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España prohíbe cualquier manipulación no reproductiva

Legislación restrictiva

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El Gobierno británico acepta la clonación de embriones humanos con fines médicos
El Reino Unido aprueba la clonación de embriones humanos con fines médicos

En España existen 30.000 embriones congelados con los que no se sabe qué hacer. Son las sobras de procesos de fecundación in vitro. La Ley de Reproducción Asistida de 1988 no permite destruirlos o usarlos para experimentar. Ni España ni la Unión Euopea autorizan producir embriones con fines distintos a los reproductivos. Y el Código Penal español incluso castiga con de uno a cinco años de cárcel a quienes "fecunden óvulos humanos con cualquier fin distinto a la procreación humana" y, con la misma pena, "la creación de seres humanos idénticos por clonación u otros procedimientos dirigidos a la selección de la raza". Numerosos expertos señalan, sin embargo, que estas leyes se promulgaron antes de que se conociesen las posibilidades de clonación de embriones y células madre. En esta línea se sitúa Blanca Miranda, coordinadora de la Organización Nacional de Transplantes, quien señaló en abril: "Cuando se formularon esas leyes nadie pensaba en las posibilidades que esas técnicas podían abrir en el transplante de tejidos".

La legislación española es, de hecho, mucho más restrictiva que la del Reino Unido. Así, Javier Rey, secretario de la Comisión Nacional de Reproducción Asistida, indica que España sí ha firmado la declaración de Gijón de la Sociedad Internacional de Bioética (SIB), y Reino Unido no. En esta declaración se señala que "la utilización de células troncales con fines terapéuticos debe permitirse", pero "siempre que la obtención de esas células no implique la destrucción de embriones". La SIB (www.sibi.org) insiste en la necesidad de que estos estudios estén supervisados por un comité ético independiente.El presidente del Comité Científico de la SIB, Marcelo Palacios, quien participó en la elaboración de la ley de 1988, sostiene en cambio que aunque la legislación española impide experimentar con los embriones obtenidos mediante la fecundación de un óvulo por un espermatozoide, no prohíbe hacerlo con nuclóvolos, o embriones producidos a partir de óvulos a los que se ha insertado el núcleo de otra célula (técnica Dolly), lo que deja una puerta abierta a este tipo de procesos. "No son embriones, porque ni están fecundados ni tienen combinación genética", puntualiza.

Distinta es la visión de Juan Ramón Lacadena, catedrático de Genética de la Universidad Complutense de Madrid, quien sostiene que "no es ético" interrumpir el desarrollo de un embrión humano para conseguir tejidos, informa Europa Press. "Se abre un gran debate ético si se permite la clonación de embriones con fines no reproductivos", añade.

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