Ola de ataques contra las trabajadoras humanitarias
El Gobierno serbio ha intensificado las detenciones de trabajadores de grupos humanitarios en Kosovo. 1.500 personas, unas trescientas más que en octubre, están detenidas y acusadas de delitos de terrorismo sin que tengan nada que ver con la guerra, según la organización Human Rights Watch.Una de ellas es Fatime Boshnjaku, presidenta de la Sociedad Madre Teresa en la ciudad de Djakovica, de 45 años, detenida, torturada y condenada el pasado miércoles a siete meses de cárcel por colaboración con terrorismo. Su delito, según manifestó por teléfono a este periódico: "Reparto comida a los seres humanos más necesitados".
Boshnjaku es la coordinadora de la ayuda humanitaria en la zona de Djakovica. El pasado 11 de julio, en plena ebullición de los combates, Fatime Boshnjaku fue interceptada en un control policial cuando se disponía a repartir comida y ropa en su camión en la aldea de Seremet. "Me retuvieron la hoja de distribución para comprobar a qué familias llevaba alimentos, en uno de los peores momentos de la guerra, con miles de refugiados y desplazados desde sus casas", relata.
Control y persecución
Después vinieron varios días de control y persecución, de interrogatorios en los puestos policiales, hasta que, el 15 de julio, fue encarcelada con cargos de terrorismo. Desde el miércoles, fecha de su sentencia, está en libertad, al haber cumplido los siete meses de condena mientras esperaba su juicio.
No es la única víctima de este grupo humanitario, el más activo, extenso y conocido de Kosovo, según confirmó desde Pec un portavoz de la OSCE. Otras tres miembros de este grupo fueron asesinadas por tropas serbias. Y tres más se encuentran aún en la cárcel a la espera de juicio. "Yo estoy satisfecha porque he quedado libre después de siete meses. Pero detrás quedan tres compañeras en la cárcel, y miles de personas más", cuenta. "Pero sacrificarnos por el ser humano no es un crimen, sino una felicidad y un orgullo. Yo ayudo a refugiados de cualquier etnia, no a terroristas. Los refugiados no son culpables, y tienen derecho a alimentarse. Ahora volveré a mi trabajo. Nadie me parará".
Son decenas los miembros de grupos humanitarios que el Gobierno serbio ha detenido bajo acusación de terrorismo, junto a cientos de campesinos inocentes, según Fred Abrahams, de Human Rights Watch. "Ésa es la forma que tiene Belgrado de intimidar a los kosovares de etnia albanesa". La tortura la ha conocido bien Fatime, como ella misma confirma. La peor, sin embargo, relata, ha sido regresar a su casa y comprobar que su hijo, Leka, de 10 meses, se echó a llorar en sus brazos cuando le fue a abrazar. "Le dejé con tres meses y ahora no me conoce. Para él soy una extraña".
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