La Comisión Europea apoya financiar la investigación con embriones humanos
Bruselas limita el uso de fondos a los países de la UE que permitan este tipo de experimentos
El dilatado debate abierto en Europa sobre el uso de células madre de embriones registró ayer un determinante paso hacia delante. La Comisión Europea ha propuesto formalmente que la UE financie estos ensayos y que, por tanto, se levante la moratoria ahora existente. Para conseguirlo sin herir sensibilidades, Bruselas ha detallado una serie de restricciones, como que sólo se recurra a estos experimentos cuando no haya otra alternativa o que únicamente se usen embriones ya congelados en junio del año pasado. Ahora serán el Parlamento Europeo y el Consejo (los 15 países) los que tengan, de nuevo, que decidir.
Algunas de las restricciones diseñadas por la Comisión Europea son similares a las que proyecta el Gobierno español para permitir estos ensayos (véase EL PAÍS del sábado 5 de julio). Por ejemplo, se requerirá el consentimiento de los donantes y tampoco se permitirá ningún ánimo de lucro. Por supuesto, los experimentos se harán siempre con embriones sobrantes de tratamientos de infertilidad, los llamados supernumerarios, que se conservan congelados por centenares de miles en toda Europa.
La Comisión Europea ha añadido algunas normas aún más estrictas, como la de que sólo se utilicen embriones ya existentes el 27 de junio del año pasado, fecha en la que se aprobó el VI Programa Marco de Investigación cuatrienal, dentro del cual se inscriben estos experimentos. Es una norma algo fútil a ojos de los expertos, ya que cuando se habla de supernumerarios se entiende que son embriones congelados durante varios años (cuatro o cinco habitualmente), pero ha sido la solución dada al punto más debatido en el seno de la comisión: el miedo a que este tipo de ensayos fomente la creación de nuevos embriones, aunque sea de forma indirecta.
Como ya estaba previsto, la UE financiaría estos ensayos siempre que se llevaran a cabo en países que no lo prohíban. Si se hace en un país que lo tolere, una instancia local o nacional deberá aportar previamente su opinión ética sobre la investigación que se pretende hacer. Y, por último, se dará preferencia a otra línea de investigación que ofrezca un resultado similar, como el de utilizar células madre adultas, un tipo de ensayos que los científicos consideran complementarios a los que usan células embrionarias.
El comisario de Investigación, el socialista belga Philippe Busquin, se mostró ayer optimista sobre las posibilidades que tiene este nuevo proyecto de abrirse camino. Su primera propuesta de permitir estos ensayos logró el apoyo del Parlamento Europeo, pero fue tumbada por el Consejo, donde venció la propuesta alemana de imponer una moratoria hasta diciembre de este año. Tal moratoria consiste en permitir y financiar con fondos europeos estos ensayos sólo con células madre embrionarias ya aisladas previamente.
Fue una solución ideada por los propios servicios de Busquin para no cercenar unas líneas de investigación muy prometedoras para el tratamiento de graves enfermedades como el Alzheimer, la diabetes o el Parkinson. No obstante, Busquin confesaba ayer que tener que recurrir a células ya aisladas limita enormemente las posibilidades de investigación.
Aquella moratoria impuesta en octubre pasado por los países más conservadores en este terreno (Alemania, Irlanda, Italia, Austria, Francia y España) obliga ahora a la UE a tomar una decisión antes de que acabe el año. "Porque, en realidad, la UE ya aceptó estos ensayos", recordaba ayer Busquin. "Y si no hay una solución puede generarse un problema jurídico".
Busquin confía también en el hecho de que sus propuestas sigan punto por punto los consejos dados por los científicos. La primera siguió las líneas directrices marcadas por el Grupo Europeo de Ética a finales de 2000. Ahora, dos reuniones científicas, la última celebrada en Bruselas en abril pasado, arrojaron los mismos resultados, aconsejando estas investigaciones en paralelo con otras. Aun así, Busquin ha tenido que enfrentarse a algunos de sus colegas dentro de la Comisión, aunque sólo dos (la española Loyola de Palacio y la ecologista alemana Michaele Schreyer) se opusieron al proyecto por mantener una "reserva fundamental". En la reunión de ayer sólo hubo debate y el proyecto salió adelante sin votación, como estaba previsto.
A la pregunta de por qué tanto empeño en fomentar estos ensayos, el responsable de Investigación aludió a la necesidad de que Europa no pierda el tren de la biotecnología mientras otros países recorren el camino a velocidad de crucero, como EE UU o Israel.
Que éste es un problema ético y no económico lo confirma el hecho de que para este tipo de ensayos sólo se dedicarán unos 10 millones de euros del presupuesto total del VI Programa Marco de Investigación, que se eleva a 17.500 millones de euros para éste y los próximos tres años.
El próximo Consejo de Competitividad, que reúne a los ministros de Investigació, será en Bruselas los próximos días 22 y 23 de septiembre.
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