Los sindicatos consideran un éxito la caída de López Murphy
Las reuniones se suceden en el comité nacional de la Unión Cívica Radical (UCR), en la Casa del Frente (Frepaso), en la residencia presidencial del barrio de Olivos y en la Casa Rosada. Una red de teléfonos móviles lleva y trae noticias y negociaciones. En todas las fotografías puede verse a ministros entrantes y salientes hablando con el teléfono pegado al oído con un interlocutor desconocido. En la jerga política argentina se dice que están 'pactando, trenzando, transando, rosqueando'.
Alrededor, atónito, con ojos asombrados, el país asiste casi paralizado. La bronca y la indignación comenzó a rebasar ayer cuando comenzó la huelga nacional de los maestros y las marchas de las columnas de desocupados que desde la periferia se dirigían hacia el centro de Buenos Aires. Los centros de estudiantes mantienen bajo su control las facultades de la universidad, y los piqueteros, como se llama a los grupos de choque de la corriente clasista y combativa, cortaban por sorpresa carreteras o puentes de acceso a la capital federal. El tránsito era impredecible. Los negocios de los barrios por donde pasaban las columnas de desocupados cerraban preventivamente sus puertas, y las emisoras de radio alternaban entre testimonios dramáticos y 'un poco de buen humor para cambiar la onda'. Hoy se cumple la jornada de paro nacional convocada por el Congreso de Trabajadores Argentinos (CTA) y el sector más duro de la Confederación General del Trabajo (CGT).
Víctor de Gennaro, líder del CTA, marchaba ayer al frente de una columna de desocupados, y destacaba como un 'logro' de la resistencia y de la movilización de 'todos los argentinos la renuncia de López Murphy y el fracaso del golpe de Estado financiero que intentaron dar los 500 empresarios y representantes de los grandes grupos económicos que se reunieron el sábado para aplaudirlo'.
Temor a Cavallo
Pero De Gennaro, como el resto de los dirigentes sindicales, tampoco creen que Cavallo signifique un verdadero cambio: 'Cavallo nunca llegó al Gobierno por el voto popular; en las últimas [elecciones] sacó el 10% de los votos. A él le eligió la dictadura militar para estatizar la deuda externa y luego Menem para liquidar las empresas del Estado; siempre trabajó para defender a los grupos económicos. Ahora pide facultades especiales, pero no dice para qué. Los diputados tienen que exigirle que explique las medidas que piensa tomar. Si tuviera algo bueno para decirle a la gente, lo diría, y sería defendido por la gente. (...) Aquí no hay problema de recursos, el problema es cómo se distribuye la riqueza. Pero de eso no quieren hablar'.
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