Prodi propone un impuesto europeo para financiar el presupuesto de la UE
El presidente reclama más poder para la Comisión en materia económica, diplomática y militar
Tras entrevistarse con el presidente francés, Jacques Chirac, y con el primer ministro, Lionel Jospin, Prodi eligió el prestigioso Instituto de Ciencias Políticas de París para esta contribución al debate sobre Europa 24 horas después de la aportada por el propio Jospin, con quien Prodi coincidió en las ideas de reforzar la coordinación económica y diplomática europeas. Pero la propuesta esencial fue novedosa: partiendo de que el proceso de globalización en curso traerá tantos cambios 'como los que causó, hace cinco siglos, el descubrimiento de América', no se puede pensar en construir la Europa política sin más dinero.
El presupuesto europeo representa el 1,27% del producto interior bruto (PIB) de la Unión, incluidos los discutidos fondos de la Política Agrícola Común y los fondos de solidaridad, tan importantes en España. Para salvar las dificultades de los Estados en la dedicación de más fondos -no mencionó a ninguno, pero es evidente el caso de Alemania-, la solución puede ser un nuevo impuesto. Las contribuciones nacionales al presupuesto comunitario se hacen actualmente sobre la base de un porcentaje del IVA.
El presidente de la Comisión subrayó otros tres aspectos:
- Gobierno económico. Los conflictos que enfrentan a los Gobiernos nacionales con el Banco Central Europeo permitieron a Prodi barrer para casa, al señalar a la Comisión como el órgano más estable de la Comunidad -dura más que muchos Ejecutivos de los países- y el más apropiado para ejercer como gobierno económico comunitario y superar el conflicto entre unas 'políticas presupuestarias nacionales concebidas demasiado a menudo sobre la base de intereses nacionales', mientras que el euro 'nos sitúa en la posición de compartir los riesgos'.
En el terreno monetario, Prodi razonó así: 'El Banco Central Europeo es independiente, pero no tiene hoy interlocutor estable que represente una visión de conjunto de las orientaciones económicas de la Unión y de sus miembros'. Para Prodi, 'sólo la Comisión, por mandato del Consejo, puede ser el interlocutor del Banco Central', porque la Comisión 'encarna el interés general comunitario' y 'sólo en su seno puede efectuarse eficazmente la evaluación global de la política económica de la Unión'.
- Una sola voz en el mundo. El presidente de la Comisión calificó de 'balbuceante' la política exterior de la Unión, fragmentada entre diplomacias nacionales, el Consejo de Ministros, el alto representante para la Seguridad y Política Exterior Común (PESC) y la propia Comisión. A juicio de Prodi, aquí la Unión podría progresar con mayor rapidez hacia el objetivo de que Europa hable 'con una sola voz'. Para ello, el presidente de la Comisión quiere integrar en ella al alto representante, en la actualidad el español Javier Solana, de quien dijo que desempeña 'un trabajo notable' y que sería aún más eficaz 'si fuera igualmente miembro de la Comisión'.
Prodi añadió la idea de 'reorganizar en profundidad las Fuerzas Armadas de nuestros países', aumentar el dinero que se dedica a seguridad y defensa.
- Menos consenso y más votos. Consciente de que la regla del consenso resulta cada vez de más difícil manejo en el seno de la Unión, Prodi impulsa la utilización, sin miedos, del procedimiento del voto, en vez de buscar siempre el consenso. 'Se trata de adquirir una cultura de mayorías, en la cual las decisiones reflejan la voluntad del número más grande, pero se imponen a todos. Con demasiada frecuencia buscamos el consenso incluso cuando éste no existe, lo cual implica la parálisis. Para superar las reticencias de algunos no hay más que una solución: votar'.
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