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Tribuna:La formación de los cooperantes
Tribuna
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Compromiso y profesionalidad

Las organizaciones de ayuda humanitaria, como Médicos Sin Fronteras (MSF), exigen cada vez más en lo que se refiere a las aptitudes y competencias de sus voluntarios. En el orden geopolítico actual todo es más impredecible y complejo que antes, y el sector de ayuda humanitaria ha crecido y madurado mucho en las últimas décadas. Esto requiere gente con alto nivel de formación técnica y con una experiencia práctica que les permita diseñar soluciones viables en cada caso.Los proyectos son más específicos; los contextos, más inseguros; las situaciones, más inestables; los resultados, siempre inciertos, lo que nos lleva a buscar personas flexibles pero con determinación, maduras aunque inquietas, creativas y a la vez disciplinadas, capaces de analizar y evaluar, pero también de improvisar con recursos escasos, de asumir responsabilidades, de diseñar programas eficaces y rápidos en contextos cambiantes, de superar el fracaso cuando se produce... ¿Quién puede ofrecer todo esto, que además hable idiomas y sea lo bastante solidario como para aceptar las condiciones? No es fácil. En todo caso, se requiere un alto grado de compromiso y de profesionalidad.

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Por otro lado, los programas universitarios no suelen incluir el tipo de formación necesaria para gestionar la logística humanitaria, los campos de cólera o campañas de vacunación. Por eso algunas ONG, por su cuenta o en colaboración con entidades del ámbito académico, organizan sus propios cursos y, en un tic análogo al de las empresas de sectores muy competitivos, invierten cantidades nada despreciables en programas de fidelización y formación. Esto requiere un alto grado de compromiso y de profesionalidad por parte de las ONG.

La formación necesaria para trabajar con MSF y con cualquier otra organización de ayuda humanitaria se centra, pues, no sólo en los conocimientos técnicos necesarios para diseñar los proyectos adecuados, sino también en las habilidades directivas necesarias para su ejecución.

Esto se entiende mejor con algún ejemplo. Un médico que sale por primera vez al terreno con MSF normalmente tiene al menos dos años de experiencia profesional sanitaria, se lleva bien con la informática y habla algún idioma. Además, ha estudiado cursos de medicina tropical y parasitología. Luego llega al terreno y lo que hace es gestionar recursos, dirigir, formar, coordinar y contratar personal, negociar con las autoridades locales, conseguir que funcionen un centro de nutrición o un programa de tuberculosis. Y a veces, sólo a veces, realiza medicina asistencial o cirugía. Su formación, aunque impecable para trabajar en los sistemas de salud pública de los países desarrollados, es claramente insuficiente para resultar eficaz en un país con pocos recursos o en zona de conflicto. A los diplomados en enfermería, comadronas, técnicos de construcción o de agua y saneamiento, logistas, responsables financieros o psicólogos les ocurre otro tanto. Generalmente, ni siquiera se imaginan de qué va.

Por eso, MSF invita a las personas que van a salir a un proyecto por primera vez a un curso en el que, aparte de presentar la organización, se explican las condiciones de vida y de trabajo en el terreno y se les informa sobre protocolos, procedimientos, estándares y recursos utilizados en sus proyectos.

A medida que estas personas adquieren experiencia y responsabilidad, esta primera formación se va completando con cursos técnicos especializados en gestión de proyectos de emergencia, respuesta a epidemias, nutrición, vacunación, epidemiología, cirugía de guerra, agua, saneamiento, mecánica, formación de formadores y financiación de proyectos por un lado, y gestión de servicios de salud, derecho humanitario, gestión de equipos y habilidades directivas, por el otro.

Los cursos que organiza MSF suelen ser cortos debido a la escasa disponibilidad de tiempo de sus participantes para ausentarse de los proyectos. En ocasiones, y aprovechando periodos más largos de descanso entre proyecto y proyecto, MSF ayuda financieramente a su personal experimentado para que realice cursos externos. Se trata siempre de programas de interés estratégico para la organización y para el cumplimiento de sus objetivos (salud pública, acción humanitaria y economía de la salud).

Las instituciones públicas, en lo que se refiere a formación, ofrecen ayudas escasas en condiciones difíciles de cumplir para organizaciones como MSF. Por consiguiente, el esfuerzo financiero para realizar cursos y desarrollar las competencias necesarias recae, en un porcentaje muy alto, en las ONG y en los voluntarios. El hecho de que ambos hagan este esfuerzo denota, desde luego, un grado alto de compromiso y una actitud muy, pero que muy profesional.

Manuel Pérez es director de formación en España de Médicos Sin Fronteras, organización premio Nobel de la Paz.

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