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Entrevista:ÁLVARO URIBE VÉLEZ | Presidente electo de Colombia

'No he prometido la derrota, sino la contención de la guerrilla'

A unas semanas de su toma de posesión, Álvaro Uribe Vélez ha demostrado sobradamente que es el mejor candidato electo que ha tenido Colombia en varias décadas. A partir del 7 de agosto, sin embargo, tendrá que probar que es tan buen presidente como candidato, en un país de política caníbal, que devora todo lo que le ponen por delante. Uribe ha depurado con la inteligencia y la convicción que, visiblemente, le asisten, su actuación como electo. Y, en esa diestra representación, ha estado esta semana en Madrid persuadiendo a empresarios, ilusionando con su modesta deferencia a políticos y seduciendo a periodistas.

El candidato que dejó de serlo ha inventado, además, a todos los efectos, un cargo hasta ahora inexistente en la rica panoplia colombiana: el de pre-presidente, aquel que comienza a serlo antes de serlo, mientras que su antecesor, Andrés Pastrana, cada día actúa más como ex presidente en ejercicio. Y en esa condición de pre-pre habla rotundo en titulares. 'Cuatro años son muy pocos. Pero he conseguido doblar mi mandato; cuatro años de días y cuatro de noches, más los 60 días hasta la jura, que trabajaremos sin parar'. Es el hombre que quiere ser dos veces presidente.

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El político ex liberal conoce todos los lenguajes que ha de emplear en cada caso, según sus interlocutores, pero todos se reconcilian felizmente en el convencimiento de que Colombia, contra cualquier irrefutable prueba en su contrario, vuelve hoy a ser posible. Y, por todo ello, no ignora que en Europa el término donde se dirime la batalla de su credibilidad es 'paramilitares', los pistoleros de Carlos Castaño, hoy empresarios autónomos de la extorsión, el secuestro y el narco-peaje. El periodista piensa que algo se viene tramando al hilo de numerosas declaraciones del líder contraguerrillero, en las que, variadamente, estos días ha venido prometiendo abandonar el estupefaciente negocio de la coca, retirarse de la masacre indiscriminada -lo que significa que en el futuro sólo discriminará matando guerrilleros- y que el secuestro ya es cosa del pasado.

Álvaro Uribe, próximo a cumplir 50 años, pero al que el miércoles en la Casa de América la energía pletórica hacía parecer más joven, no reconoce, pero tampoco niega, que haya contactos con los paras. En todo caso, dice, lo que haya es cosa de la ONU, y el propio secretario general, Kofi Annan, quien se ocupa de canalizar cualquier diálogo: Iglesia-Uribe lo dice en singular, refiriéndose a la una y trina, aunque en Colombia esté presente todo el abecedario -ONG, espontáneos, países amigos. 'No haremos nada', afirma el cuasi presidente cuando se le pregunta cómo va a probar a Europa que no alberga debilidad alguna ante la fuerza de los paras que han celebrado alborozadamente su victoria. Él no tiene que probar nada, está diciendo con la pausa bien medida con que concluye la frase. Ni hay colusión, como se le ha acusado, con esa 'otra' guerrilla, ni le hace falta demostrarlo. Pero sabe de sobra que en su toma de posesión ha de notarse que algo nuevo comienza; bien que recuerda que hace cuatro años el pueblo eligió al conservador Pastrana Arango porque había ofrecido paz por la negociación, y que aquella foto suya dando la mano en la selva al hombre del pleistoceno y líder de las FARC, Manuel Marulanda, desató una euforia que se vio, sin embargo, desmentida por el resto de un mandato lleno de ruido y confusión; e igualmente, que, si no idéntica euforia, sí una nueva esperanza de reducir por la guerra al insurrecto alumbra hoy el país.El periodista también opina que el electo se reserva algún éxito concreto que entregar en prenda a la opinión para antes de fin de año, quizá, relacionado con las huestes de Castaño. Pero Uribe no promete sino acción antes que resultados, 'contención y no victoria, movilización y voluntad política en lugar de milagros, reforma constitucional y referéndum para reducir gasto y número' de una clase política que Colombia sostiene a tarifas de escándalo. Un congresista cobra 7.000 dólares mensuales -el doble que en España- y la Contraloría -tribunal de cuentas- tiene un ejército cuya única eficacia consiste en hacer que baje el desempleo.

Todo eso dijo el miércoles, repitiendo que lo que hace falta es plata para combatir al insurgente. Y habla por ello de tener 15.000 policías más para dentro de unos meses -ya hay 100.000-, así como pedir a los 180.000 guardias de seguridad privada, armados de revólveres, recortadas y carabinas de sálvese el modelo, que se sumen a las labores de información policial. 'Policiva', dice el electo. Pero ya no insiste en el millón de hombres que deberían formar una milicia ciudadana, como decía hace sólo unos meses. Ahora, en cambio, confía en que una nueva presencia del Estado en los 1.163.000 kilómetros cuadrados de geografía hospitalaria a la revuelta difunda el sentimiento de que ha llegado la hora de la reconquista.

En esa línea de réplica algo hastiada a sus críticos -que hacían agitado corrillo a la entrada del acto- proclama que 'no será de mi mano que morirá la democracia en Colombia'. Y, de igual forma, asegura, que no teman los defensores de los derechos humanos, porque '¿acaso puede batirse el récord que ya detentamos de su vulneración? No voy a hacer la guerra a nadie, sino a defender al ciudadano'. Y si la guerrilla elige el desempleo, no será él quien le busque las cosquillas. Pero las FARC, amenazando de muerte a los 1.100 alcaldes del país, ya ha dado garantías de que habrá cosquillas para todos. Colombia vuelve es lo que nos dice, convencido y probablemente convincente, Uribe Vélez, y, con ello, nos advierte de que la nueva no le pille a Europa por sorpresa, cuando lo que de ella se espera es que abra la bolsa y contribuya a replantar Colombia. Para el caso tiene ya un plan fraguado de abonar 2.000 dólares al año a un grupo de 50.000 familias campesinas, que se comprometan a reconstruir el bosque, porque 'la guerrilla ya se ha comido un millón de hectáreas de tierra colombiana'. ¿Ha contado alguien las que han devorado los hombres de Castaño?

El presidente español, José María Aznar (izquierda), ayer, con el presidente electo de Colombia, Álvaro Uribe.
El presidente español, José María Aznar (izquierda), ayer, con el presidente electo de Colombia, Álvaro Uribe.REUTERS

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