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ALARMA NUCLEAR EN JAPÓN

Silencio fantasmal en una noche de miedo

Un silencio fantasmal cayó sobre Tokaimura en la noche del jueves mientras los agentes de policía deambulaban por las calles con sus trajes blancos de protección contra la radiación y la casi totalidad de sus 34.000 habitantes permanecían recluidos en sus casas por orden gubernamental. El toque de queda afectó en los alrededores a un total de 310.000 personas.Las carreteras de acceso al centro de la ciudad estaban bloqueadas por agentes equipados con máscaras antigás, guantes blancos y uniformes diseñados para apantallar la radiación. Las escuelas y las guarderías habían sido clausuradas a lo largo del día, y mucha gente que había sido evacuada de sus casas, las más próximas a la planta de enriquecimiento de uranio, se apiñaban en instalaciones municipales y se sometían a pruebas para detectar la radiación.

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La ciudad y sus inmediaciones cuentan con 15 instalaciones nucleares de uno u otro tipo, incluyendo una central, y muchos vecinos trabajan en esas plantas. Unos 50 de estos empleados colaboraban en la atención a los evacuados, junto a los funcionarios del ayuntamiento y algunos maestros de escuela.

"Hubiera entendido que algo así ocurriera en la central nuclear, pero no en esa planta de enriquecimiento de uranio", comentaba uno de los trabajadores, que no quiso ser identificado. Una mujer que había sido evacuada con su hija de nueve años decía: "Estoy muy preocupada. Imagínese, los niños estuvieron jugando por la calle hasta bien entrada la tarde". El incidente había tenido lugar a las 10.35 de la mañana. Las quejas sobre la tardanza con que las autoridades alertaron a la población eran generales. Pero casi nadie daba su nombre.

Precedente

No es la primera vez que Tokaimura se enfrenta a un incidente nuclear. En 1997, 37 trabajadores de las instalaciones sufrieron una irradiación excesiva. Pero el incidente del jueves ha sido el más grave de la historia de Japón.Un hombre de avanzada edad que había estado trabajando al aire libre en las inmediaciones de la planta acudió al centro municipal con el manojo de ropas que había llevado puestas esa tarde. También se queja de las autoridades. Tampoco da su nombre. Yoshihiro Toriizuka, de 68 años, cuenta que sólo oyó hablar del incidente después de llegar a casa a media tarde del jueves. Pese a ello, ni siquiera se molestó en abandonar su casa, que está a sólo 350 metros de la planta accidentada. "Da exactamente lo mismo estar en un sitio u otro", decía el hombre. "La radiación no se ve en ningún lado".

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