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La UE paraliza la aprobación de un tipo de maíz transgénico por dudas sobre su seguridad

La decisión llega un día después de publicarse que una planta similar mata a ciertas larvas

Tan sólo un día después de que científicos de la Universidad de Cornell (EE UU) publicaran en la revista Nature que el polen de un tipo de maíz transgénico resulta mortal para las larvas de algunas mariposas, la Comisión Europea anunció ayer la paralización del procedimiento de aprobación de una variedad de maíz similar, desarrollada por la compañía estadounidense Pioneer Hi-Bred. Otras dos variedades de maíz transgénico, desarrolladas por las firmas Novartis y Monsanto, están ya aprobadas y en uso en la Unión Europea. En España hay plantadas 20.000 hectáreas de estas últimas.

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Los varios tipos de maíz transgénico están modificados para aumentar su resistencia a las plagas. Las dos variedades ya plantadas en Europa podrían verse también afectadas si el comité científico de la UE comprueba que pueden ser dañinas para el medio ambiente. Peter Jorgensen, portavoz de la comisaría de Medio Ambiente de la Comisión, señaló ayer que la superficie plantada con estos tipos de maíz es escasa, y que aún es muy pronto para saber si se les pueden aplicar las conclusiones del estudio científico norteamericano.La UE está haciendo frente a fuertes presiones de Washington que pretenden acelerar el proceso de aprobación. Según los cálculos de la Administración estadounidense, los granjeros de aquel país dejan de ingresar unos 200 millones de dólares al año (30.000 millones de pesetas) al no poder exportar a Europa las variedades de maíz transgénico aún no aprobadas.

El proceso de aprobación quedará ahora en suspenso, aunque la Comisión Europea no tomará ninguna decisión definitiva mientras sus propios científicos y asesores no confirmen o refuten los resultados del equipo de la Universidad de Cornell.

Tom McDermott, portavoz de Monsanto, señaló ayer: "Un solo estudio no puede tomarse como una prueba; hay que contrastar estos resultados con el resto de las evidencias".

Entretanto, en el Reino Unido, Michael Meacher, secretario de Estado de Medio Ambiente, afirmó categórico que estudios como el recién publicado en Nature son tenidos muy en cuenta. "Si viéramos que algo así sucede en el Reino Unido paralizaríamos de inmediato los ensayos. El Gobierno sabe que es necesario investigar más a fondo", dijo.

Ayer se supo también que el Gobierno británico prepara una campaña de concienciación popular que primaría a expertos favorables a las nuevas cosechas. Pero el principal asesor científico del Gobierno británico, Robert May, ha remitido una carta a la Sociedad para la Protección de las Aves -que suma un millón de socios- en la que asegura que las cosechas genéticamente tratadas "no deberían comercializarse hasta el año 2003 como mínimo". La nota, aireada ayer por el rotativo The Independent, contradice la postura oficial del Ejecutivo laborista, que se inclina por pactar con las empresas de biotecnología la llegada al mercado de sus semillas.

En su misiva, May reconoce que no puede autorizarse la venta de cosechas transgénicas mientras no estén claros sus efectos sobre el entorno y las personas. "De los sembrados experimentales no podrán sacarse conclusiones hasta el año 2002. Es absurdo que el Gobierno intente comercializar las semillas antes del 2003", escribe May.

Alerta ecologista

Dos de las principales organizaciones ecologistas internacionales, Greenpeace y Amigos de la Tierra, se apresuraron ayer a exigir la prohibición del maíz transgénico tras conocer los resultados de la Universidad de Cornell. "Llevamos años diciendo que las variedades modificadas genéticamente no son la solución al control de las plagas", dijo en Bruselas Gill Lacroix, responsable del programa de biotecnología de Amigos de la Tierra.Lacroix afirmó que "la UE debe detener inmediatamente la siembra de maíz transgénico en su territorio; este maíz no reporta ningún beneficio ni a los consumidores ni al medio ambiente, y por el contrario supone un riesgo significativo".

Refiriéndose más en general al asunto de la modificación genética, Lacroix añadió que la biodiversidad en Europa está ya declinando, y que "la introducción de cultivos transgénicos sólo puede empeorar una situación ya preocupante".

El maíz transgénico lleva material genético de la bacteria Bacillus thuringiensis, lo que le permite fabricar una toxina que le protege contra las plagas. De este modo, el agricultor puede usar menos pesticidas.

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