Putin respalda el plan de Berlín y París para desarmar a Sadam sin guerra
El presidente ruso no ve "bases para una acción militar" y pide que sigan los inspectores
El probablemente último intento de evitar la guerra contra Sadam Husein -un plan conjunto de París y Berlín para enviar cascos azules a Irak e intensificar bajo su vigilancia las inspecciones de armamento- recibió ayer el respaldo del presidente ruso, Vladímir Putin. "En este momento no vemos bases para una acción militar", dejó claro en Berlín el presidente ruso, antes de abogar por facilitar a "los inspectores todo lo que necesiten para poder proseguir exitosamente su actividad". Con esta última referencia, Putin resumió la meta de la iniciativa franco-alemana.
Esta iniciativa franco-alemana será propuesta por el ministro de Defensa alemán, Peter Struck, al Consejo de Seguridad el viernes, después de un nuevo informe de la misión de Naciones Unidas en Irak. Putin evitó hablar de un "plan franco-alemán", pero dejó claro que en el Consejo de Seguridad se está formando un frente conjunto para persuadir a Washington de no iniciar ya un ataque militar. "Creo que todo observador atento ve que las posiciones de Rusia, Francia y Alemania prácticamente coinciden. Nos estamos coordinando estrechamente. Una posición similar es asumida también por China y, en nuestra opinión, por una mayoría de los miembros del Consejo de Seguridad", aseguró el presidente.
"Estamos convencidos de que se debe seguir persistentemente con los esfuerzos de encontrar una solución pacífica en Irak (...) y de que soluciones militares unilaterales sólo conducirán a un gran sufrimiento de millones de inocentes y al aumento de las tensiones en toda la región", sostuvo. Putin, de todas formas, aseguró que Moscú seguirá coordinándose con Washington. En un intento de apaciguar los ánimos, rechazó asimismo cualquier brote de "sentimientos antiamericanos".
La iniciativa conjunta de Schröder y del presidente francés, Jacques Chirac, se viene preparando desde inicios del año, según había informado este fin de semana la revista Der Spiegel. La idea es transformar en hechos la formulada convicción de Berlín y París de que un ataque militar sólo puede ser el último recurso para el caso de que todos los demás intentos de desarmar a Sadam Husein por medios pacíficos hayan fracasado.
Para garantizarlo, Irak se convirtiría en un protectorado de la ONU, controlado desde el aire por cazas, patrullado por miles de cascos azules que deberán proteger las labores de los inspectores de armamento (cuyo número se triplicaría) y sometido a un estricto catálogo de sanciones para el caso de que Husein intente obstaculizar el desarme. La propuesta retoma varios elementos del debate que desembocó en la resolución 1.441 el año pasado y algunas de sus facetas ya habían sido expuestas por el ministro francés de Exteriores, Dominique de Villepin, en su contestación a la intervención de Colin Powell el pasado miércoles.
La iniciativa incluye la creación de un nuevo tribunal internacional para juzgar las infracciones iraquíes a las resoluciones de la ONU y las violaciones de los derechos humanos del régimen de Sadam. Si Bagdad no accediese a la sustancial pérdida de soberanía que suponen estas medidas, se ordenaría una invasión, ésta sí íntegramente legitimada por la comunidad internacional y no ya impulsada casi exclusivamente por EE UU.
En este caso, incluso Alemania -reticente a cualquier participación en operaciones militares en Irak- participaría en la fuerza multinacional, según fuentes oficiales en Berlín. De hecho, parte de la iniciativa tiene que ser leída en clave alemana: de salir adelante, permitiría a Berlín escapar del callejón sin salida al que le ha conducido su rotunda negativa a aceptar una guerra, aun cuando ésta sea legitimada por los demás miembros del Consejo de Seguridad.
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