La fiscal de La Haya acusa a Milosevic de "salvajismo medieval"
Carla del Ponte presentará a altos cargos del Ejército y el Gobierno serbios como testigos protegidos
No hubo ideales en sus desmanes en los Balcanes, sino una desaforada ambición de poder, un poder personal en el que sustentar la construcción de una Gran Serbia a costa de la supremacía étnica y de la deportación y el exterminio de las demás minorías. Así lo dijo ayer Carla del Ponte en la apertura del juicio contra Slobodan Milosevic, el primero en la historia contra un ex jefe de Estado. 'Éste es un proceso histórico que no acusa a un pueblo, sino a un individuo', manifestó en sus primeras alegaciones la fiscal jefe del Tribunal Penal Internacional para los crímenes en la antigua Yugoslavia (TPIY). Milosevic, que no reconoce la validez de esta corte, se dedicó a tomar notas y a preparar su réplica.
Siete meses y medio en el centro de reclusión de Scheveningen no le han hecho aún mella
Fue un momento solemne cuando a las 9.30 un funcionario anunció el inicio del juicio IT-02-54T contra el ex presidente de la República Federal de Yugoslavia y cuatro colaboradores, éstos pendientes de ser entregados a la justicia internacional. Del Ponte subrayó que los actos promovidos por Milosevic habían conseguido que un término como 'limpieza étnica' tenga un uso común en el lenguaje. 'Algunos de los incidentes conocidos demuestran un salvajismo medieval y una crueldad calculada que van mucho más allá de las fronteras de la legitimidad de la guerra', añadió.
Acusado de crímenes de guerra y contra la humanidad en Croacia, Bosnia y Kosovo y de genocidio en el caso bosnio, delito por el que arriesga cadena perpetua, el ex dictador compareció como siempre: impoluto en su traje azul, perfecto corte de pelo y afeitado, zapatos lustrados y aspecto relajado. Siete meses y medio en el centro de reclusión de Scheveningen, a las afueras de La Haya, no le han hecho aún mella. Dicen de él sus guardianes que es un detenido modélico. Quizás el físico de este hombre de 60 años comience a resquebrajarse a lo largo de un proceso que se puede prolongar durante bastante más de 12 meses.
Y, como siempre, mostró el total desprecio hacia Del Ponte, cuando ésta empleó media hora para el alegato de apertura, en inglés y luego en francés. 'Es una desgracia que el acusado haya intentado aprovechar sus anteriores comparecencias para realizar intervenciones políticas. En lo que a mí respecta no voy a caer en intercambios de ese tipo. Ésta es una sala de tribunal y no de debate', advirtió la enérgica fiscal, cuya conducta poco diplomática es objeto a veces de polémica.
'Excelente táctico y firme estratega, Milosevic no ha hecho más que perseguir su ambición, al precio de indecibles sufrimientos para quienes se oponían a él o representaban una amenaza para su estrategia personal de poder. No busquemos ideales detrás de sus actos. Más allá del pretexto nacionalista y del horror de la limpieza étnica, de la retórica y de su discurso obsoleto, es el poder lo que motivó a Slobodan Milosevic. No son ni las convicciones personales ni menos todavía el patriotismo y el honor, ni siquiera el racismo o la xenofobia lo que animan al acusado, sino la búsqueda del poder, del poder personal', afirmó.
Milosevic se entretenía entonces en poner la mirada en otro sitio que no fuera la rubia cabellera de la procuradora suiza. Sin embargo, debió intranquilizarse cuando ésta adelantó que entre los numerosos testigos que ha llamado a declarar figuran jefes militares, diplomáticos, representantes de Gobierno y otras personas de rango, 'que consideran que es correcto y conveniente para ellos ayudar a este tribunal aportando pruebas y para dejar su huella en la historia de la humanidad'. La fiscal no ha hecho público los nombres, salvo a los tres magistrados de la corte, pero ha pedido especial protección para ellos. Declararán como si fueran mafiosos, ante los jueces y ante Milosevic, escondidos de la luz de las cámaras.
Del Ponte trató ayer de desmontar el argumento del imputado que considera inválido este tribunal: 'Traigo al acusado Milosevic y lo hago en nombre de la comunidad internacional y de todos los miembros de Naciones Unidas, incluidos los Estados de la antigua Yugoslavia'. EL TPIY nació en 1993 por decisión del Consejo de Seguridad de la ONU, como el de Ruanda. Milosevic insiste en que no tiene el refrendo de la Asamblea General, pero en 1995, en Dayton, admitió la conveniencia de que se creara un órgano judicial para esclarecer los atropellos cometidos en Bosnia.
La primera sesión la consumió prácticamente el ayudante de la fiscal, el británico Geoffrey Nice, quien con una calma profesoral comenzó a desgranar, durante cuatro horas, la historia pasada de Croacia, Bosnia y Kosovo.
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