Sobre la cirugía de cambio de sexo en Cruces
Mucho se está hablando en los últimos días sobre la posibilidad de que en el Hospital de Cruces se hayan realizado operaciones de cambio de sexo sin consentimiento ni conocimiento de la Dirección y, a mi entender, se está consiguiendo levantar una hojarasca que nos impide ver el bosque. Y me explico.
Aquí no se trata ni de discriminación a colectivo alguno, ni de persecución a determinados profesionales, ni siquiera de insinuar que hemos faltado a la verdad cuando hemos dicho que desconocíamos que se realizaran este tipo de intervenciones quirúrgicas en el Hospital, aspectos que comentaré más tarde.
Se trata, ni más ni menos, de determinar si ha habido especialistas que, por su cuenta y riesgo, utilizando los recursos, el tiempo y la infraestructura sanitaria pública, han realizado intervenciones quirúrgicas que están expresamente excluidas del catálogo de prestaciones del Sistema Nacional de Salud. Esto es lo único que queremos aclarar, porque en cualquier empresa, tanto pública como privada, no puede quedar al libre albedrío de cada uno lo que hay que hacer. En Osakidetza, empresa pública de 22.000 personas, esto se hace mucho más patente. Vayamos, pues, al fondo de la cuestión y procuremos todos evitar la confusión con el recurso al 'ventilador'.
Con el único fin de contribuir a este objetivo, quiero dejar sentadas ciertas premisas. La primera de ellas es que ni en el Departamento de Sanidad ni en Osakidetza tenemos nada en contra de los gays y las lesbianas ni, por descontado, de las y los transexuales. Bien al contrario, somos extremadamente respetuosos con todas las personas.
En segundo lugar, nos parece muy bien que se aborde la discusión de si hay que realizar las intervenciones quirúrgicas de cambio de sexo con cargo a los presupuestos sanitarios públicos. Si se reúne el consenso necesario para llevarlas a cabo las haremos, eso sí, estableciendo unas condiciones de calidad y organización que garanticen razonablemente la calidad de la prestación porque lo que no queremos en Osakidetza es hacer chapuzas. De todas formas, todavía no es este el caso de nuestra Comunidad, como lo demuestra el hecho de que en 1999 se rechazara en el Parlamento Vasco una Proposición no de Ley de Izquierda Unida en este sentido.
En tercer lugar, no creemos que se pueda hablar de discriminación. Como todo sistema asegurador, tenemos unos límites que debemos respetar. Tampoco pagamos las gafas ni las prótesis dentales y ello no significa que tengamos nada en contra de los miopes ni de los desdentados. Lo que un sistema público y universal como el nuestro debe asegurar es que a todas y todos sus usuarios se les dé lo mismo, en las mismas condiciones y con un acceso igual. En ese sentido, a las y los transexuales les ponemos las mismas vacunas, les tratamos sus cánceres, su diabetes, sus enfermedades cerebro y cardiovasculares con los mismos recursos que a todos los demás.
En cuanto a si conocíamos o no que se realizaban este tipo de intervenciones en el Hospital, quiero aclarar que efectivamente en el año 1999 se pidió una información al respecto que concluyó que sí se habían hecho en algunas ocasiones bien mastectomías bien implantaciones de prótesis de silicona a estos pacientes, aunque no cirugía plástica genital. Pero del mismo modo, se dieron entonces instrucciones explícitas para que se dejaran de hacer en tanto en cuanto continuaran estando excluidas de nuestras prestaciones.
Es más, la propia información de 'El País' del sábado 17 de marzo recoge la negativa de la Dirección Territorial de Sanidad de Bizkaia a autorizar sendas intervenciones de cambio de sexo en Cruces, indicando que, en todo caso, se podrían realizar en la privada o 'con cargo a otros fondos públicos' -en referencia al Hospital Carlos Haya de Málaga-, ya que en Andalucía sí contemplan la realización de cirugía genital de cambio de sexo. Por tanto, queda claro que la postura mantenida en todo momento por la Dirección ha sido coherente y que, a partir de ahí, si en Cruces han vuelto a realizar estas intervenciones, cosa que aclarará en breves fechas el expediente informativo puesto en marcha, lo han hecho desoyendo las órdenes de la Dirección y de espaldas a ésta.
No sé a qué viene ahora recurrir al Comité de Ética Asistencial cuando no le corresponde opinar sobre la inclusión de nuevas prestaciones.
En definitiva, esta polémica no habría tenido nunca lugar si los especialistas que dicen haber realizado intervenciones de cambio de sexo se hubieran ajustado a las normas y a los supuestos contemplados en el Real Decreto 63/1995 de Prestaciones del SNS y a las órdenes dadas por la Dirección. Y esto es lo único que discutimos porque las y los profesionales de Osakidetza desarrollan su trabajo en una empresa en la que es imprescindible ajustarse a la legalidad vigente, que se rige por unas normas que hay que respetar.
Cualquier nueva iniciativa o prestación debe ser valorada en función de su aportación a la mejora de la salud de la población, de su importancia en relación a las demás enfermedades que nos aquejan, del consenso conseguido y de la disposición de los recursos necesarios para llevarla a cabo. Actuar siguiendo una política de hechos consumados y atendiendo a posturas, intereses y opiniones personales constituiría, en todo caso, una actitud desleal y prepotente que dañaría seriamente la coherencia del Sistema.
Termino como empecé: si la ciudadanía cree que debemos autorizar y priorizar las intervenciones de cambio de sexo, no tendremos inconveniente en llevarlas a cabo. Pero ello deberá ser fruto de la reflexión, el debate y el consenso y nunca producto de decisiones individuales ni de la presión demagógica.-
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