Simmons gana un ‘sprint’ de 25 kilómetros en la Volta Catalunya
El ciclista norteamericano del Lidl-Trek se impone en una etapa de lo más caótica, reducida y a punto de suspenderse por el fuerte viento, y sin cambios en la general. Ayuso mantiene el liderato con un segundo sobre Roglic


Como un aperitivo de lo que iba a suceder, la mala noticia llegó durante la noche del día anterior. Un golpe doloroso que no pasaba de coscorrón, pues se había cancelado la ascensión al Coll de Pradell, el único hors catégorie de la Volta, en la etapa de Berga a Queralt, la penúltima del certamen. El viento, explicaban y según las recomendaciones del Servicio Catalán de Tránsito, hacía inviable rodar por la montaña, todo un peligro para los corredores. Pero quedaban tres puertos más, por lo que la etapa reina quedaba en pie, aunque un poco desteñida. Duró poco; lo que tardó en amanecer. Vendaval agresivo, incertidumbre general, caos infinito y solución al galope que acabó por convertir la etapa, tras enredos y entuertos, tras debates y probaturas, en una carrera de 25 kilómetros. Fue deseo de los ciclistas (de algunos), remolones por competir en esas circunstancias. Fue un sprint largo sin cambios en la general. Uno que se llevó Quinn Simmons, norteamericano republicano y de Donald Trump, pelo largo y panocha como también su bigote, muy al estilo de un motorista de Harley-Davidson.
Azotaba un vendaval tremendo por el Paseo de la Industria de Berga de buena mañana, al punto de que varias sombrillas de los comercios y de tamaño considerable volaron o, incluso, se partieron en dos. Los miles de aficionados que se acercaron para ver a los protagonistas, baño de masas que explica la afición de la tierra a las dos ruedas y el manillar, se protegían con capuchas, tras los coches o los árboles, y mantenían la sonrisa. Y aunque tardaron en aparecer los autocares de los equipos, el semblante era bien diferente en los directores deportivos, también en los corredores. Resulta que se habían enterado por las redes sociales que quizá también anulaban la última ascensión, de cuatro a dos montañas. Momentos de nervios y dudas, de cambios en la estrategia de la carrera. Ocurrió, sin embargo, que todos se quedaron cortos. “Al final hemos tenido que plantear un recorrido alternativo, un circuito de unos 60 kilómetros que se cubrirá dos veces”, resolvía Rubén Peris, el director de la Volta, ajetreado entre llamadas y reproches, entre consultas y decisiones; “pero no se hará ninguna montaña porque el viento...”. De etapa reina a jornada al sprint. Y todavía fue peor; y casi no ocurrió ni eso.
Durante un cuarto de hora, los ciclistas aguardaron sentados en sus bicis al pistoletazo de salida, muchos renuentes a participar en una carrera que consideraban innecesaria. Pero la decisión, conciliada entre la dirección del certamen, los comisarios de la carrera y la policía, ya se había tomado. Aunque, como es lógico, no llovió para todos igual, puesto que había equipos, como el Ineos o el Visma —que había decidido retirar a Brennan de la carrera tras dos laureles de etapa—, que preferían no rodar, preocupados por un topetazo que saliera caro. Se amagó, incluso, con un plante, descartado después de que Peris hablara con un pequeño elenco representativo de los ciclistas. Y se acabó por tomar una resolución salomónica, una primera vuelta neutralizada -sin ataques, solo para probar- y una segunda de competición si se terciaba. Toda una bofetada para el UAE y el Bora, las escuadras de Ayuso y Roglic, diferenciados por un solo segundo en el liderato, deseosos de las montañas y de exhibir músculo porque la última jornada, sobre los repechos de Montjuïc, no suele dar para muchos ataques exitosos.
“Si hubiera habido puertos, bien porque Juan está en un estado perfecto de forma, pero ahora se trata de sprints y bonificaciones”, descifraba Joxean Matxín, director deportivo del UAE. “No es lo ideal porque venías con expectativas y con unos días marcados”, se sumaba su homólogo del Bora, Patxi Vila; “era una etapa importante para la carrera, que ahora se queda un poco descafeinada, y también para el futuro, porque era la mejor preparación para el Giro”. Aunque ambos entendían la resolución de suprimir los puertos. “Hemos estado mirando las aplicaciones y, viendo las previsiones, arriba en los puertos hay rachas de más de 100 km/h. Es un riesgo innecesario porque con ese viento, un corredor no es que se caiga al suelo, sino que sale volando”, intercedía Matxín. “Son cosas que no se pueden controlar y hay que adaptarse”, aceptaba Vila; “pero, así las cosas, independientemente de quién gane, no lo hará el más fuerte”.
Etapa 6⃣ @AjuntamentBerga
— Volta a Catalunya (@VoltaCatalunya) March 29, 2025
🟢Classificació General / GC Classification🟢
🥇 @juann_ayuso - @TeamEmiratesUAE
🥈 @rogla - @RBH_ProCycling + 0'01"
🥉 @EnricMasNicolau - @Movistar_Team + 0'21"#VoltaCatalunya104 🚴♂️ @esportcat pic.twitter.com/vzccgGrloT
Simmons sí lo fue en Berga. Pero por momentos se dudó que se corriera. Hasta que Roglic, como portavoz del pelotón y antes de acabar la primera vuelta al circuito, se acercó al coche de los comisarios y lo resolvió con un: “Todo está bien”. Después fueron Marc Soler (UAE) y Juanpe López (Lidl-Trek) para pedir competir antes de lo acordado, para evitar hacer la segunda vuelta al recorrido y llegar muy tarde a los hoteles de Barcelona, toda vez que el ritmo hasta ese momento, ya que estaban en carrera neutralizada, era de chirigota. Petición que aceptó a regañadientes la comisión y que cifró la etapa en 25 kilómetros para resolverla al sprint final, sin bonificaciones ni nada, lo que impidió por completo el nuevo capítulo del duelo Ayuso-Roglic. “Estoy un poco en shock por los cambios. No quería jugar en una Volta así, pero son las circunstancias que nos han tocado y los cambios son comprensibles viendo el viento que hace”, aceptó Ayuso, que señaló que algunos sí querían correr lo establecido. “Algunos ciclistas no han cumplido con lo establecido. Al principio no querían correr y después, en lo que es una falta de respeto, han decidido que se acabara la etapa antes”, protestó el director Peris.
En la quizá carrera más corta de la historia, Verona (Lidl-Trek) y Van den Broek (Picnic) abrieron un pequeño hueco, aspiración de poder dos contra todos, un pulso de David contra Goliat. No se salieron con la suya, absorbidos a falta de 10 kilómetros. Y, certificado que no habría cambio alguno en la clasificación —bastaba con que todos llegaran dentro del pelotón a cinco kilómetros de meta—, muchos ciclistas se fueron descolgando. Todo se reducía al sprint. O ni eso, puesto que en la última rampa, a eso de un kilómetro, Simmons se puso de pie sobre la bicicleta y arrancó de forma furibunda, despegándose incluso de su sombra, un hueco enorme que nadie pudo negar, por más que no le sobrara ni un segundo en la meta. Suya fue la gloria en un día de ciclismo triste y caótico, en una etapa que se pedía ser la reina y que acabó, por culpa del viento, por ser un chiste.
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