La UE firma con Chile el acuerdo de libre comercio más ambicioso de su historia
El pacto, más amplio que el suscrito con México, supone una apertura de mercados del 95%
La cumbre Europa-América Latina de Madrid celebró ayer su acto más concreto: la rúbrica del acuerdo de libre comercio entre los Quince y Chile. El pacto es el más avanzado firmado por la UE con un país de fuera de la Unión y que no sea candidato a pertenecer a ésta. Es también el segundo de este tipo que Bruselas firma con un país latinoamericano tras el suscrito con México hace dos años. El acuerdo, con el que Europa se anticipa a EE UU, que también negocia un acuerdo comercial con Chile, servirá, como lo hizo el de México, para impulsar las negociaciones entre Mercosur y la UE.
Difícil era para José María Aznar disimular su satisfacción. Flanqueado por el presidente chileno, Ricardo Lagos, y el presidente de la Comisión Europea, Romano Prodi, el presidente del Gobierno español y de turno de la UE se anotó el tanto que quería después de saber que un acuerdo de libre comercio con Mercosur está tan lejos hoy como hace un año. La importancia del logro político de ayer la resumió Prodi: 'Este acuerdo constituye una expresión bien visible del compromiso político de la Unión Europea en América Latina. Las negociaciones ofrecen los resultados más ambiciosos e innovadores que jamás haya tenido un acuerdo bilateral de este tipo'. Al pacto sólo le falta para que oficialmente se ponga en marcha la aprobación de los Quince.
El acuerdo supera al de México porque abarca temas no relacionados con el comercio y en relaciones comerciales es también más amplio. El pacto incluye que la UE y Chile promoverán valores democráticos como el respeto a los derechos humanos, las libertades individuales y del Estado de derecho. Además, cooperarán en política exterior y de seguridad y en la lucha contra el terrorismo.
En términos de intercambios comerciales, la UE abre de inmediato un 95% de su mercado a Chile y se da un plazo de tres años para finalizar el proceso, según explicó ayer una fuente de la Comisión Europea. Chile, por su parte, también se compromete a realizar una apertura acelerada de su mercado, aunque puede tomarse hasta 2007 para abrir su sector manufacturero y 10 años desde ahora para desmantelar las barreras comerciales que protegen su sector agrícola. En agricultura no hubo muchos choques durante la negociación del acuerdo con Chile, no tantos, al menos, como en la discusión sobre la pesca, un sector de peso en la economía chilena y también en las de España, Portugal o Francia.
En las transacciones de bienes, la UE cede terreno a favor de Chile. No obstante, en cifras, esta cesión no es significativa. El comercio con Chile supone en torno al 0,5% de las exportaciones totales de la UE, mientras que en las importaciones el país trasandino representa casi igual porcentaje. El tratado le sirve a la UE porque incluye una verdadera liberalización del sector servicios, de los contratos de infraestructuras públicas y de las inversiones. Cualquier gran constructora europea, por ejemplo, podrá tras el acuerdo presentarse a una licitación pública en Chile en las mismas condiciones que lo haría una empresa local. El acuerdo incluye también un compromiso sobre la protección de la denominación de origen de vinos y licores. Este punto es vital para la UE, puesto que sus miembros tienen registradas la mayor cantidad de denominaciones de origen del mundo. Hay unas 200 en poder de España, y en torno a la misma cantidad entre Italia y Francia.
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