El Gobierno de Holanda dimite al asumir su responsabilidad en la matanza de Srebrenica
Los 'cascos azules' holandeses no evitaron la muerte de 7.500 musulmanes de Bosnia en 1995
Los ecos de la matanza de Srebrenica sobrepasaron ayer a la fuerza del consenso, tan arraigada en la política holandesa, y se llevaron por delante al Gobierno de centro-izquierda del primer ministro socialista, Wim Kok. Acusado de ambicioso por el informe oficial sobre la tragedia, por haber aceptado una misión imposible de paz, saldada con el asesinato de 7.500 varones musulmanes a manos de los soldados del general serbobosnio Ratko Mladic, en julio de 1995, el Gabinete presentó su dimisión casi siete años después de los hechos.
El gesto tuvo mucho de simbólico. El primer ministro Wim Kok había anunciado ya su intención de abandonar la política nacional, y las elecciones generales están previstas para el próximo 15 de mayo.
La reunión de un consejo de ministros extraordinario en medio de la semana dio la señal de alarma ayer en La Haya. A pesar de que Wim Kok, recién llegado al poder en 1995, aseguró hace una semana, con el informe en la mano, que por fin podía mirar de frente a todos los supervivientes de Srebrenica, quedó claro que estaba herido de muerte.
La paradoja, casi un sarcasmo para las familiares de las víctimas de aquella matanza ha sido que la caída fuera precipitada al final por la insistencia del actual ministro de Medio Ambiente, Jan Pronk, de convertirse en la conciencia de sus colegas.
El mismo primer ministro dimisionario tuvo que emplearse a fondo anoche para demostrar que la decisión final era suya y no de Pronk. 'He tomado una resolución sentida, pero racional, y es mía', dijo Wim Kok, tras subrayar que las conclusiones del informe sobre Srebrenica sólo podían tener 'serias consecuencias políticas'. También añadió, con semblante severo, que no se consideraba, ni él ni su Gobierno, 'el causante del genocidio'.
Pronk era titular de Ayuda al Desarrollo, cuando los disparos de los hombres de Mladic abatieron a 7.500 hombres adultos y jóvenes en edad militar en Srebrenica. El mismo día de la matanza, el 11 de julio de 1995, ya dijo Pronk que se sentía 'corresponsable' de lo ocurrido y esperaba que el Gobierno asumiera las consecuencias.
Sus quejas sólo provocaron malestar, cuando no ira, entre sus colegas, que han vuelto a mirarle ahora con cierto resquemor. Pronk pensaba dimitir mañana durante el consejo de ministros. Lo mismo se esperaba de Frank de Grave, actual ministro de Defensa.
Ejército holandés
El departamento de este último había sido acusado en el informe de ceder a las presiones de la cúpula del Ejército holandés. Hace siete años, en pleno desastre humanitario en Bosnia-Herzegovina, los jefes militares suavizaron la realidad para preservar la imagen de las Fuerzas Armadas.
El resultado fue que Joris Voorhoeve, entonces al frente de Defensa, se enteraba antes por la CIA de lo que ocurría en Bosnia que consultando a sus propios generales.
La dimisión del Gabinete holandés es la novena de este tipo desde la II Guerra Mundial. Dada la proximidad de las elecciones generales de mayo, la reina Beatriz le ha pedido a Wim Kok que continúe en su puesto hasta entonces, aunque sin poder para legislar. El Congreso debatirá hoy lo sucedido y lo mismo harán los mandos del Ejército.
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