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GENÉTICA

Descubren una nueva relación entre radiación y leucemia

La discutida relación entre las radiaciones sufridas por una persona y los trastornos genéticos de sus descendientes ha recibido una fundamentación novedosa por un equipo de científicos británicos. Experimentos con ratones les han permitido establecer por primera vez cómo la irradiación induce defectos cromosómicos en su esperma y, a consecuencia de ello, sus crías corren mayor riesgo de padecer leucemia.

El hallazgo científico promete avivar la polémica acerca de si las radiaciones ionizantes inducen leucemia en los hijos de las personas irradiadas. En particular, en Inglaterra se discute desde hace años si los casos de cáncer registrados entre los niños de algunos trabajadores de la central nuclear de Sellafield se deberían a la exposición de sus progenitores al material radioactivo.

En Francia se viene ventilando una controversia parecida a propósito de las leucemias notadas en las vecindades de la central de La Hague. En ninguno de los dos países los expertos han llegado a ponerse de acuerdo acerca del origen de los tumores.

Atentos a la previsible repercusión de su trabajo, los autores de la investigación se han apresurado a descartar que su hallazgo, por limitarse a ratones, pueda servir para explicar los cánceres infantiles surgidos en torno a las centrales nucleares. Hecha esta salvedad, han destacado que por primera vez se describe un mecanismo potencial por el cual la irradiación de los padres es susceptible de conducir a un aumento en el riesgo de leucemia de sus descendientes (en concreto, las posibilidades de desarrollar el mal se duplicaron). Entonces quedaría demostrado cómo los defectos genéticos inducidos por la radiación pueden pasar de una generación a la otra, se afirma en el trabajo publicado en la última edición del British Journal of Cancer.

Susceptibilidad

Los autores declararon a Reuters que "la radiación incrementa la susceptibilidad a la leucemia, pero otro factor, quizás un virus o algo heredado de la madre, se combina para causar la enfermedad". El anuncio vuelve a traer al primer plano de la actualidad científica las lagunas acerca del impacto a largo plazo de las radiaciones en la salud humana. La experiencia de Hiroshima y Nagasaki había asentado la noción de que sus efectos tumorales se hacían sentir después de dos o tres décadas. Pero la epidemia de tumores tiroideos en los niños de Chernóbil, ocurrida a tan solo seis años después del accidente, trastocó el panorama.

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