Creando escuela

La historia de Rioja y de sus vinos de calidad está unida a esta bodega desde que en 1858 don Camilo Hurtado de Amézaga, Marqués de Riscal, en colaboración con la Diputación Foral de Alava, contrató al enólogo francés Jean Pineau para que asesorara a los bodegueros locales en los métodos de elaboración y envejecimiento de los vinos. Entre sus méritos destacan la introducción del método bordelés, que permitía envejecer los vinos locales, cosa imposible por aquella época. Este hito en la elaboración de los riojas permitió su salida del ámbito local para comercializarse en mercados lejanos e instauró las bases de lo que ahora es el pujante sector vitivinícola en la Rioja.

Transcurrió más de un siglo para llegar a la segunda revolución en Rioja. Así, a mediados de los ochenta, en plena ebullición en el mercado de caldos de otras denominaciones de origen que amenazaban con usurpar a Rioja la corona de los vinos de calidad, la bodega Marqués de Riscal presentó un caldo legendario. Un vino producto de la selección del fruto en el campo y en las mesas de selección de la bodega -práctica inmediatamente fue copiada por otras bodegas-, que fue bautizado con el nombre de Barón de Chirel y que vino a demostrar todo el potencial que atesora la Rioja. Una vez más, desde Marqués de Riscal sirvió de modelo de referencia a toda la comunidad vitícola.

El otro gran desafío en el que está inmerso la bodega es la creación de su nueva sede social, confiada al arquitecto canadiense Frank Gerhy. El nuevo edificio albergará los servicios de hotel, restaurante, museo, biblioteca de enología, etc. Un proyecto que nace con el espíritu de acercar al consumidor la cultura del vino, que en el caso de Riscal es un recorrido por la historia de las denominaciones de origen de Rioja, Rueda y Toro.