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Todo el poder para las mujeres

Los personajes femeninos "barren" en las pantallas de la Mostra, que tiene una fuerte presencia de directoras y actrices

El fenómeno no es nuevo, pero en esta edición de la Mostra de Venecia se aprecia con mayor nitidez. El cine en femenino gana peso y mejora de aspecto sensiblemente. No se trata ya del número de directoras y la larguísima lista de actrices competentes que presentan sus filmes en este festival, sino del contenido de los guiones, que asigna cada vez un mayor peso a los papeles femeninos, con el riesgo de alejar el cine de la realidad cotidiana por cierto. Una gran parte de las películas que están despertando mayor interés en este festival tienen como protagonistas a mujeres con capacidad resolutiva, fuerza y gran densidad humana. A título de ejemplo, bastaría incluir Holy smoke, de Jane Campion, y la francesa Pas de scandale, que protagoniza Isabelle Huppert, pasando por Une liaison pornographique o Beeing John Malkovich, e incluso Crazy en Alabama, dirigida por Antonio Banderas e interpretada por Melanie Griffith. Basta echar una ojeada al programa de la Mostra para darse cuenta de que algo ha cambiado en el festival. Tres de las películas seleccionadas en la competición oficial están dirigidas por mujeres: Holy smoke, de la ya consagrada Jane Campion; Jesus son"s, de la canadiense Alison McClean, y Rien à faire, de la francesa Marion Vernoux. Y tampoco escasean los nombres femeninos en las películas de las diferentes secciones no oficiales. Será cierto, como proclama el actor norteamericano Harvey Keitel, que la distinción entre sexos es absurda y que detrás de la cámara sólo se sitúa un cerebro y una determinada mirada. Pero en un arte-técnica como el cine, que llega a millones de personas, seguramente la formación y la mentalidad de quien lo concibe tienen alguna importancia.

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El primer síntoma de lo que la Mostra preparaba se vio ya en el filme que inauguró el festival: Eyes wide shut, de Stanley Kubrick. Una historia en la que el único triunfo (si es que puede hablarse en estos términos) se lo apunta el personaje femenino, interpretado por Nicole Kidman, quien, pese a los gritos de las fans, ha superado a su marido, Tom Cruise, a la hora de despertar el interés de los medios de comunicación. También el personaje de Ruth Barren en Holy smoke, la joven en busca de respuestas al vacío espiritual de su vida que interpreta Kate Winslet, sale infinitamente mejor parado en la película que su oponente masculino, el veterano Harvey Keitel. Pese a su juventud y a la confusión mental en la que se encuentra, Ruth consigue derrotar a PJ-Keitel, dejándolo a merced de sus deseos. El pobre Keitel, arrastrado por una pasión incandescente, se somete pasivamente incluso a una absurda sesión de maquillaje a cargo de la jovencita que pretende humillarle inconscientemente. En Venecia, y pese a la talla profesional de Harvey Keitel, los fans de Kate Winslet han sido más numerosos y los periódicos han estado, en general, más atentos a la actriz inglesa.

Otro tanto puede decirse de la historia que cuenta Une liaison pornographique, en la que el único personaje un poco estudiado y delineado es el que interpreta la veterana Nathalie Baye. Su compañero de fantasías sexuales, el español Sergi López, se ve obligado a superar con enorme dignidad y encanto las dificultades de un papel mucho más vacío e indeciso. La Baye, que en esta cinta no tiene nombre, ya que una de las reglas esenciales de los encuentros eróticos es que sean totalmente anónimos, piensa en voz alta, decide, cambia de opinión, se comporta como una verdadera patrona de la escena. Igualmente decidida se mostró ayer su compatriota, la actriz Emmanuelle Seigner, que ha venido a Venecia acompañada de su marido, el diminuto Roman Polanski. La Seigner, que luce grandes ojeras y la melena cuidadosamente despeinada, confesó que desea romper cuanto antes el maleficio un poco diabólico que pesa sobre ella. Quizás su papel en Buddy boy, la película de Mark Hanlon que ayer se presentó en Venecia fuera de concurso, no contribuya del todo a lograrlo. En Buddy boy, en todo caso, es ella, en el papel de Gloria, una bella joven que despierta deseos obsesivos en un vecino algo paranoico, el único personaje un poco sano. Gloria es, después de todo, en palabras de la propia Seigner, "una persona normal, alegre, simpática, sin especial glamour".

Si los personajes femeninos ganan en densidad y hondura lo hacen, indudablemente, a costa de los masculinos. A juzgar por las historias que llegan a Venecia, los hombres están en crisis, al menos en las pantallas cinematográficas. No es que no haya historias ejemplares con protagonistas masculinos. Entre los más de 80 títulos que se proyectarán en esta Mostra hasta su clausura, el sábado próximo, hay muchos con protagonistas masculinos aceptables. Por ejemplo, la nueva cinta de Woody Allen. No se trata esta vez de una creación absoluta, sino de un filme biográfico sobre la vida de un guitarrista de jazz llamado Emmet Ray (aunque la reconstrucción es bastante libre). Un excelente músico que vivió perseguido por su condición de segundón, al menos en la versión de Allen. También la película del director británico Mike Leigh, Topsy-Turvy, se centra en la historia de dos artistas masculinos, Gilbert y Sullivan. Pero Venecia quiere dejar constancia sobre todo de que estamos a un paso del siglo XXI.

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