Londres pacta con un partido bisagra y salva la autonomía del Ulster
La Alianza garantiza la mayoría de Trimble
El proceso de paz en Irlanda del Norte es como un partido de fútbol en el que el árbitro goza de un poder casi ilimitado para cambiar las reglas y tomar decisiones sobre la marcha que beneficien al equipo que él considera más digno de la victoria. El árbitro es el Gobierno británico, cuyo ministro responsable de la diminuta provincia del noreste de la isla de Irlanda, John Reid, pasó el día de ayer intentando inventar una salida ingeniosa a la última crisis que amenaza con destruir el siempre precario Acuerdo de Viernes Santo.
Y Reid, como todos sus antecesores en el cargo desde que se firmó el acuerdo hace tres años y medio, no fracasó. Aunque todavía quedan dificultades por delante, ha dado con la fórmula para lograr su objetivo, compartido por la mayoría del pueblo norirlandés, de instalar a David Trimble en el cargo de primer ministro de Irlanda del Norte.
El viernes, Trimble falló en su intento de ser reelegido, tras lo que considera que ha sido una traición, a la hora de votar en la Asamblea General de la provincia, de dos integrantes de su propio partido, el mayoritario Partido Unionista del Ulster (UUP). Falló, pero, según el sistema bizantino pero poco democrático que rige en la Asamblea, por sólo un voto. Lo que Reid ha logrado, tras horas y horas de reuniones con dirigentes políticos en Belfast, es encontrar la manera de conseguir cinco votos nuevos para Trimble, más de los necesarios para que gane con comodidad y vuelva a ser primer ministro, para que funcione de manera normal la Asamblea y que el proceso de paz siga adelante.
Los cinco votos pertenecen a los cinco representantes en la Asamblea del pequeño partido de la Alianza. La Alianza es tan independiente que se ha negado a aceptar que se le clasifique de una de las dos maneras tradicionales en los partidos políticos de Irlanda del Norte: o como nacionalista, católico, antibritánico, o como unionista, protestante, probritánico. La astuta idea de Reid, que es escocés y católico, es que la Alianza deje a un lado su orgullo a favor del bien general y permita que se le designe como partido unionista. Entonces este partido, plenamente a favor del Acuerdo de Viernes Santo, le podría dar a Trimble los votos que necesita. Y la Alianza, aunque teme la erosión de su identidad, ha aceptado la propuesta. Cambiará de afiliación por una semana, según declararon anoche fuentes del partido. Después volverán a ser lo que han sido siempre.
Pero hay otro problema. En la medianoche de ayer venció el plazo establecido para la elección del primer ministro. ¿Qué hacer? Adelantar el plazo. Los británicos, en circunstancias similares de peligro para la paz, han actuado ya varias veces con similar descaro. Según información filtrada de las reuniones de ayer, Reid estaba pensando arbitrariamente declarar que a principios de esta semana que viene, posiblemente mañana, lunes, se llevaría a cabo otro voto en la Asamblea General, esta vez con la seguridad de que su preferido, Trimble, saldría el vencedor.
Todo lo cual deslegitimaría el proceso político y provocaría una reacción feroz del Partido Democrático Unionista (UDP), de Ian Paisley, que se opone al Acuerdo de Viernes Santo y que ya ayer amenzaba con recurrir a los tribunales si la 'trampa' propuesta se hacía realidad.
El cálculo del Gobierno británico, que en este caso cuenta con el apoyo total del Gobierno de la República de Irlanda, es que es mejor perder cierta legitimidad antes que perder todo el proceso de paz. Porque la alternativa sería anunciar nuevas elecciones generales en la provincia para el mes de enero. Una posibilidad que nadie descarta es que el partido de Paisley ganase, seguido por Sinn Fein, brazo político del IRA. Entonces Paisley debería ocupar el puesto de primer ministro y Gerry Adams sería su segundo. Lo cual no sólo es inconcebible, sino que significaría el final del Acuerdo de Viernes Santo.
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