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Grandes grupos alimentarios franceses crean líneas de producción "libres de transgénicos"

El mayor productor de pollos británico suprime los antibióticos de la dieta de los animales

El cerco a la industria biotecnológica y los productores de organismos genéticamente modificados se estrecha. Francia ha dado el último paso. Tres grandes grupos industriales alimentarios franceses -Glon-Sanders, número uno francés de piensos; Bourgoin, principal productor europeo de pollos; y el grupo agroalimentario Eridania Beghin-Say- han decidido crear líneas de producción "libres de transgénicos", es decir, que desde la semilla de soja hasta el huevo que pone la gallina en ningún momento intervenga nada que tenga los genes modificados.

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Para Glon-Sanders y Bourgoin lo importante es "garantizar que es posible seguir el camino recorrido por el 100% de los ingredientes que intervienen en un producto". Para hacer que eso sea factible, han creado una denominación de calidad orgánica llamada "soja del país".La medida adoptada por los industriales franceses tiene su justificación. Vacas locas, pollos con dioxina, maíz transgénico... el consumidor no sabe lo que come y tiene miedo. A raíz del escándalo de las vacas locas, los franceses pasaron a comer menos vacuno y más pollo. El problema de la dioxina detectado en Bélgica ha sumido en una profunda crisis el sector avícola. Y a todo eso se ha sumado el descubrir que en EE UU la elaboración de algunas leches para bebés incluye productos genéticamente modificados.

De momento, para 1999, se prevé que la cosecha de "soja del país" será de unas 50.000 toneladas, para duplicarse en el año 2000 y convertirse en el 50% de la producción gala que, de todas maneras, sólo representa el 5% de las proteínas de soja destinadas a la alimentación animal. A efectos de comparación conviene no olvidar que los EE UU producen 75 millones de toneladas, 13 de las cuales eran, en 1998, genéticamente modificadas.

En el caso francés, los industriales quieren que pueda seguirse la pista de la transformación de las semillas "libres de transgénicos" hasta el punto de venta, a donde llega convertida en ave o huevo después de haber sido grano, y de que éste, una vez molido, haya sido mezclado a otros ingredientes también garantizados. Se estima que unos 2.000 campesinos participarán en el cultivo de "soja del país" este primer año.

El compromiso de Glon-Sanders y Bourgoin, que suministran sus productos a la marca de pollos y huevos Duc, también ha sido adoptado por el grupo agroalimentario Eridania Beghin-Say, que ha decidido "suministrar a sus clientes europeos productos extraídos de materias primas tradicionales, libres de organismos genéticamente modificados". Una de las fábricas del grupo, situada en Sète, en la costa mediterránea, se dedicará precisamente a triturar granos de soja "libres de transgénicos".

En Duc han calculado que el pollo alimentado sin transgénicos comerá unas proteínas de soja que serán entre un 15% y un 20% más caras que las no garantizadas. Ese sobreprecio deberá ser repercutido en el coste final del pollo y huevos, y queda por ver si el consumidor, ante este esfuerzo de transparencia sanitaria, estará dispuesto, no sólo a abonar un poco más por el producto, sino también a recuperar la confianza perdida en los alimentos. Duc también exige a los agricultores y granjeros que cultiven o críen a una distancia mínima determinada de hipotéticos lugares de contaminación (fábricas químicas y centros de incineración).

Pollos sin antibióticos

Pero Francia no es el único país donde los escándalos alimenticios provocan reacciones entre los productores. Grampian Country Food, el mayor grupo británico productor de aves de corral, ha decidido suprimir de su dieta los antibióticos que favorecían su crecimiento al evitar enfermedades

La decisión ha cogido por sorpresa a la industria alimentaria británica, a la que la compañía suministra 200 millones de pollos anuales. Los primeros ejemplares libres de medicamentos podrán adquirirse a partir del próximo mes. Para diciembre, todos los envíos de pollería recibidos por las grandes cadenas de supermercados como Tesco y Sainsbury, llevarán la etiqueta "alimentación natural". Los británicos consumen 800 millones de pollos al año, y el grupo Grampian ha reconocido que los temores sobre los posibles efectos nocivos de los medicamentos para animales en la salud humana les ha llevado a tomar esta decisión.

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