_
_
_
_
_
ALARMA NUCLEAR EN JAPÓN

El Gobierno japonés reconoce que reaccionó tarde tras el accidente de la planta de uranio

49 personas irradiadas, tres de ellas al borde la muerte, una vez superada la crisis

El día después del peor accidente nuclear de la historia de Japón fue el de las disculpas. El Gobierno japonés se mostró avergonzado por el incidente, el segundo en dos años en la misma ciudad, y reconoció a través de su portavoz, Hiromu Nonaka, que reaccionó tarde tras la alarma. Este reconocimiento llegó después de que los niveles de radiactividad bajaran rápidamente en la madrugada del viernes y la ciudad de Tokaimura, a 120 kilómetros de Tokio, volviera poco a poco a la normalidad. El balance final incluye 49 irradiados, pero sólo tres están ahora en peligro de muerte.

Más información
Silencio fantasmal en una noche de miedo

"La reacción nuclear ha parado", afirmó el responsable de la Comisión de Seguridad Nuclear, Kazuo Sato. El organismo puso fecha y hora al momento en el cual los contadores de neutrones volvieron a cero: las seis y cuarto de la mañana del viernes (23.15 del jueves en España). A esa hora, el Gobierno japonés dio por terminada la primera etapa de la crisis provocada por una reacción nuclear en cadena ocurrida en la planta de Tokaimura el día anterior, pero no declaró que la zona afectada era segura hasta pasadas las cuatro de la tarde, después de analizar dos mediciones de contaminación en las proximidades de la planta.El Ejecutivo japonés, cuya remodelación fue suspendida tras el incidente, reconoció ayer a través de su portavoz su falta de reflejos para hacer frente a la crisis. "Comprendo que este tipo de accidentes podía ocurrir en la década de los cincuenta", aseguró el portavoz del Gobierno, pero "como país moderno debemos sentir vergüenza por lo ocurrido". El propio primer ministro, Keizo Obuchi, pidió perdón por el incidente, que ha despertado la atención internacional y provocado una gran alarma entre los japoneses. Las consecuencias del accidente sobre la población tampoco cesaron ayer, aunque fueron aliviándose a lo largo del día. Tokaimura vivió una mañana fantasmal después del desastre, que durante toda la noche mantuvo ocupado a un equipo de limpieza en la planta afectada.

Las calles de esta ciudad, de 34.000 habitantes y con 15 instalaciones nucleares, amanecieron desiertas. El toque de queda impuesto sobre los 310.000 habitantes en 10 kilómetros a la redonda, que debían permanecer encerrados en sus casas hasta nueva orden, se mantuvo, y sólo las patrullas policiales, que habían cambiado su uniforme habitual por trajes de protección blancos y, en algunos casos, mascarillas, pululaban por las calles.

Las guarderías y centros escolares permanecieron cerrados, aunque recibieron el aviso oficial de que hoy podrían abrir sus puertas de nuevo.

Treinta horas después del desastre, sobre las cuatro de la tarde, los afectados por estas restricciones -no así los 150 evacuados de sus casas, las más cercanas a la central- recibieron la buena nueva de que podían abandonar su encierro. Después de una noche sin dormir, los residentes celebraron la noticia, pero sólo algunos se atrevieron a salir a comprar.

No tuvieron tanta suerte las 80 personas que viven a menos de 350 metros de la planta nuclear, a la que nadie puede acercarse todavía, y que no habían sido desalojadas. Permanecieron encerradas en sus casas y seguirán así hasta que las autoridades locales decidan revocar la orden. Las empresas de la zona, como Hitachi y Texas, también seguirán cerradas.

Esas mismas autoridades aseguraron ayer a los ciudadanos que no corrían peligro porque los niveles de radiactividad detectados no suponen una amenaza para la salud. Aun así, los vecinos de Tokaimura no podrán beber agua de sus grifos en los próximos días, ya que ésta debe ser analizada para comprobar si ha resultado contaminada.

Con la ciudad recuperando la normalidad, llegó el balance de heridos: 49 personas resultaron irradiadas, según el último recuento, pero se llegó a hablar de "al menos" 55 afectados por la radiactividad. Entre ellos hay 39 trabajadores de la planta, pero también bomberos que participaron en las tareas de rescate, trabajadores de un club de golf cercano y algunos vecinos.

Dos de los trabajadores contaminados -de 35 y 39 años-, los que más cerca se encontraban de la luz azul que señala la reacción nuclear en cadena, se encuentran en estado crítico en un centro especial para tratar incidentes de este tipo, y un tercero, de 55 años,se encuentra grave. Sus posibilidades de sobrevivir son pequeñas, según algunos expertos. La Organización Mundial de la Salud aseguró a través de un portavoz que el escape sólo tendrá efectos limitados sobre la salud de la población local.

El incidente ha dado alas a los enemigos de la energía nuclear, sobre todo si se tiene en cuenta que el de Tokaimura sólo ha sido el último de una cadena de pequeños accidentes que han afectado a la industria nuclear japonesa, que suministra un tercio de la energía eléctrica al país, los últimos cuatro años. "La gravedad del accidente no tiene precedentes", aseguró ayer Hideyuki Ban, codirector del Centro de Información Nuclear Ciudadana.

Los inversores respondieron a Sumimoto, la empresa propietaria de la planta, haciéndole perder el 19% de su valor en la Bolsa de Tokio. Varias aseguradoras afirmaron, sin embargo, que aún es pronto para calibrar el impacto del incidente en la economía japonesa. Cuando la crisis se dé por concluida será la hora de evaluar el impacto sobre la salud de la población y el medio ambiente de la región. No obstante, según la Agencia Internacional de la Energía Atómica, el accidente no dejará contaminación residual en el ambiente.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_