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Tribuna
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Fracaso o ridículo

La situación ha llegado a un punto sin retorno posible en la crisis de Kosovo. Y la propia OTAN y el Grupo de Contacto parecen asustados ante este hecho evidente. Horas después de cumplirse la hora, mediodía de ayer, hora española, a la que habría de demostrar esta vez la comunidad internacional que estaba decidida a actuar contra quien obstaculizara el plan de paz y el despliegue de tropas internacionales en Kosovo, se multiplicaban los intentos en diversos frentes de volver a dejar este ultimátum en papel mojado. El nuevo, y presuntamente último ultimátum de quienes tanto han advertido que no habría otro plazo, ni un minuto más, ha sido fijado para el martes.En Rambouillet, la prolongación ayer de las negociaciones sugiere por un lado que se ha abierto una tenue posibilidad de acuerdo. También puede indicar que la resistencia obstinada de Slobodan Milosevic al despliegue de tropas de la OTAN está cosechando los primeros éxitos en su estrategia de romper de nuevo la unidad en el Grupo de Contacto. Y que, frustrada la apuesta de Rambouillet, son los mediadores mucho más que los negociadores los que buscan desesperadamente una fórmula de evitar el ridículo.

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Movimientos de tropas serbias

Mientras, desde la región del conflicto se informaba de nuevos enfrentamientos armados entre las fuerzas serbias y el Ejército de Liberación de Kosovo (ELK). Nadie duda de que un fracaso de Rambouillet, difícilmente evitable ayer, traerá consigo un inmediato y posiblemente muy virulento rebrote de los combates. Independientemente de que la OTAN cumpla o no sus amenazas de intervenir. Las últimas bravatas de Milosevic hacen pensar que quizás sea él el principal interesado en una intervención militar para vender a su propio pueblo una concesión difícil de digerir tras su largo currículum de derrotas. Pero los mediadores europeos parecen intimidados ante la dinámica adquirida por su propio despliegue de fuerzas y amenazas. Los intentos de ayer de los ministros de Exteriores francés y británico de vender optimismo, una vez más resultaban patéticos. La secretaria de Estado norteamericana, también presente en Rambouillet, no dijo una palabra durante la conferencia de prensa. No parece querer verse obligada a arrepentirse de hablar, como les habrá pasado a sus colegas con sus declaraciones de días pasados.

Pero el fracaso de Rambouillet, sin medidas inmediatas para obligar a Milosevic a aceptar tropas en Kosovo, será ante todo un desastre de inmensas dimensiones para una OTAN que podría quedarse sin su gran fiesta del 50º aniversario, a celebrar en mayo. No procede celebrarse mucho como vencedores de la guerra fría cuando se dejan ridiculizar por enésima vez por un sátrapa balcánico.

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