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EL FUTURO DE LA UE

Aznar renuncia a su pulso con Alemania sobre el futuro de las ayudas europeas

La presidencia sueca de la Unión Europea estudia una salida airosa para el Gobierno español

Altos cargos de los dos Gobiernos han mantenido contactos en los últimos días y, ayer mismo, el embajador alemán ante la UE recibió oralmente la noticia de que España ya no bloqueará la citada moratoria. Con ese paso, se elimina el peligro de que el contencioso hispano-alemán tuviera que ser tratado durante la cumbre europea de Gotemburgo (Suecia), prevista para los próximos días 15 y 16 de junio, entre el canciller alemán Gerhard Schröder, y el presidente español, José María Aznar, cuyas relaciones atraviesan un mal momento.

El pulso entre ambos países estaba planteado bajo la estrategia española de bloquear un acuerdo sobre la citada moratoria. El ministro español de Exteriores, Josep Piqué, explicó el mes pasado a sus homólogos que España estaba en contra de la misma, pero que podía ser 'flexible' si Alemania lo era también hacia la preocupación española sobre los fondos europeos.

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Esa preocupación quedó patente en el memorándum difundido por Aznar en abril, en el que se explicaba que la entrada de países del Este en la UE provocaría un 'efecto estadístico' a raíz del cual varias regiones españolas superarían el porcentaje medio de PIB por habitante (ahora es el 75%) que elimina el derecho a percibir ayudas europeas. Por eso, el Gobierno español exigía ahora un compromiso para que ese efecto estadístico fuera minimizado o incluso anulado, como decía Aznar en el memorando.

En las últimas reuniones de ministros de Exteriores o de embajadores ante la UE, las posturas encontradas entre Alemania y España han hecho inviable que los Quince dieran luz verde a la moratoria. El Gobierno español se ha mantenido firme hasta ahora, mientras el alemán, a través de sus portavoces, ha insistido en que Berlín no pagaría precio alguno por lograr la luz verde de Madrid a tal moratoria.

En su pulso, España se ha visto apoyada, con relativa fuerza, sólo por Portugal y Grecia, los otros dos grandes países receptores de fondos. Francia y Alemania llegaron a anunciar que mantenían 'una posición común' frente a las tesis españolas, mientras otros países, como Reino Unido, Bélgica, Holanda o Luxemburgo también rechazaron la exigencia española de abordar ahora ese problema y de ligarlo al de la moratoria.

La semana pasada, el comisario de Política Regional, Michel Barnier, ofreció a España una salida al comentar en público que Madrid debía confiar plenamente en él y en la Comisión Europea porque, en el futuro, se buscará una solución adecuada a la preocupación española. Pero enseguida añadió que no era éste el momento de abordar la cuestión, que en principio será analizada el año que viene, precisamente bajo la presidencia española de la UE, lo que sitúa a Madrid en una posición de debilidad.

Una salida airosa

Ayer, la presidencia actual de la UE, la sueca, analizaba distintas posibilidades para ofrecer a España una salida airosa a la situación, de forma que, por parte del Consejo de la UE o de la propia Comisión, se difunda algún documento en el que se reconozca explícitamente que en su día se abordará el problema del 'efecto estadístico'. Pero lo que no habrá, según coinciden todas las fuentes consultadas ayer, es el compromiso formal de los Quince a encontrar una solución sobre los principios expuestos por Aznar en el memorando, que era hasta esta semana pasada la exigencia española sistemáticamente rechazada por Alemania.

Si el correspondiente documento se limita a una mera declaración, como parece lo más probable, la batalla presentada por el Gobierno español habrá quedado en un fiasco, porque el simple reconocimiento de que el problema existe ya está incluido en el documento sobre el futuro de la Política Regional de la UE difundido el pasado enero por Barnier.

Una fuente oficial alemana insistió ayer en que el Gobierno español ha cometido 'un grave error táctico' porque, si bien su preocupación es defendible en el fondo, 'se ha equivocado' en relacionarla directamente con las preocupaciones de otros.

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