Koke, batuta y cañón en la rotunda victoria del Atlético en Girona
El capitán firma un gran gol con un zapatazo desde fuera del área y lidera una victoria redondeada con los tantos de Gallagher y Griezmann


El Atlético despidió el año con una contundente victoria en Girona y enseñando ese atractivo molde de equipo fabricado para pisar el acelerador y salir flechado en cuanto hace saltar las líneas del rival. Y si tuvo que tocar con pausa, también la tuvo. Un buen partido de los futbolistas de Simeone, resuelto ya en el primer tiempo con dos disparos desde fuera del área de Koke y Gallagher. El del vallecano fue un golazo. Dos centrocampistas marcando para deleite de su entrenador, siempre obsesionado con la necesidad de que sus medios sean llegadores definitivos. Los dos tantos marcaron en el primer acto la distancia en el juego que existe entre este Girona alicaído y el Atlético. El segundo fue un intento del conjunto local de dignificarse con una mayor intensidad y presencia y de su rival de aumentar la diferencia. Lo hizo Griezmann en la última jugada para redondear un triunfo rotundo.
Se fueron a buscar los dos equipos y el Atlético desplegó una superioridad incontestable. No aguantó el equipo de Míchel ni medio pulso, superado por las combinaciones en velocidad que nacían de las botas de Koke y Barrios. El capitán volvió a firmar un partido ejemplar coronado con un zapatazo desde 20 metros que abrió el marcador. El golpeo a bote pronto con el exterior de su bota derecha reventó la escuadra de Gazzaniga. Un gol muy alemán, el número 50 del mediocentro vallecano en su partido 708. Por encima de las cifras de récord, asoma un futbolista que parece disfrutar como hace tiempo que no lo hacía con la pelota. En determinados partidos, con rivales que le obligan a correr rápido hacia atrás puede sufrir, como le sucedió en el Camp Nou, pero su mando en el juego de este Atlético es palmario. Mezcla muy bien con Barrios, que este curso ha elevado sus prestaciones desde que el capitán le da sombra y calor. La pareja puso a volar o a circular a su equipo, según convenía. Recuperó Diego Pablo Simeone a Marcos Llorente y el equipo recobró ese paso demoledor y amenazante en la derecha. El partido también fue otra confirmación de la crecida de Pubill como central.
La idea del Girona permanece, la ejecución es otra cosa. Nada que ver con aquel equipo plagado de riqueza táctica para resolver los partidos. El desmantelamiento del espinazo (Savinho, Aleix García, Miguel Gutiérrez, Dobyk) del equipo que alcanzó la clasificación para la Liga de Campeones aún le pasa factura. Ya había dado síntomas de no poder sostenerle la mirada a su rival antes de que Koke hiciera ese golazo. Con más precisión en los últimos metros, el Atlético podía haberle endosado una buena tunda a este blando Girona. Cada pérdida era una ocasión para que los futbolistas de Simeone galoparan a campo abierto en cuanto ligaban dos pases. Eran mantequilla las líneas del Girona, que aun con todo tuvo el empate en un barullo en el área. Witsel conectó un zurriagazo y la parada de Oblak fue antológica. Por reflejos y por la exhibición de potencia y fuerza en su brazo izquierdo para palmear el trallazo ajustado del belga cuando la pelota le había superado. Esa fue la única muesca del Girona en todo el primer tiempo, sentenciado cuando Gallagher culminó otra transición llevada de derecha a izquierda por el Atlético iniciada por Llorente con una virguería. El disparo del inglés, que había entrado por la lesión de Nico Gonzaléz, se coló en la portería de Gazzaniga tras tocar en Vitor Reis.
Liquidado el encuentro en los primeros cuarenta y cinco minutos, Míchel trató de mejorar la imagen de su equipo con la entrada de Asprilla. Se vio a un equipo con más brío, pero igual de expuesto y vulnerable cada vez que el Atlético se estiraba. Sorloth tuvo el gol en un buen cabezazo que no pudo esquinar. El noruego parece que se ha instalado ya como pareja de Julián Alvarez. El argentino anda reñido con el gol, pero agradece la presencia del noruego para poder ejercer de satélite cuando se descuelga a la mediapunta o al centro del campo. No es mala noticia para el Atlético que sin la mejor versión de su estrella en los últimos dos meses haya sacado muchos partidos adelante. Este le sirvió para enderezar su trayectoria fuera de casa, aunque necesitó de Oblak de nuevo para no pasar apuros en el tramo final. El esloveno le sacó un mano a mano a Alex Moreno, que reclamó un posible desequilibrio de Pubill antes de ejecutar el remate. Poco más tuvo el Girona, rematado en la última jugada por Griezmann después de una pared con Raspadori que evidenció la endeblez defensiva del equipo de Míchel.
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