Una galaxia 'bebé' ofrece pistas sobre la evolución temprana del universo
Los telescopios Keck y 'Hubble' detectan un sistema estelar del cosmos primitivo
Un lejanísimo y pequeño sistema estelar, con cien mil veces menos materia que nuestra galaxia -la Vía Láctea-, ha sido descubierto en los confines del universo por astrofísicos de Europa y de EE UU al llevar al límite la capacidad de dos de los telescopios mejores del mundo: el Hubble (en el espacio) y el Keck (en Hawai). Los científicos creen que este sistema es una galaxia bebé o, más precisamente, un conjunto de estrellas que acabaría uniéndose a otros conjuntos similares hasta formar una auténtica galaxia. Se observa ahora como era hace 13.400 millones de años.
La galaxia bebé es uno de los objetos más lejanos descubiertos hasta ahora en el cielo. Su luz, que ha tardado 13.400 millones de años en llegar a la Tierra (si se considera que el universo tiene una edad de unos 14.000 millones de años), es tan escasa que ni siquiera con los poderosos telescopios empleados se podría distinguir.
Pero en ayuda de los astrofísicos ha venido un fenómeno denominado lente gravitatoria, contemplado en la Teoría de la Relatividad General de Einstein, que bajo determinadas condiciones magnifica las imágenes de los cuerpos celestes como las lentes de un microscopio amplifican los objetos muy pequeños.En este caso, la lente gravitatoria hace que la galaxia bebé se vea 30 veces más brillante de lo que sería sin este efecto, y además, desdoblada en dos imágenes.
Primera generación
'Aunque se han detectado galaxias y cuásares más lejanos con los telescopios Keck, gracias a la magnificación de la lente cósmica estamos presenciando una fuente mucho más pequeña que una galaxia normal, formando su primera generación de estrellas', ha comentado Richard Ellis, de Caltech (EE UU), líder del equipo científico. Los astrónomos creen que las galaxias se construyeron con bloques más pequeños de estrellas, probablemente como el ahora observado, pero les había resultado muy difícil ver el proceso de nacimiento porque la mayor parte de las galaxias observadas, hasta las más antiguas, se parecen a la Vía Láctea.
'Nuestro trabajo es un poco como estudiar la historia de América, pero en lugar de centrarnos en personajes preeminentes, como George Washington, nosotros queremos conocer la vida cotidiana de hombres y mujeres corrientes', añade otro miembro del equipo, Mike Santos.
Los científicos presentaron ayer su descubrimiento, que se publica en la revista Astrophysical Journal Letters. Ellos han logrado determinar que la galaxia bebé tiene una masa muy baja, unas cien mil veces menor que la de la Vía Láctea, y es muy pequeña, con un diámetro de unos 500 años luz, en comparación con los 100.000 años luz de nuestra galaxia.
Antes de dar con este claro candidato a ser un bloque de construcción galáctico, se han buscado estas formaciones en muchos rincones del cielo. 'Nos llevó dos turnos de observación con uno de los Keck el captar suficiente luz de este débil objeto antes de determinar su distancia y confirmar el descubrimiento. Cuando nos dimos cuenta de que lo habíamos logrado, literalmente nos pusimos a dar saltos de alegría', comenta Jean-Paul Kneib, del Observatoire Midi-Pyrenees (Francia).
El archivo de excelentes imágenes tomadas por el telescopio espacial Hubble (de la NASA y de la Agencia Europea del Espacio) y la capacidad de los telescopios terrestres Keck para analizar la luz de los astros (espectroscopia) han sido la clave de este descubrimiento. La enorme capacidad de captar fotones de luz de los Keck, con espejo principal de 10 metros de diámetro, les permitió encontrar una señal luminosa débil correspondiente a un par de imágenes que identificaron en las observaciones del telescopio espacial Hubble.
Fuente débil
El análisis de la luz confirmó que las dos imágenes en realidad correspondían a una única fuente débil que se ve doble por el efecto de lente gravitatoria y que está muy lejos.
'El sistema observado contiene aproximadamente un millón de estrellas', explica Ellis, que se han estado formando a un ritmo de una masa solar por año durante poco más de un millón de años. Además, el sistema es muy joven, en términos cósmicos, y este equipo científico cree que es un subcomponente galáctico en formación. Éstos debieron ser muy abundantes en el cosmos primitivo y a partir de ellos se cree que se formaron galaxias como la nuestra. 'Para comprender lo que sucedía en el universo primitivo, necesitamos saber cómo serían los típicos bloques de construcción, que guardan importantes pistas acerca del posterior ensamblaje de galaxias normales. Nuestra investigación representa el inicio de tal comprensión', precisa Santos.
Los científicos sueñan ahora con el observatorio espacial de la siguiente generación, el NGST, que se pondrá en órbita hacia 2009, para poder estudiar con más detalle estos bloques constituyentes de las galaxias.
Una lente gravitatoria
La lupa de aumento que magnifica la imagen de la pequeña galaxia bebé es un enorme conjunto de galaxias situado a unos 2.000 millones de años luz de la Tierra, denominado Abell 2218. Y el truco que hace que aumente el brillo del oscuro objeto lejano se denomina lente gravitatoria y esta contemplado en la Teoría de la Relatividad General. Cuando los rayos de luz emitidos por un objeto pasan cerca de una gran masa, como en este caso Abell 2218, siguen la curvatura del espacio a ella asociada. De este modo, un observador situado en línea con el objeto del fondo y la masa interpuesta en su campo de visión ve mucho más brillante el primero ya que resultan curvados hacia él fotones (partículas de luz) adicionales. En el caso estudiado por Richard Ellis y sus colegas, Abell 2218 hace que el tenue objeto del fondo se vea 30 veces más brillante de lo que se apreciaría si el cúmulo de galaxias no estuviera en medio curvando los rayos de luminosos, y sin este efecto ni el Hubble ni el Keck hubieran detectado la galaxia bebé. En realidad, los astrónomos detectaron en su investigación un par de imágenes -provocadas por la lente gravitatoria- que luego lograron reconocer en las históricas observaciones, denominadas de campo profundo, tomadas con el telescopio Hubble en 1995 y 1998. El análisis de la luz les permitió comprobar que el par de imágenes se debía a la magnificación de una única fuente.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.