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DEBATE SOBRE LOS PRESUPUESTOS DE 2001

Montoro cifra en 700.000 millones la rebaja del IRPF y Caldera replica con el alza de precios

La rebaja del IRPF y la creación de empleo fueron los principales argumentos esgrimidos ayer por el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, para rebatir "la falta de ambición social" que, según el PSOE, tienen los Presupuestos Generales de 2001. Montoro cifró en 700.000 millones el ahorro para los contribuyentes, pero el portavoz socialista, Jesús Caldera, le espetó que las familias han perdido 800.000 millones de pesetas por la subida de las hipotecas y de las gasolinas. Ante el anuncio de que el déficit público se reducirá este año al 0,3% del PIB, Caldera lo atribuyó al parón en la inversión pública.

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Mientras Montoro defendía el objetivo de déficit cero como garantía del crecimiento económico y la creación de empleo, Caldera le daba "un cero en credibilidad", le acusaba de desatender servicios públicos básicos y de penalizar a quienes van a perder poder adquisitivo por el descontrol de los precios.En el primer día del debate de las enmiendas a la totalidad de los Presupuestos de 2000 y de la Ley de Acompañamiento, Montoro ofreció un avance de los resultados de la reforma del IRPF que entró en vigor en 1999 y que se ha aplicado por primera vez el pasado mes de junio. Frente a una previsión inicial de 500.000 millones como coste de la reforma, Montoro cifró el ahorro para las familias en 700.000 millones de pesetas, un 12,7% de promedio.

La rebaja fiscal y la creación de tres millones de empleos desde que Gobierna el PP fueron las dos principales bazas con que Montoro intentó contrarrestar el aluvión de críticas que le llovió desde los bancos de la oposición, centradas en la falta de credibilidad y de ambición social de los Presupuestos. El portavoz socialista construyó un discurso muy pegado a la realidad cotidiana, frente a un Montoro que en su primera intervención, de algo más de una hora, se perdió en las grandes cifras.

Caldera admitió que la situación económica es buena, pero alertó de un empeoramiento. Lo concretó en que esa rebaja del IRPF se ha quedado en nada para las familias, ya que la subida de los tipos de interés y el consiguiente encarecimiento de las hipotecas, junto a la crisis del petróleo, ha tenido un coste de 800.000 millones. "Ustedes quitan con una mano lo que dan con la otra", aseguró Caldera. Y explicó que, por ejemplo, las pensiones van a subir entre 800 y 1.200 pesetas, "y eso en un buen año económico".

El portavoz socialista insistió en que se deben bajar los impuestos de los carburantes y ajustar a la inflación la tarifa del IRPF para evitar un alza encubierta del impuesto. "Ustedes están cobrando 200.000 millones de pesetas de más a las familias", dijo Caldera. Montoro replicó: "Nosotros estamos bajando impuestos y ustedes votaron en contra". Con ironía, el ministro de Hacienda se congratuló de que el PSOE esté ahora a favor de rebajar los impuestos.

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El portavoz socialista intentó desmontar así el panorama "triunfalista". Frente a Caldera, que no dejaba pasar una, Montoro no entró a rebatir varias de las acusaciones más graves. Por ejemplo, cuando el portavoz del PSOE acusó al Gobierno de colocar a "casi todos los políticos del PP que abandonan el ejercicio activo en empresas públicas o privadas".

Esta situación contrasta, según el portavoz socialista, con la de los colectivos perjudicados por el descontrol de la inflación. En concreto, los funcionarios públicos, los sujetos al salario mínimo interprofesional y quienes no tienen cláusula de revisión salarial. Montoro se escudó en que el Gobierno no es culpable de la crisis del petróleo y se salió por la tangente al responder que los salarios están creciendo a un ritmo del 3,5%, según datos de la Agencia Tributaria, cuando la inflación está en el 3,7%.

El objetivo de inflación para 2000 (2%) no es creíble, insistió Caldera, quien advirtió a Montoro de que "si no lo es, dejará de ser referencia en las negociaciones salariales" y de ello "no se podrá culpar a los sindicatos". Esa falta de credibilidad "contamina" todo el Presupuesto, cuyo principal objetivo, el déficit cero, es para Caldera sólo "un artificio contable" que sacrifica, entre otras cosas, servicios públicos como la sanidad, la educación, la investigación, la inversión en infraestructuras.

Para el año 2000, frente a una previsión de déficit del 0,8% del PIB, luego revisado al 0,4%, Montoro anunció que, finalmente, el déficit del Estado se quedará en el 0,3%. Caldera le respondió: "¿Cómo no van a reducir el déficit? ¡Si no gastan¡". El portavoz socialista se refería a que el gasto en obras públicas va a ser este año la mitad de lo presupuestado y a que se van a dejar de utilizar 100.000 millones de pesetas (un 25%) en investigación y desarrollo.

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