La medicina descubre las virtudes de la soja en la menopausia
Algunos síntomas propios de la menopausia, principalmente los sofocos, así como ciertas enfermedades que aumentan en la mujer a partir de la etapa no fértil de su vida, como la patología cardiovascular, la osteoporosis y los cánceres de mama y útero, se pueden beneficiar de las propiedades terapétuticas de ciertos componentes de la soja, según diferentes estudios.Desde 1992, cuando apareció en la revista científica The Lancet un artículo sobre los beneficios de la soja en la salud, cada vez son más numerosos los trabajos de investigación sobre las bondades de esta leguminosa en el organismo humano y especialmente en la mujer tras la menopausia. Sólo en los dos últimos años se han publicado más de 400 estudios sobre esta materia en revistas como The New England Journal of Medicine, American Journal of Obstetrics and Gynecology, Menopause y Climacteric.
Según explica el ginecólogo Santiago Palacios, que ha elaborado un análisis que incluye una revisión de 62 artículos médicos publicados sobre este tema, todo empezó a principios de los años noventa con la observación de las diferencias detectadas en los estudios epidemiológicos entre las mujeres occidentales y las orientales, principalmente las japonesas, en lo que se refiere a los síntomas climatéricos y el riesgo de sufrir ciertas enfermedades tras la menopausia.
"Hemos visto", explica Palacios, "que mientras que entre un 64% y un 80% de las occidentales sufren sofocos en la menopausia, sólo un porcentaje situado entre el 5% y el 20% de las japonesas experimenta este síntoma vasomotor. Del mismo modo, se ha hallado en las mujeres de Japón una prevalencia significativamente menor de los procesos que se incrementan en la etapa no fértil, como las enfermedades cardiovasculares, la osteoporosis o el cáncer de mama y de endometrio".
Según sostiene este especialista, aunque en principio se pensó en posibles factores genéticos que actuaban como protectores, diversos estudios epidemiológicos revelan que las razones que en gran medida explican ese hecho son las diferencias alimentarias y más concretamente el alto consumo de soja por parte de las mujeres asiáticas.
En palabras de Concepción Serrano, catedrática de Farmacología de la Universidad de Granada, la soja es el vegetal más rico en fitoestrógenos, elementos de las plantas que han demostrado tener algún tipo de actividad estrogénica.
Los fitoestrógenos contienen isoflavonas, unas moléculas que a su vez contienen genisteína, un compuesto que actúa como modulador selectivo natural de los receptores de los estrógenos (princiaples hormonas femeninas).
"La genisteína", afirma Serrano, "se une a los receptores estrogénicos y actúa selectivamente como estrógeno en algunos tejidos, como los huesos y los vasos sanguíneos, protegiendo así frente a la osteoporosis y la patología cardiovascular, y como antiestrógeno en otros tejidos, como en la glándula mamaria y el endometrio, impidiendo la actuación de los factores de crecimiento celular y protegiendo en este caso ante los tumores de mama y útero".
También se está observando, según apunta esta experta, que los componentes de la soja ayudan a prevenir otros tumores, principalmente aquellos en los que existe una relación hormonodependiente, como son los de próstata, colon y recto, aunque últimamente se está empezando a incluir en esta serie el cáncer de pulmón.
Preparados
Palacios objeta que por el monento "hay que ser muy cauto con todos estos nuevos conocimientos, que abren una interesante línea de investigación y terapéutica".
Es posible, en palabras de este ginecólogo, que en un futuro inmediato los preparados farmacológicos de soja estén indicados en un determinado grupo de mujeres posmenopáusicas "como alternativa eficaz a la terapia hormonal sustitutiva, para paliar los síntomas del climaterio y prevenir las enfermedades que aparecen en la menopausia, tras la pérdida de la función ovárica y el consecuente déficit de estrógenos".
Los expertos aconsejan en cualquier caso incrementar en la dieta el consumo de soja natural en forma de brotes para intentar aproximarse a los 35 miligramos diarios recomendables. El aceite de soja, al ser parte del lípido que se extrae de la semilla, no posee las cualidades beneficiosas de la planta completa.
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