La crisis cabalga por Castilla y León
El cierre de la fábrica de Fontaneda en Aguilar de Campoo asesta un duro golpe a la economía de la región
Aguilar de Campoo, al norte de la provincia de Palencia, ya no huele a vainilla. En la ciudad española galletera por excelencia la incertidumbre se ha hecho un hueco tan grande como las lágrimas de muchas de las mujeres y hombres que trabajan desde hace más de 25 años en la empresa Fontaneda. La producción de galletas está parada desde el jueves pasado, día en que los responsables de United Biscuits pusieron sobre la mesa de los sindicatos un expediente de extinción de contratos en el que se asegura que la factoría palentina no es rentable.
El pasado sábado, al medio día, más de 6.000 personas se manifestaron por las calles de la localidad para exigir el mantenimiento de la fábrica. Los comercios y bares cerraron y la vida se detuvo durante algunas horas para exigir a coro que no ocurra con Fontaneda lo que ha pasado en los últimos años con el resto de empresas galleteras de la localidad y, por tanto, no muera industrialmente toda una comarca. Más de 7.000 personas, según la Policía Local, se manifestaron ayer contra esta medida en una jornada que se desarrolló sin incidentes. Hoy está prevista una reunión con la dirección de la multinancional.
Unas 7.000 personas protestaron ayer en la calle por el cierre de la fábrica de galletas
El cierre de Fontaneda 'es un capricho de la United Biscuits', asegura Hilario Álvarez, presidente del comité de empresa e hijo de Alberto Álvarez, preso republicano y trabajador jubilado que ingresó en Fontaneda en 1929. Hilario es el más pequeño de cuatro hermanos que, al igual que sus padres, han trabajado 'toda la vida' para la marca galletera. El pasado sábado encabezó junto a responsables políticos regionales y locales la manifestación que secundaron, no sólo los habitantes del pueblo, sino los vecinos de muchas localidades de la comarca que intuyen, 'si la Junta de Castilla y León no lo remedia', la muerte industrial de esta zona palentina.
'Nadie entiende cómo hemos llegado a esta situación', explicaba uno de los camareros del restaurante Cortés, quizá el más afamado de la villa. 'En 1996 nos llegó el primer susto con la venta de Fontaneda a United Biscuit', a partir de entonces el declive 'ha sido paulatino y constante. No se ve alegría en la calle ni en los comercios'. Y es cierto. Las calles de Aguilar de Campoo, con la sobriedad románica de sus piedras, ofrecen ahora un desangelado panorama horas después de conocer la decisión de cierre de la multinacional.
Aguilar de Campoo albergaba cinco fabricas de galletas hace 20 años. Empresas como Fontaneda ocupaban a más de 1.000 trabajadores y su mano de obra era en gran parte femenina. 'Se entraba de pequeño en la fabrica; sabíamos que siempre podíamos disponer de un puesto de trabajo seguro haciendo galletas', señala Mari Carmen, hermana de Hilario e hija de Alberto. A sus 54 años, es una de las trabajadores que sufrió en sus carnes la venta de Fontaneda a United Biscuits. 'Nada más llegar estos señores aplicaron el primer expediente, y a mí, como a otras más, me prejubilaron'. Al llegar la multinacional había 600 puestos de trabajo, ahora son 212, cuarenta de los cuales pueden ser prejubilados y el resto trasladados a las factorías que la dueña de Artiach o Fruco tiene en el País Vasco y Navarra.
Otra de las opciones, en caso de cierre, es trasladar a gran parte de los trabajadores a una conservera, que, al parecer, la multinacional quiere construir en Extremadura para mantener sus 18.000 toneladas de producción al año. La fabrica que en 1881 vio nacer una marca que ha dado nombre a todas las galletas se debate ahora en una situación que no es extraña para la comunidad de Castilla y León. Desde junio de 2001 hasta abril de este año, otras siete fábricas más de la comunidad, repartidas entre Valladolid, Palencia, Burgos, Soria y Segovia, han puesto en la calle a más de 1.500 trabajadores. Tecnauto, Enertec, Alfacel, Delphi Pakard, Revilla 2, Cellopfame y la propia Fontaneda son estas empresas, la mayoría de las cuales han recibido subvenciones del Ejecutivo regional.
Después viene la picardía, tal y como al parecer pretende la United Biscuits: 'Tras hacerse con las subvenciones hace cinco años, marcharse nada más cumplir los compromisos firmados aún a pesar de que la fábrica sea operativa y su rendimiento satisfactorio', según los representantes de los trabajadores. Si finalmente se despide a los empleados de la galletera, el número de trabajadores despedidos en Castilla y León en el citado periodo de tiempo superará los 1.800 operarios.
Pintan bastos en asuntos como el empleo para este Gobierno autónomo, que califica las acusaciones de la oposición como descalificaciones interesadas, pero al que perece olvidársele que pagó 3.000 millones de pesetas por Cristaloid, empresa que luego vendió por una peseta; o los otros 600 millones más que adjudicó a la Hispano Textil de Bejar en Salamanca. Nunca se devolvieron esas ayudas públicas, que tampoco sirvieron para reflotar esa industria.
Así las cosas, además de enfrentarse al problema de Aguilar de Campoo, la Junta también tendrá que esforzarse en evitar otro cierre cantado en Palencia, el de la Azucarera de Monzón de Campos, que, además de poner en la calle a más de 100 trabajadores, puede poner en peligro la actividad de miles de agricultores. La situación de Fontaneda, que ha conseguido aunar todas las voluntades, es para los socialistas en la región 'un ejemplo muy claro de la permisividad con que el Gobierno autónomo trata los problemas del empleo'.
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