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Reportaje:

La lluvia dio un tono íntimo al día de Lorca

El mal tiempo obligó a suspender actos del centenario del poeta en Granada

La lluvia constante que cayó sobre Fuente Vaqueros (Granada) convirtió ayer el homenaje popular a Federico García Lorca en su centenario en un recordatorio íntimo. Guarecidos en las habitaciones de la casa donde nació el poeta, o en la iglesia parroquial y en el edificio que albergará el centro de estudios lorquianos, los que conocieron a Federico pudieron evocar antiguas anécdotas, intercambiar o corregir recuerdos, retrotraerse, en fin, a los viejos tiempos. Actores de La Barraca; Isabel Clara Ángeles, ahijada del poeta; Eulalia y Leonor Machado; Pilar López, hermana de La Argentinita, anduvieron todo el día por Fuente Vaqueros . Isabel García Lorca, que no pudo asistir, recordó por medio de un mensaje cómo su hermano, todavía muy joven, confesó que vivía «con la triste alegría de sentirse poeta».

La iglesia del pueblo, donde la coral Ramón Medina de Córdoba inició con un concierto por la mañana los actos del centenario, estaba discretamente llena, como en una función religiosa de un día ordinario. La fiesta de la noche, en la que iban a actuar 170 personas, y que fue suspendida, ganó en emotividad lo que perdió en grandiosidad y esplendor televisivo. En su lugar, la organización preparó un homenaje espontáneo al que se sumaron algunos de los artistas invitados.Ni los artistas ni Fuente Vaqueros se resignaron a renunciar a la celebración de la fiesta del centenario. «No vais a oír nada; no vais a ver nada, pero no quermos irnos sin echarle un piropo a este niño que nació hace 100 años», anunció el actor Juan Diego. Con dos antorchas de luz y un par de micrófonos -los equipos de luces y sonido fueron desmontados a mediodía-, poetas, cantantes y actrices saludaron a las 2.000 personas que se concentraron en la plaza y los hicieron vibrar sin apenas más medios técnicos que su voluntad. Cuando empezó la celebración ya hacía dos horas que había dejado de llover.

Isabel Clara, hija del pintor Manuel Ángeles Ortiz y ahijada de Lorca, entresacó ayer de la memoria restos del pasado que ella incluso había olvidado: «Fíjese de lo que me he acordado ahora. Después de la guerra me refugié en Buenos Aires y allí, quizá en 1945 o 1948, vino Margarita Xirgu a estrenar La casa de Bernarda Alba, que Federico no vio representar nunca. Quiero recordar que se levanta el telón y la Xirgu va a aparecer por una puerta para bajar al escenario por una escalera. Entonces, nada más salir, el público como un resorte se pone en pie y grita ¡Federico, Federico...!, así durante diez minutos, entre aplausos».

«Pero mi primera imagen de Federico es durante mi infancia. Mi padre estaba en París y él venía a casa, jugaba conmigo, así hasta los seis años. Lo sentía muy mío. Volví a verlo a los 12 años, cuando estrenó Yerma y Bodas de sangre. Era la primera vez que fui al teatro (...) Lo volví a ver cuando regresó de América, en Barcelona, en el estreno de Doña Rosita la soltera. Un día en 1936 yo iba caminando por la Vía Layetana y escuché a un vendedor de periódicos que gritaba que lo habían asesinado».

La bailarina Pilar López sintió la primera punzada de la emoción cuando escuchó al coro cordobés entonar las canciones que su hermana La Argentinita grabó acompañada por Federico al piano y evocó las imágenes del poeta. «Estas cosas no pertenecen a las familias, sino al pueblo», afirmaban Eulalia y Leonor, ahijadas de los Machado.

Isabel García Lorca, de 87 años, faltó a la cita. Temía, dijeron sus sobrinos Laura García-Lorca y Manuel Fernández-Montesinos, no resistir la conmoción del reencuentro, aunque en un mensaje escrito recordó que su hermano «nunca olvidó su pueblo, la Vega de Granada, donde pasó no sólo la infancia sino veranos de adolescencia y primera juventud. Este espléndido paisaje, con sus ríos, sus alamedas, donde tanto paseó y donde tanto escribió y meditó, está vivo en gran parte de su obra».

La tranquilidad casi extraña de la mañana sólo fue interrumpida por la llegada en tropel de los políticos, casi todos socialistas, que acudieron a la inauguración del edificio que albergará el centro de estudios lorquianos, entre ellos José Borrell, quien advirtió: «Lorca es patrimonio de todos, pero de unos más que de otros». En la sala principal la desorganización fue absoluta.Los amigos del poeta acabaron arrinconados en un lateral, los escoltas no dejaban trabajar a los periodistas gráficos y éstos empujaban.

«Como Lorca era poco protocolario», ironizó Fernández-Montesinos, «quizá esto es parte del homenaje. Al margen de eso, siento una emoción desbordante. Son cosas que uno sabe que van a pasar pero que hasta que no llegan no las sientes en toda su intensidad».

«Que nadie encierre a Federico García Lorca en ningún sitio porque es demasiado universal». Esta petición fue expresada ayer por el presidente del Gobierno, José María Aznar, en su visita a las obras de rehabilitación de la Residencia de Estudiantes, de Madrid, donde el poeta y dramaturgo vivió durante largas temporadas. Al ser preguntado si se sentía identificado ideológicamente con el escritor fusilado en 1936, el jefe del Ejecutivo comentó: «Algunos españoles se empecinan en que los demás discutamos sobre cosas que no tienen mucho sentido». Aznar señaló que «hoy (ayer para el lector) toda España se llama Federico» y agregó que «la poesía no tiene ideología, la poesía es espíritu, es belleza, es humanidad», informa Miguel Ángel Villena.

Por otra parte, cerca de un centenar de poetas, músicos y actores intervinieron ayer tarde en un festival de homenaje a Lorca en la Residencia de Estudiantes.

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