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CUENTA ATRÁS EN KOSOVO

Rusia consigue destacar en París su papel mediador

Al dinamismo mostrado por la Unión Europea y al peso "diplomático" de los poderosos B-52 estadounidenses, Rusia ha sumado en Rambouillet una actitud que en los altos círculos del Grupo de Contacto y en la misma OTAN se considera "sumamente constructiva". Valedor formal del Gobierno yugoslavo, Moscú ha combinado su disposición a la búsqueda de un arreglo con las declaraciones públicas más o menos destempladas de rechazo a las amenazas de la OTAN. Pese a ello, el tratado bilateral OTAN-Rusia se ha revelado estas dos semanas como mecanismo fundamental para abordar la crisis.Sin dejar de mostrar su disconformidad con la táctica de presión ejercida por el Grupo de Contacto, y el rechazo a todo ataque militar contra Serbia no avalado por el Consejo de Seguridad, donde tiene derecho de veto, la diplomacia rusa ha actuado limpiamente intercambiando la información a su alcance y tratando de involucrarse en las iniciativas conjuntas de pacificación. Más aún, en el encuentro del pasado miércoles, la delegación rusa respondió con un "quizás" a la pregunta de si, en caso de alcanzarse un acuerdo en Rambouillet, estarían dispuestos a aportar tropas al contingente internacional a desplegar en Kosovo.

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A la vista de ese comportamiento, las potencias europeas y estadounidense han optado por ignorar el tono explosivo "no os dejaremos tocar Kosovo" de algunas de las declaraciones de los líderes serbios o el propio presidente Borís Yeltsin. Con todo, el resto de los países del Grupo de Contacto y los dirigentes de la OTAN son conscientes de que el recurso a los bombardeos sobre Serbia pondría en grave riesgo la actual colaboración con Rusia. Pese a su dependencia de la ayuda económica occidental, su debilidad actual, y la desconfianza en Slobodan Milosevic, los rusos no se resignan a perder su margen de influencia internacional.

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