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DESARME DEL IRA

El Reino Unido comienza a destruir sus instalaciones militares en el Ulster

Londres cierra cuatro polémicas instalaciones como primer paso hacia la desmilitarización

El Gobierno británico dio ayer una calurosa y simbólica bienvenida al desarme del Ejército Republicano Irlandés (IRA). Al gesto histórico del IRA, Londres contestó con otro no menos cargado de simbolismo: ayer mismo empezó la demolición de dos polémicas instalaciones militares y hoy empezarán a desmantelarse otras dos. Los unionistas moderados, atentos al guión de la armonía en Irlanda del Norte, reintegraron a sus tres ministros en el Gobierno autónomo, dando el primer paso para acabar con la crisis institucional. 'La gente ha entendido que las pistolas y las bombas no tienen ningún sitio en el futuro de Irlanda del Norte', dijo solemne en la Cámara de los Comunes el primer ministro británico, Tony Blair.

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Irlanda del Norte sigue viviendo un sueño de paz. Sólo los paramilitares unionistas, cada vez más escorados en contra del Acuerdo de Viernes Santo, rompieron la armonía general negándose a entregar las armas. Tony Blair les exhortó en el Parlamento de Westminster a seguir el camino del IRA.

El histórico gesto de los republicanos, admitiendo que la lucha armada ya no tiene ningún futuro y que sólo la política es el camino adecuado para conseguir sus objetivos, se ha transformado en una explosión de optimismo en el Reino Unido. En un país en el que el primer ministro ocupa su residencia oficial apenas unas horas después de que se hayan dado a conocer los resultados de las elecciones, los acontecimientos se sucedieron ayer a gran velocidad.

El ministro para Irlanda del Norte, John Reid, anunció en la Cámara de los Comunes que el Gobierno, con el acuerdo del jefe de la policía norirlandesa, ha decidido desmantelar cuatro polémicas instalaciones militares en la provincia. El cierre de las torres de observación de Sturgan Mountain y de Camlough Mountain, al sur del condado de Armagh, empezó ayer mismo. La demolición de una base del Ejército británico en Magherafelt (condado de Derry) y las instalaciones de seguridad de Newtonhamilton empezarán hoy mismo.

Son decisiones simbólicas porque estas instalaciones están situadas en territorios tradicionalmente controlados por el IRA junto a la frontera que separa Irlanda de la provincia del norte. Son, además, instalaciones muy visibles, feas, en lugares elevados de la campiña, que son consideradas por los republicanos como una provocación. El Gobierno quiere simbolizar además que la destrucción del arsenal del IRA hace innecesario mantener esa vigilancia. A medida que se destruyan más armas será menos necesario el control.

Las cuatro bases a desmantelar se decidieron en los acuerdos de Weston Park de julio pasado, cuando Londres, Dublín, unionistas y republicanos intentaron sin éxito desactivar la primera crisis institucional provocada por la dimisión de David Trimble como ministro principal de Irlanda del Norte.

Estabilidad a las instituciones

El ministro John Reid anunció también que, tras el inicio del desarme del IRA, el principal objetivo del Gobierno británico será dar estabilidad a las instituciones y poner en práctica la totalidad del Acuerdo de Viernes Santo de 1998. Eso significa, entre otras cosas, explicó, la reforma de la policía y la progresiva reducción de las tropas acantonadas en Irlanda del Norte, que en la actualidad suman 13.000 soldados británicos. Ésas son las dos grandes exigencias planteadas siempre por los republicanos como consecuencia del desarme.

Tony Blair subrayó en los Comunes la determinación de su Gobierno de cumplir con su 'obligación absoluta' de proteger al pueblo de Irlanda del Norte. Pero expresó también su voluntad de que los dispositivos de seguridad se reduzcan a niveles considerados normales en otros lugares e ir reduciendo de manera progresiva la presencia militar en Irlanda del Norte. Pero dejó claro que eso dependerá de que se reduzcan también los niveles de amenaza que se viven en la provincia. Es decir, de la repetición de actos de desarme por parte del IRA y, al mismo tiempo, la progresiva desaparición de la violencia que aún salpica las calles de Belfast y otras ciudades.

El líder de la oposición, Iain Duncan Smith, que recordó que en sus tiempos de militar patrulló por las calles del Ulster, dio la bienvenida al desarme, pero afirmó que la amenaza que suponen los paramilitares disidentes de ambos lados sigue siendo 'muy alta'.

Más optimista, el ministro John Reid afirmó: 'Mientras Oriente Próximo nos muestra lo que ocurre cuando no hay diálogo, hoy podemos decir en este Parlamento que el Acuerdo de Belfast está vivo y que sigue adelante', proclamó el ministro Reid con evidente satisfacción.

Colapso institucional

El líder de los unionistas moderados, David Trimble, cumpliendo con el compromiso que siempre había expresado, acordó ayer restituir en sus funciones a los tres ministros de su partido, evitando así el colapso institucional del Gobierno autónomo. Si la crisis hubiera ido más allá de las doce de la noche de hoy, jueves, la Asamblea del Ulster habría quedado automáticamente disuelta y el Gobierno de Londres tendría que haber elegido entre convocar elecciones o recuperar su control directo sobre Irlanda del Norte, reabriendo así los acuerdos de Viernes Santo.

Pero la crisis institucional sólo se ha resuelto en parte. David Trimble sigue estando formalmente dimitido como ministro principal. El próximo sábado, su partido deberá decidir si aprueba su retorno a la presidencia, en cuyo caso la Asamblea del Ulster debería elegirle a él y al vicepresidente católico con la mayoría de los votos de las dos comunidades.

Trimble se presentará ante su cada vez más radicalizado partido como un vencedor, como el hombre que ha conseguido que el IRA comience públicamente su desarme, y lo atribuirá a sus tácticas de presión sobre el Sinn Fein. Pero Trimble está cada vez más aislado entre los cada vez menos moderados unionistas del UUP (Partido de los Unionistas del Ulster).

El cabeza visible del ala dura del partido protestante, el joven Jeffrey Donaldson, ya advirtió ayer de que su partido no debería renunciar a retirarse del Gobierno como arma de presión para forzar al IRA a proseguir su desarme. Pero tanto el Sinn Fein como el Gobierno de Londres hacen de la estabilidad institucional una de las piedras angulares para dar credibilidad al proceso político en Irlanda del Norte.

Un niño católico, camino de su colegio, charla con un policía antidisturbios en una zona protestante de Belfast.
Un niño católico, camino de su colegio, charla con un policía antidisturbios en una zona protestante de Belfast.AP

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