El Gobierno de Brasil emprende la lucha contra la esclavitud en las plantaciones
Rescatados 777 trabajadores que estaban sometidos por las bandas armadas de los terratenientes
El Gobierno de Brasil ha iniciado una lucha contra la esclavitud sin precedentes en aquel país. El presidente Fernando Henrique Cardoso ha firmado un proyecto de ley que establece duras penas de cárcel no sólo para los grandes terratenientes con esclavos, sino también para todos los que colaboren con ellos, como los vigilantes armados que impiden a los trabajadores abandonar las plantaciones. El Gobierno ha liberado en los últimos cuatro años a 777 trabajadores sometidos por sus patrones y sus bandas armadas. Según los cálculos oficiales, el 18% de los esclavos es asesinado y enterrado en las plantaciones.
Brasil es uno de los países más modernos de América Latina, con experiencias piloto en muchos campos, como la medicina, y donde los ciudadanos votan y pueden hacer la declaración de la renta a través de Internet. Pero Brasil sufre también desigualdades sociales muy fuertes y no ha logrado aún acabar con la esclavitud.El número de brasileños sometidos a este régimen, sobre todo en las grandes fincas del norte, no se conoce con exactitud. Los equipos de rescate del Ministerio de Trabajo han liberado en los cuatro últimos años a 777 de estos esclavos (468 en el estado de Pará; 241 en el de Mato Grosso; 50 en Mato Grosso del Sur y 18 más en Maranhão). El ministerio considera que por cada esclavo liberado hay aún un buen número que espera la liberación.
La prestigiosa revista brasileña Veja ha tenido acceso en exclusiva a los archivos del ministerio sobre la esclavitud y comenta que en sus ficheros "se desvela la historia de una vergüenza nacional". Veja ha hablado personalmente con alguno de los trabajadores rescatados, que cuentan escenas escalofriantes. Algunos de ellos se han negado a dar su nombre por miedo a ser asesinados.
De hecho, el Gobierno calcula que el 18% de estos esclavos modernos es asesinado por los dueños de las tierras y enterrado allí mismo. Una versión que corrobora con su testimonio Ednaldo Silva Santos, que fue esclavo durante siete meses con otros 12 hombres, dos mujeres y un niño.
El sociólogo José de Souza Martins, catedrático de la Universidad Pública de Sâo Paulo, tiene a punto el libro Trabajo esclavo en el Brasil contemporáneo, en el que distingue entre trabajadores explotados -con cierta libertad para dejar el trabajo- y esclavos, que se enfrentan a la muerte si dejan su puesto.
El presidente de la República, Fernando Henrique Cardoso, conmovió a la opinión pública en 1995, al reconocer que aún existen esclavos en Brasil. Cardoso, que era profesor de Sociología, ya había escrito un libro sobre el tema en el que afirmaba: "Antiguamente los esclavos tenían un dueño; los de hoy cambian continuamente de propietario y no saben lo que les reserva el día siguiente". Guilherme Pedro Neto, de 51 años y actual secretario de la asociación que reúne a seis millones de trabajadores rurales, la Contag, sufrió en sus propias carnes la esclavitud. "Fui más que un esclavo", afirma, "porque en menos de un año, en la década de los 70, me vendieron tres veces".
Por todo ello, Cardoso ha firmado un proyecto de ley llevado al Parlamento por el diputado Paulo Rocha, del Partido de los Trabajadores (PT) en el que se pide cárcel no sólo para los terratenientes esclavistas, sino también para sus vigilantes armados. El terrateniente que hasta ahora ha sido condenado a mayor pena ha sido Silvio Caetano de Almeida: dos años de cárcel que nunca cumplió. Hay un proceso en curso contra Luis Martins Pires, que tenía 220 esclavos en su finca. Pero si las leyes no cambian no será condenado a más de dos años y nunca pisará la cárcel.
El primero que había denunciado la existencia de esclavos en Brasil, en 1971, fue el obispo de Sâo Félix de Araguaia, en Mato Grosso, el catalán Pedro Casaldaliga, lo que creó gran revuelo, incluso en el Vaticano. Hoy es el Ministerio de Trabajo quien lucha por rescatar a los esclavos.
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