"Mi motor es la vulnerabilidad del individuo de hoy"
Se acabó la tranquilidad en el modesto dúplex (clase media-media) repleto hasta los topes de libros y películas de vídeo que la familia Gutiérrez-Sánchez ocupa en Rivas-Vaciamadrid, ciudad residencial situada a unos 15 kilómetros de la capital, saliendo por la deshabitada carretera de Valencia, un poco más allá del vertedero de Valdemingómez.La cocina es un caos relajado; hay una foto de Borges en una estantería, varias revistas tamaño sábana sobre las mesas, un librito de Dylan Thomas... Cámaras por aquí y periodistas por allá acosan y casi derriban a la flamante ganadora del Premio Alfaguara 2000, y a pesar de la invasión, del repentino salto a la fama y de los 25 millones de pesetas, ella permanece tranquila. O quizá sólo lo parece, porque enseguida se declara "agradecida, emocionada, sorprendida, en estado de shock". Mujer atractiva y de apariencia dulce, equipada con una mirada directa, serena y penetrante; escritora silenciosa, dueña de una prosa concisa y limpia, y capaz de crear un ritmo propio, lento y despacioso, que han coincidido en elogiar críticos como Rafael Conte, escritores como Soledad Puértolas, Enrique Vila-Matas o Almudena Grandes (e incluso alguna actriz, como Cayetana Guillén Cuervo), lo primero que llama la atención de Clara Sánchez es que aparenta menos años de los 45 que pone en las biografías.
Quizá sea que sólo trabaja "de forma ocasional" (y en cosas que le gustan: da clases de literatura, colabora en el programa de cine que dirige José Luis Garci en La 2...); quizá sean los beneficios de su infancia alcarreña o la íntima satisfacción que debe producir cumplir sin prisas ni necesidades alimentarias con el oficio que empezó a practicar en público hace 10 años ("no sé si fui escritora tardía o precoz, pero sí sé que a las que empiezan ahora a los 35 les dicen que son muy jóvenes"), el caso es que Clara Sánchez tiene todo el aspecto de estar contenta con la vida que lleva.
Por el piso de abajo transitan su hija adolescente, Julia, que tiene examen mañana (por hoy), y su risueño marido, Francisco, profesor en la UNED y gran aficionado al flamenco. Los dos han abandonado sus tareas y se dedican a asistirla sin tregua, él atendiendo a periodistas por teléfono, ella abriendo la puerta a los que han logrado orientarse en la urbanización Pablo Iglesias, mêlée de edificios y calles idénticos.
Gran desconocida para el gran público, escritora de escritores, admiradora de "Salinger, Camus, Maupassant, Horacio Quiroga, Dos Passos, Faulkner y García Márquez", y autora de cinco novelas, la primera de las cuales publicó Debate en 1989, "gracias a Ángel Lucía", lo que más recalca Clara Sánchez durante esta conversación apresurada es que "la vida es más importante que la literatura". Y después explica, tratando de ser muy precisa en las palabras que usa, cómo es ella y de dónde salen sus libros, sus personajes, sus obsesiones.
Pregunta. Parece que el jurado la había confundido con un joven que escribía su autobiografía...
Respuesta. Sí, parece que creían que era un jovencito contando su vida y que luego se han llevado la sorpresa mayúscula de que la autora era una mujer...
P. ¿Y le ha sentado bien o mal?
R. Muy bien. Significa que la atmósfera está conseguida, que el narrador, Fran, tiene una voz real. Y confundir a un jurado como ése es muy emocionante. Admiro mucho a muchos de sus miembros...
P. Cuando se presentó, ¿creyó que ganaría?
R. ¡Ni remotamente! Una cosa es el deseo, y otra, la realidad. Aunque siempre tienes una esperanza, porque crees que has dado todo lo mejor en tu novela... Lo raro es que ahora que sé que he ganado, me parece más imposible que cuando me presenté. Tendré que serenarme y difrutarlo.
P. ¿Y es muy distinta esta novela de las anteriores suyas? Por las últimas, parecía usted una escritora con una mirada "muy femenina", preocupada sobre todo por el mundo de la mujer...
R. Los que han leído las seis novelas que he escrito saben que en ésta soy yo tanto como en las otras. Quizá es una novela más madura, pones más porque sabes más... Pero abordo mis temas de siempre. La fragilidad, la vulnerabilidad del individuo contemporáneo. Ése es el motor de mi literatura. Implica el azar con que vivimos, el mundo del deseo y también el territorio del fracaso; y, sobre todo, la capacidad que tenemos de soñar y la capacidad que tiene la realidad para frustrar nuestros sueños. Es una situación cruel, y me parece que la única solución que nos queda es convertirla en algo positivo, en arte.
P. ¿Se siente cercana a algún autor, grupo o generación?
R. Pues creo que me ha tocado siempre lo peor. Cuando publiqué la primera novela, en el 89, tenía 35 años. Dijeron que era una escritora tardía. Ahora, a las que publican con esa edad, las llaman jovencitas... Parece que siempre voy a destiempo.
P. ¿Transcurre Últimas noticias del paraíso en una urbanización parecida a ésta?
R. Bueno, es una urbanización de las afueras, el denominador común de una urbanización de cualquier ciudad. Parece que el jurado sospechaba que era un barrio de Buenos Aires, México o Bogotá. No es de ningún sitio, sino de clase media-media, que es la que más me interesa literariamente, porque está en medio y tiene muy buena visión, muy buena perspectiva...
P. Fran, el protagonista, ¿es sólo un joven soñador?
R. Se debate entre la indolencia, sus sueños, el amor, los deseos, la dura realidad que no puede eludir y la realidad que él quisiera construir con su forma de ver la vida. Me gusta porque se parece a mí, a lo que yo habría querido ser si hubiera sido chico.
P. ¿Su yo masculino?
R. Podría ser, sí...
P. Se diría que su vida inspira mucho su literatura.
R. Bueno, lo fundamental, para mí y para la literatura, es la vida. Aunque llevo una vida muy corriente, lo importante es la aventura de vivirla, cómo la vivas. Necesito tener cosas que decir, nutrirme del minuto, porque sé que eso es lo que luego voy a llevar a las novelas. Soy muy cómoda y he adaptado mi afán de aventura a lo que tengo más a mano. No necesito irme a la selva. Lo que la literatura toma con más ahínco es lo que la vida le da. Aunque en el fondo todos representemos una vida, unos con más ansiedad que otros (y ésa es la característica de este tiempo), y aunque algunos incluso necesitamos representarla dos veces, en la vida y a través de la literatura.
P. ¿Y cura la literatura esa ansiedad?
R. A veces. Otras te crea más. Los libros desolados te crean más. Pero siempre sales fortalecido.
P. Como filóloga y novelista, ¿se considera una científica de las palabras?
R. Como escritora, siempre supe que mi escritura tenía que ser muy precisa, muy exacta. Me gusta la claridad, la transparencia, las palabras que encarnan pensamientos y emociones. Como filóloga prefiero la palabra que casi se pueda tocar. No siempre se consigue, claro, pero ése es mi ideal.
P. Supongo que sabe que este premio supone su llegada al gran público lector...
R. Sí, es el mejor premio posible: te acerca a un mercado mejor y tiene un prestigio que no te obliga a dejarte el pundonor.
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