Bush teme que Al Qaeda use armas químicas o nucleares en futuros ataques
El presidente de EE UU intenta reforzar la coalición ante los síntomas crecientes de abandono
George W. Bush aseguró ayer que existía un riesgo real de que Al Qaeda utilizara armas nucleares, químicas y biológicas en futuros atentados. El presidente de Estados Unidos trató de convencer al mundo de que la organización terrorista constituía 'un peligro para la libertad' comparable al que habían representado la Alemania nazi o la Rusia soviética. 'La derrota del terrorismo requiere una coalición internacional de una dimensión sin precedentes', afirmó. 'Ésta es una guerra que debemos ganar', subrayó Bush durante un discurso pronunciado desde Washington por videoconferencia.
Más tarde, en una rueda de prensa conjunta con el presidente de Francia, Jacques Chirac, el presidente de Estados Unidos precisó que no había hecho otra cosa que referirse a las palabras del propio Osama Bin Laden, quien en varias ocasiones ha declarado que sería legítimo utilizar artefactos nucleares o difundir enfermedades de laboratorio en la lucha por liberar el mundo árabe.
'Bin Laden reconoce su intención de emplear armas de destrucción masiva. Si no las tiene aún, haremos todo lo posible para que no las consiga. Si ya dispone de ellas, haremos todo lo posible para impedir que las utilice', aseguró el presidente de Estados Unidos. 'Nos enfrentamos a un hombre malvado y no me parecería impropio de él que desarrollara armas maléficas para dañar la civilización, tal como la conocemos', comentó Bush ante los dirigentes de 16 países de Europa central y oriental, reunidos en Varsovia.
George W. Bush, impulsor de la campaña mundial contra el terrorismo, percibe síntomas de desgana o desaliento en algunos sectores de la variopinta coalición articulada a toda prisa después del 11 de septiembre. La guerra en Afganistán se alarga y causa víctimas civiles, los países árabes se inquietan y Osama Bin Laden dosifica con gran eficacia, mayor hasta ahora que la demostrada por el Gobierno estadounidense, sus mensajes propagandísticos. Bush ha decidido concentrarse esta semana en incrementar la presión diplomática. A sus aliados más reticentes les advirtió ayer de que 'ninguna nación puede permanecer neutral en este conflicto' y les recordó que la guerra iniciada en Afganistán no podía perderse o dejarse a medias, porque supondría la rendición ante el terrorismo internacional.
Bush sugirió su insatisfacción con la escasa actividad desplegada por algunos Gobiernos formalmente integrados en la coalición. No nombró a nadie, pero en todas las mentes estaba un país tan crucial como Arabia Saudí. Las autoridades saudíes afirmaron el lunes que Bush les había pedido excusas, personalmente, por las críticas aparecidas en la prensa estadounidense contra el Gobierno de Riad, que se niega, entre otras cosas, a congelar los activos de personas físicas y jurídicas supuestamente vinculadas al terrorismo. Fuentes de la Casa Blanca precisaron, de forma indirecta, que Bush no había pedido excusas de ningún tipo a ningún dirigente saudí.
'Es importante que las naciones sepan que se les pasará factura por su inactividad', afirmó Bush. 'En la lucha contra el terrorismo, o se está con nosotros o se está contra nosotros', agregó. Jacques Chirac, que se encontraba junto a Bush en los jardines de la Casa Blanca, le secundó: 'Cada uno debe contribuir según sus posibilidades, pero nadie puede negarnos su ayuda'.
Bush hablará por primera vez el próximo sábado ante la asamblea general de las Naciones Unidas, cuya reunión, prevista para finales de septiembre, tuvo que ser aplazada a causa de los atentados que destruyeron el World Trade Center, parte del Pentágono y cuatro aviones comerciales. El líder del socio más poderoso de la organización dedicará su discurso a definir las 'responsabilidades comunes en la guerra contra el terrorismo' y a exigir la cooperación de todos los países miembros de la ONU. El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas ya aprobó una resolución en la que reconocía la legitimidad de las acciones de Estados Unidos contra Afganistán y el terrorismo en general, basándose en el derecho a la 'legítima defensa', y en la que se afirmaba que los miembros de la ONU debían prestar su apoyo a Washington.
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