de Nueva York, donde se celebró la entrevista, Bush valoró la posición de Schröder y le llamó por su nombre de pila: "Le agradezco sus esfuerzos para ayudar a que Irak sea un país pacífico, estable y democrático. Los dos estamos comprometidos con la libertad, con la paz, y le he reafirmado a Gerhard que las relaciones entre los dos países son muy importantes para esta Administración".

El día anterior, Bush no se refirió a Jacques por la sencilla razón de que no hubo comparecencia conjunta ante la prensa tras su entrevista con el presidente francés, Chirac. Es obvio que Alemania tiene mejor imagen que Francia a los ojos de Washington, y mejor aún Rusia. El presidente ruso, Vladímir Putin, pasará el fin de semana en la residencia presidencial de Camp David. Todo ello confirma el enfoque que se atribuye a esta Administración sobre la política a seguir con sus tres aliados tras la crisis: recompensar a Rusia, perdonar a Alemania y apretar a Francia.

Los tres dirigentes de estos países se reunieron ayer en Nueva York para coordinarse y afinar los movimientos a corto plazo sobre la resolución que el Consejo de Seguridad debe discutir en los próximos días. No hubo comparecencia conjunta tras el encuentro. Chirac dijo a los periodistas que había sido "positivo, cordial y amistoso" y que no hay "ni sombra de divergencias con Alemania" ni cambios "en la posición común de los tres sobre Irak". El día anterior había transmitido a Bush que Francia no vetaría la futura resolución y que "bajo ningún concepto queremos que EE UU fracase en Irak". Schröder dijo ayer que, pese a las diferencias en cuanto al calendario de la transferencia de soberanía, hay muchas posibilidades de que se apruebe la resolución.

En todo caso, Alemania dejó claro que comparte con Francia la urgencia de transferir la soberanía a los iraquíes. Schröder no concretó cuál va a ser su aportación militar o económica en la posguerra. "Le he dicho al presidente que nos gustaría mucho ir a Irak y ayudar con los recursos que tenemos. Lo que contemplamos es la asistencia y el entrenamiento de las fuerzas de seguridad y de la policía o de algún tipo de función militar", manifestó sin mayores precisiones.

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En su discurso ante la ONU, Schröder, después de recordar que Alemania se incorporó hace ahora 30 años a la organización, defendió la compatibilidad de la estrategia multilateral con las actuaciones para prevenir conflictos y añadió: "Hay que reforzar el papel de la ONU en Irak porque sólo así se puede garantizar la legitimidad necesaria para que los iraquíes reconstruyan con rapidez su país con un Gobierno independiente y representativo". El canciller abogó por una adecuada lucha contra la pobreza, el terrorismo, el fanatismo y la proliferación de armas nucleares con los instrumentos de la cooperación multilateral, como la Corte Penal Internacional y la propia ONU, que hay que consolidar: "Estamos dispuestos a asumir mayores responsabilidades", dijo Schröder.

En EE UU, el discurso de Bush del martes -que en la Asamblea General recibió aplausos más formales que las ovaciones que recompensaron las palabras del secretario general de la ONU, Kofi Annan, y de Jacques Chirac- fue recibido con críticas por los candidatos demócratas. "Ha sido un ejercicio de la petulante política exterior de Bush", según Howard Dean. Para el ex general Wesley Clark, "fuimos a Irak sin las pruebas suficientes y ahora necesitamos ayuda; no es extraño que esté resultando difícil obtenerla".

El republicano John McCain dijo, en cambio, que el tono fue el adecuado: "No tenemos que pedir perdón por nada". El discurso de Bush estuvo más dirigido a la escena nacional que a la internacional, debido al incremento de las críticas sobre las imprevisiones militares, económicas y diplomáticas de la guerra y a los sondeos que demuestran el descontento creciente sobre la forma en la que la Casa Blanca actúa en Irak.

El canciller Schröder (izquierda) y el presidente Bush, durante su reunión de ayer en Nueva York.
El canciller Schröder (izquierda) y el presidente Bush, durante su reunión de ayer en Nueva York.ASSOCIATED PRESS

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