Una inspección de la CNMV descubrió en mayo de 1999 las cuentas cifradas suizas en el HSBC
El banco ocultó al organismo supervisor la identidad de 30 partícipes en un fondo de inversión
La existencia de cuentas cifradas a nombre del British Bank of Middle East en Ginebra (Suiza) en el HSBC de Madrid fue descubierta en mayo de 1999 en una inspección rutinaria de la CNMV sobre un fondo de inversión de dicho banco. El organismo regulador encontró que se vulneraba la norma sobre transparencia por la ocultación de la identidad de al menos 30 de los partícipes en el fondo de inversión. Posteriormente, el Banco de España prosiguió la investigación abierta por la CNMV. El gobernador del Banco de España, Jaime Caruana, admitió el viernes en el Congreso, que la autoridad monetaria sólo ha averiguado desde entonces que en total existen 138 cuentas secretas por un monto de 11.292 millones de pesetas.
La mayoría de los clientes que se ocultan en las cuentas cifradas no son extranjeros, sino españoles que desde sus cuentas en Suiza abrieron otras secretas en Madrid, y, en algunos casos, han invertido en bolsa, según fuentes relacionadas con el manejo de estas cuentas.
En mayo de 1999, tres inspectores de la CNMV (Luis Martín, Maria del Mar Rubio y Mario Marchiandi), pertenecientes al área de supervisión que dirigía David Vives -el Jefe de Supervisión que destapó el fraude de Gescartera en abril de 1999 y propuso la intervención de la agencia de valores- sometieron a una inspección rutinaria a la gestora de fondos del HSBC, denominada HSBC Fund Management España. Para su trabajo, pidieron un dato elemental en toda comprobación de esa índole: el listado de clientes. El presidente de la gestora, Antonio Pontones, se la facilitó. Para sorpresa de los inspectores, Pontones entregó un listado que incluía una treintena de clientes que como única identificación tenían un número de cuenta del British Bank of Middle East (BBME) en su oficina de Ginebra (Suiza). No había más nombre que BBME1, BBME2, etcétera.
Clientes secretos
Los inspectores reclamaron a Pontones que identificara a tales clientes secretos. El presidente de la gestora elevó la cuestión al entonces subdirector general del banco, Jaime Galobart, y al jefe de la banca privada, Jesús Pantoja. Ambos le indicaron que era una operativa legal, que suponían que eran inversores extranjeros que utilizaban dicho banco y que su identificación no estaba a su alcance.
Pontones trasladó dicha respuesta a los inspectores de la CNMV, y apuntó que sólo el área de comercialización del banco, encargada de captar clientes, podía conocer la identidad de los clientes secretos. La inspección de la CNMV duró tres meses.
Al concluirla, a primeros de septiembre, los inspectores enviaron por carta la conclusión de la auditoría en la que, entre otras deficiencias, se apuntaba la existencia de las cuentas cifradas. El escrito reclamaba, nuevamente, la identificación de las cuentas cifradas tanto a la dirección del banco como al presidente de la gestora. Pontones reiteró por carta que estaba fuera de su alcance dicha información. Tampoco hubo respuesta satisfactoria de la dirección.
De 26 a 135 millones
Según personas relacionadas con el fondo de invesión del HSBC, la llegada de clientes secretos se produjo ante la endeblez del volumen de dinero que manejaba el fondo de inversión. Los responsables de la gestora, que pasó de 26 millones de fondos en 1995 a 135 millones en 1996, nunca tuvieron a su alcance la identidad de los clientes secretos, ya que la gestora se limitaba a comprar acciones para esos fondos y a administrarlos. Los movimientos de las cuentas cifradas, tanto en su flujo hacia Suiza como en posibles transferencias a cuentas en España, sólo podían ser conocidos por el área de banca privada y la dirección del banco.
El banco despidió al presidente de la gestora, Antonio Pontones, en octubre de 2000 y le sustituyó por Mikel Unanue.
Francisco José Bauza, socio de Alberto Alonso Ureba, hermano del ex secretario de la CNMV, Antonio Alonso Ureba, es consejero desde la creación del fondo.
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