Huracanes, plátanos, mercado e hipocresía
Sobrecogida la opinión pública española y europea por la magnitud del desastre de Centroamérica tras el paso del huracán Mitch (al escribir esta carta van contabilizados 5.000 muertos), resulta tranquilizador y hasta estimulante saber que el Gobierno ya ha enviado, en menos de 24 horas, ayuda a Honduras por valor de cien millones de pesetas. Sin duda el resto de naciones de la Unión Europea también dedicarán alguna mísera parte de sus abultados presupuestos a ayuda de emergencia con la que lavarse la cara (y las manos) ante la tragedia de nuestros hermanos americanos y ante sus votantes europeos. Lo que sin duda desconocen la inmensa mayoría de esos votantes es que las vidas perdidas en este holocausto podrían haberse salvado en un 95% si las condiciones de vida en estos países fuesen mejores. El sur de EEUU, así como la práctica totalidad del territorio japonés, sufren con la misma periodicidad e intensidad el mismo tipo de fenómenos naturales que afectan a Centroamérica. Sin embargo, en estos países apenas hay víctimas mortales, y cuando las hay rara vez superan la decena.En 1994, la UE impuso una serie de medidas proteccionistas a la importación de fruta centroamericana que hicieron que sólo en Honduras la salida de plátanos al exterior decayera en un 27%, siendo éste uno de los sectores vitales para la economía de la nación. Los efectos no tardaron en hacerse notar. ¿Nos imaginamos lo que significaría para Andalucía una caída del 27% en el sector turístico? Cuando vemos esas casas construidas en barracos que se lleva el agua, esas pésimas carreteras, hospitales, tendidos eléctricos, presas... o simplemente no las vemos porque no existen, debemos pensar en que el comercio a nivel mundial está dictado por Europa y EEUU, y que estos bloques imponen condiciones de libre mercado para sus productos, pero durísimos aranceles y restricciones para los de los países subdesarrollados, empobrecidos por este sistema, mientras a nosotros nos mienten con el credo neoliberal que luego no se sigue cuando no interesa.
¿Cuántos miles de millones, no cientos, hacen falta para restituir lo que entre todos hemos hecho perder a estas naciones? ¿No sería mejor que ese dinero hubiera estado desde hace cuatro años allí, distribuyéndose en forma de viviendas, infraestructuras, prevención... en lugar de llegar ahora una mínima parte en forma de una ayuda tardía, hipócrita e ineficaz, pues a los muertos no se les devuelve nada?-
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