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La ONU proclama que el genoma humano no debe ser comercializado

Declaración universal sobre bioética

La ONU adoptará hoy la Declaración Universal sobre el Genoma Humano y los Derechos del Hombre, un texto de 25 artículos elaborado por la Unesco entre 1994 y 1997 bajo el impulso del Comité Internacional de Bioética. Se trata de regular la investigación en materia de genética molecular, para precisar hasta dónde los países pueden y deben legislar sobre la cuestión, qué límites debe ponerse a la ciencia y al mercado, y cuál puede ser el impacto en los países en vías de desarrollo.

La declaración prohíbe la clonación de humanos y considera el genoma patrimonio de la humanidad. Además, supone un éxito para la UE, sobre todo para Francia, Italia y España, respaldadas por Japón, contra la tendencia más mercantilista de los anglosajones.El Comité de Bioética propugna que el progreso científico y económico que pueda derivarse de los nuevos descubrimientos del mapa completo del genoma humano (unos 100.000 genes que determinan los caracteres hereditarios de cada individuo y que le permiten vivir), cuya culminación está prevista para el año 2003, tenga que supeditarse a la defensa de los derechos de la persona. La ONU asumirá que "cada individuo tiene derecho al respeto de su dignidad y sus derechos, sean cuales sean sus características genéticas".

EE UU, que figura en la Unesco como mero observador, deberá incluir en su legislación los principios aprobados por la ONU, de modo que los experimentos que hoy realizan algunos laboratorios comerciales estadounidenses cultivando células de embriones humanos podrían quedar prohibidos.

El genoma humano es considerado "la base de la unidad fundamental de toda la familia humana y del reconocimiento de su dignidad intrínseca y diversidad", dice el artículo primero, mientras que el cuarto recuerda que el genoma, "en su estado natural, no puede dar lugar a beneficios pecuniarios". La batalla en la Unesco ha sido dura para conseguir que nadie pueda "registrar" el descubrimiento de un nuevo gen y hacer dinero con ello.

El texto habla de los "derechos de las personas interesadas" y se especifica que toda investigación o tratamiento sobre el genoma requiere "el consentimiento previo, libre e informado del implicado". Si éste no está en condiciones de expresarlo, la investigación sólo será admisible si puede representar "un beneficio para la salud" de esa persona concreta.

En otro punto se aborda la responsabilidad de los investigadores y se recuerda que la libertad de creación científica tiene como corolario una auténtica deontología. Y esa afirmación concierne tanto a los investigadores como a los responsables de las publicaciones científicas, que no deben convertir los descubrimientos en espectáculo.

Otros artículos tratan de la garantía de confidencialidad de los datos genéticos. Se apela a la responsabilidad de los estados para asegurar las mejores condiciones para la ciencia. La declaración no obliga a los países. Su aceptación es voluntaria. El Comité de Bioética, que velará para que se respete en todo el mundo, no tiene poder sancionador.

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