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Tribuna
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Recuerdo triste de lo vivo lejano

La generación poética del 27 que acaba de extinguirse no fue sorda para la música, ni acaso las anteriores lo fueron tanto como se ha escrito. Pero en la del 27, poetas y músicos anduvieron del brazo. Bastaría recordar la doble condición de músicos y poetas de Gerardo Diego y García Lorca, la pasión musical de Luis Cernuda, la filarmonía de Fernando Vela, autor del ensayo El arte al cubo en torno a la Sinfonietta de Ernesto Halffter; la muy honda de Manuel Altolaguirre, el agudo pensar y decir de José Bergamín, la filiación clásica y popular de Joaquín Romero Murube o, en sentido inverso, la crítica estética y la poesía de Adolfo Salazar.En Rafael Alberti, nacido un año después que Julián Bautista y el mismo que el burgalés Antonio José, el caso es distinto, pues la musicalidad más sugerente habita en su poética, parte de la cual se inspira, al igual que los compositores, en los textos rimados y los temas musicales del Cancionero de Palacio de los siglos XV y XVI. Sobre En Ávila mis ojos, Alberti escribe La corza blanca transmutada en canción por Ernesto Halffter. Cuando la Biblioteca Nueva publica en 1925, sus páginas acogen tres hermosas canciones: La corza blanca, de Ernesto Halffter; Verano, de su hermano mayor Rodolfo, y La amante, de Gustavo Durán. Estamos en los principios de lo que podía ser una antología musical sobre Alberti, que se extendería a tantos ejemplos españoles, iberoamericanos, italianos, rusos, alemanes... Manuel de Falla era para todos el gran maestro, y su Soneto a Córdoba fue la contribución del autor del Retablo y el Concerto a los mil veces contados fastos fundacionales de la generación centrados en Sevilla y mil veces contados, unas con rigor y otras más alegremente. Y Óscar Esplá funcionaba como hermano mayor.

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Hacia 1958 creamos en Madrid el grupo Nueva Música, y nos empeñamos en un modesto pero significativo ciclo de canciones con versos de Alberti. Y en la Navidad de 1960 dimos a conocer los 14 villancicos que abren la serie "Navidad" de El alba del alhelí. Solicitamos al poeta, a la sazón residente en Buenos Aires, el correspondiente permiso, y a vuelta de correo respondió: "Para C. Halffter, De Pablo, Carra, Gombau, García Abril, Blancafort y E. Franco. Mis queridos amigos: ¡Qué inmensa alegría! Los jóvenes músicos españoles se acuerdan de mí; sin conocerme, de mí, lejos de España, va para 21 años. Tienen ustedes a su disposición toda mi obra poética. Siempre mi poesía estuvo muy ligada a los compositores: los dos Halffter, Durán, Esplá, Bacarisse, Pittaluga... Faltaba don Manuel de Falla, que murió sin poder cumplir una antigua promesa: poner música a una canción de mi Marinero. Ahora, ustedes. ¡Qué honor! ¿Cómo no estar alegre? Cuenten con todos los permisos que quieran para la publicación y grabación discográfica de mis versos. Espero con impaciencia un ejemplar del ciclo navideño de El alba... Les abraza realmente emocionado su gran amigo. Rafael Alberti".

Al año siguiente me escribió para pedirme un ejemplar del disco que utilizó en un programa navideño de la RAI. Así nos sumamos los de Nueva Música a la antología musical albertina que no cesa.

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