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Los peronistas apoyarán el plan del 'superministro' Cavallo para sacar a Argentina de la crisis

Hoy mismo, Cavallo presentará a debate en el Parlamento el primer proyecto de la llamada ley de crecimiento, con el que se propone iniciar la lucha frontal contra el contrabando y la evasión de impuestos. El ministro confía en que la suma de recursos por reducción de gastos en la Administración pública y el aumento de los ingresos van a permitir al mismo tiempo reducir el déficit fiscal hasta alcanzar a mediano plazo las metas pactadas con el FMI y aumentar el consumo interno, sobre el que se basa el 90% de la actividad económica argentina. Con medidas complementarias, Cavallo asegura que habrá dinero disponible en créditos baratos para los ciudadanos y las pyme, las principales generadoras de empleo.

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Las atribuciones especiales que el ministro le reclama al Congreso para que se contemple la situación de 'emergencia nacional' prevista en el artículo 76 de la Constitución, y que el Parlamento podría otorgarle por mayoría simple en ambas Cámaras, le permitirían a Cavallo, por ejemplo, llevar a cabo la reforma del Estado, reducir gastos, cancelar partidas presupuestarias, fusionar ministerios, eliminar secretarías, reducir o modificar impuestos, intervenir la agencia encargada de cobrarlos y hasta ceder algunas de sus funciones a empresas privadas. 'Cada problema hay que convertirlo en una oportunidad para privatizar, optimizar el servicio y obtener recursos', dice.

Los legisladores no quieren ceder la facultad de control del Congreso, pero se comprometieron a mantenerse en sesión permanente y debatir los proyectos 'si la Alianza [la coalición gobernante] logra reunir a sus diputados', como advirtió el gobernador peronista José Manuel de la Sota. Humberto Roggero y José Luis Gioja, jefes de diputados y senadores peronistas, respectivamente, coincidían: 'Apoyo, sí, pero no a cualquier cosa, vamos a ver uno por uno'. El artículo 76 impone la formación de una comisión parlamentaria de control y limita las facultades especiales sólo a asuntos aprobados.

Cavallo estaba preparado desde diciembre para asumir como ministro en cuanto se resolvieran los problemas políticos que su incorporación al Gobierno creaba en la Alianza. Su ingreso se demoró porque, en medio de la batalla interna entre quienes le sugerían 'romper la Alianza' y los que insistían en la necesidad de reconstruirla, De la Rúa se inclinó en principio por la ruptura y desplazó a Ricardo López Murphy del Ministerio de Defensa al de Economía para sustituir al dimisionario José Luis Machinea, consumido por la falta de apoyo político un mes después de lograr la asistencia de 40.000 millones de dólares en créditos, con los que Argentina evitó caer en la suspensión.

A la hora de la verdad sucedió aquello que todos temían. El duro plan de ajuste de López Murphy no contaba con sustento político. La crisis se tragó al austero y riguroso ministro en 14 días. A De la Rúa sólo le quedaba entonces jugar la carta de Cavallo y aceptar un recorte considerable de su capacidad de decisión. Ya en funciones, Cavallo atendió a los dos frentes al mismo tiempo. el económico y el político. Por obligación, necesidad o convicción, todos aceptaron que era posible reformular el Gobierno de coalición basado en una nueva Alianza. La estrategia de Cavallo sólo sufrió demoras con la integración del Frepaso al Ejecutivo.

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El nuevo ministro quería recuperar al ex vicepresidente Carlos Álvarez en un puesto clave como la jefatura del Gabinete de ministros. De la Rúa le pidió a Cavallo un poco más de tiempo. Dijo 'no; todo, ahora', y ofreció a cambio el Ministerio de Interior, una oferta que a su vez fue rechazada. En ese trámite fue el propio Álvarez y la dirección del Frepaso los que evitaron seguir la discusión casi pública. El martes por la noche, Álvarez aseguraba que no se discutía sobre esas cuestiones personales: 'Liberamos al presidente de este debate. No queremos estar un minuto más discutiendo sobre cargos'. Pero ayer seguían. Algo habrá para el Frepaso en la nueva Alianza.

El apoyo de la oposición era más explícito, claro y evidente que el del radicalismo, la fuerza mayoritaria dentro del Gobierno de coalición. El ex presidente Raúl Alfonsín, presidente de la Unión Cívica Radical, no pudo superar sus antiguas diferencias con Cavallo y se situó del otro lado de la frontera: 'La responsabilidad es del presidente de la nación'.

Frente de una manifestación en contra de la política económica del Gobierno argentino, a su entrada ayer en la plaza de Mayo de Buenos Aires.
Frente de una manifestación en contra de la política económica del Gobierno argentino, a su entrada ayer en la plaza de Mayo de Buenos Aires.ASSOCIATED PRESS

Un cóctel de Gobierno

Con la incorporación de Domingo Cavallo al Gabinete de Fernando de la Rúa y a falta de conocer a los ministros del Frepaso, el Gobierno argentino pasa a convertirse en un complejo cóctel político en el que es obligado determinar quién es quién. Hay delaruistas fieles, como el secretario general del Ejecutivo, Nicolás Gallo, el ministro de Salud, Héctor Lombardo, y el propio hermano del presidente, Jorge de la Rúa, al frente de Justicia. También hay peronistas reciclados como la ministra de Trabajo, Patricia Bullrich, y radicales históricos con una línea propia dentro del partido como el nuevo ministro de Interior, Ramón Mestre, ex gobernador de la provincia de Córdoba. Desde la Unión Cívica Radical se incorporan al Gobierno el jefe de Gabinete, Chrystian Colombo, el ministro de Educación, Andrés Delich, el de Defensa, Horacio Juanarena, y el de Relaciones Exteriores, Adalberto Rodríguez Giavarini. Cavallo ha colocado como vicejefe de Gabinete a Armando Caro Figueroa, un técnico especialista en relaciones laborales, ex asesor del PSOE en España y que ya ocupó altos cargos en el Gobierno del radical Raúl Alfonsín, pero que también fue ministro de Trabajo con el presidente peronista Carlos Menem. Otro afín a Cavallo, Carlos Bastos, es el nuevo ministro de Infraestructura.

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