_
_
_
_
EL CONFLICTO DE ORIENTE PRÓXIMO

Israel levanta el cerco a la basílica de Belén tras la salida de 123 palestinos

Trece palestinos son trasladados a una base militar británica en Chipre y el resto queda en libertad

Jorge Marirrodriga

Abdulá Daud, el jefe de la inteligencia palestina en Belén y uno de los hombres más buscados por Israel, traspasó ayer a las seis de la mañana, hora española, la Puerta de la Humillación de la basílica de la Natividad de Belén con un pañuelo palestino sobre los hombros. Momentos antes había entregado su arma a un agente de EE UU y estaba desarmado ante los militares de una de las mejores unidades del Ejército israelí. Tras estrechar la mano al monje franciscano Ibrahim Faltas, de nacionalidad egipcia, caminó hacia los soldados y se entregó. Comenzaba así el fin del asedio al templo cristiano iniciado el 2 de abril cuando unos 200 palestinos irrumpieron en la iglesia y fueron cercados por el Ejército de Israel.

Más información
Los 13 hombres que llegarán a Europa
Israel concentra tropas para invadir Gaza tras el atentado de Tel Aviv
El Likud da la espalda a Sharon tras votar contra un Estado palestino
La vida en el interior de la basílica
El asedio ha servido como propaganda de la causa palestina
La división del Ejército israelí y las presiones de EE UU congelan la ofensiva contra Gaza
La UE pospone su decisión sobre el futuro de los 13 refugiados de Belén
Sharon asegura que debe haber "otra autoridad" palestina para poder negociar
Arafat anuncia elecciones legislativas y una reforma de la administración palestina
Piqué anuncia un acuerdo definitivo sobre el destino de los 13 palestinos

A lo largo de tres horas y media se repitió el mismo ritual más de un centenar de veces. Cada vez que un palestino aparecía por la pequeña puerta del templo, lo recibía un mediador que lo acompañaba hasta un detector de metales, situado 30 metros más adelante, y le entregaba una bolsa con víveres. Allí, un franciscano o un monje ortodoxo recogía el carné de identidad del palestino y lo acompañaba hasta un autobús. La documentación era entregada directamente a un soldado israelí y el hombre era introducido en un vehículo. En total había siete autobuses esperando en la plaza del Nacimiento. Todos ellos con las ventanas cerradas y soldados israelíes armados apostados en el interior para controlar a los viajeros.

A las seis y media, hora española, partió el primer autobús llevando a los 13 palestinos deportados a Chipre, dos de los cuales estaban heridos y tuvieron que abandonar la iglesia en camilla. El vehículo iba custodiado por coches todoterreno con agentes federales de Estados Unidos a bordo y algunos vehículos militares israelíes. Su destino era una base militar -donde los milicianos iban a ser interrogados por los servicios de inteligencia israelíes, aunque con presencia internacional- antes de ser trasladados al aeropuerto Ben Gurión, de Tel Aviv, donde un avión británico esperaba para trasladarles a la base militar británica de Akrotiri, en Chipre.

Durante el trayecto por carretera, varios ciudadanos israelíes, con banderas de Israel y carteles en los que se comparaba a Arafat con Hitler, trataron de cortar el paso a la comitiva y llegaron a tumbarse en algunos casos delante del autobús. Para los manifestantes la deportación es una claudicación de Israel y exigían que los milicianos fueran juzgados por un tribunal israelí. La policía tuvo que intervenir para dispersarlos.

Suprimir el terrorismo

También la población musulmana de Belén se opone a las deportaciones, pero porque creen que los milicianos deben ser puestos en libertad. 'Se pueden evitar las deportaciones suprimiendo el terrorismo', señaló Ranan Gisin, jefe de gabinete del primer ministro israelí.

Media hora más tarde partía el segundo autobús con los 26 milicianos, cuyo destino era, en teoría, una prisión de Gaza supervisada por británicos y estadounidenses. A su llegada al territorio palestino, los prisioneros fueron aclamados como héroes por una población que espera en cualquier momento que se produzca un ataque de las tropas israelíes apostadas al otro lado de la frontera.

Finalmente, en otros cinco autobuses fueron instalados 84 civiles, en su mayor parte vecinos de Belén, quienes debían ser sometidos a un interrogatorio antes de ser puestos en libertad. A continuación, los observadores internacionales sacaron las armas depuestas por los milicianos palestinos, entre las que se encontraban numerosos rifles de asalto kaláshnikov, pistolas, algunas granadas y numerosa munición que hubiera permitido a los atrincherados prolongar su resistencia al asedio. Las armas fueron entregadas a los militares israelíes.

A última hora surgió un problema, ya que los 10 activistas del grupo propalestino Movimiento de Solidaridad Internacional se negaron a abandonar la Natividad y exigieron la presencia de abogados y mediadores. Los activistas entraron a la fuerza en la iglesia hace una semana y el Gobierno israelí ya había anunciado que, dado que eran de diversas nacionalidades, serían expulsados de Israel cuando salieran de la iglesia. Los israelíes solicitaron a los religiosos católicos, ortodoxos y armenios que salieran de la iglesia, cosa que hicieron por primera vez en 39 días, y varias unidades de la policía antidisturbios tomaron posiciones en las cercanías de la Puerta de la Humillación, el pequeño acceso que da al templo. En un último esfuerzo, representantes palestinos, entre los que se encontraba el diputado Salá Tamari, e israelíes entraron a negociar una salida de los pacifistas. Finalmente, éstos salieron de la iglesia cuatro horas después y fueron inmediatamente detenidos.

En la ciudad de Belén, un severo toque de queda seguía vigente por la tarde a pesar de que un portavoz del Ejército, el coronel Olivier Radowicz, había asegurado que los militares se retirarían de Belén, 'en cuanto no quede nadie dentro de la iglesia'. Los tanques se fueron anoche del casco viejo de Belén, una ciudad con una población cercana a los 100.000 habitantes.

Los frailes franciscanos despiden a los últimos palestinos que abandonan la basílica de la Natividad, ayer por la mañana en Belén.
Los frailes franciscanos despiden a los últimos palestinos que abandonan la basílica de la Natividad, ayer por la mañana en Belén.REUTERS

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Jorge Marirrodriga
Doctor en Comunicación por la Universidad San Pablo CEU y licenciado en Periodismo por la Universidad de Navarra. Tras ejercer en Italia y Bélgica en 1996 se incorporó a EL PAÍS. Ha sido enviado especial a Kosovo, Gaza, Irak y Afganistán. Entre 2004 y 2008 fue corresponsal en Buenos Aires. Desde 2014 es editorialista especializado internacional.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_