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LA SEGUNDA TRANSICIÓN CHILENA

"¡Misión cumplida!" exclama Pinochet en su despedida como jefe del Ejército chileno

Chile pasó ayer la página más negra de su historia contemporánea con la retirada del general Augusto Pinochet Ugarte del Ejército que ha dirigido durante los últimos 25 años. El ex dictador entregó el mando a su sucesor, el general Ricardo Izurieta, 28 años más joven, en un solemne acto celebrado en la Escuela Militar de Santiago. Pinochet reivindicó el golpe militar y la dictadura que presidió desde 1973 a 1990 con una afirmación rotunda: "Las instituciones armadas pudimos decir entonces: ¡Misión cumplida!" El hasta ayer general no irá a la cárcel, como piden sus detractores, sino que a partir de hoy pasará a ocupar un escaño vitalicio en el Senado chileno, para el que jamás fue elegido en las urnas.

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En las calles de la capital chilena, grupos de manifestantes an tipinochetistas y periodistas fueron apaleados por las fuerzas de carabineros.La histórica jornada desper tó una expectación enorme como lo atestigua la presencia de 500 periodistas y 3.000 invitados ante los que desfilaron 5.000 soldados de distintas unidades del Ejército. El presiden te de la República, Eduardo Frei, y el ministro de Defensa, Raúl Troncoso, presidieron la ceremonia en la Escuela Militar, el mismo escenario que tras el golpe militar fue centro de detención de los principales dirigentes del Gobierno de la Unidad Popular.

Pinochet fue el único orador. A pesar de que la derecha pinochetista suele insistir en la necesidad de mirar al futuro y no re mover el pasado, el ex dictador no resistió recordar su ascenso al poder, según su particular in terpretación: "En el devenir de nuestra historia fue generándose un estado de conflicto público, cada vez más extendido, agudo e incontrolable. Conflicto que llegó a afectar a la subsistencia de la patria misma, como nación libre y Estado soberano. ¡Eran evidentes las posibilidades de autodestrucción de Chile! Las Fuerzas Armadas, destinadas a asegurar y defender la integridad de la patria, debieron en esas circunstancias extremas pronunciarse. El Ejército y sus instituciones hermanas asumieron la conducción del Estado y se abocaron a la restauración de la institucionalidad quebrantada y a la reconstrucción social, política y económica del país".

El general que dirigió el sangriento golpe militar del 11 de septiembre de 1973, ordenó el bombardeo del palacio presidencial de La Moneda, acabó con la vida del presidente constitucional Salvador Allende, instaló un régimen de terror con más de 4.000 muertos y desaparecidos y despedazó la larga tradición democrática de Chile, ofreció ayer la imagen de un hombre decrépito, de movimientos pesados, con dificulta des verbales. En su despedida, no pudo contener la emoción cuando rindió "eterna gratitud a los cinco soldados que cayeron en defensa de su vida" -en el atentado de septiembre de 1.986-, o cuando se refirió a su esposa, Lucía Hiriart, "¡En ella he visto a la verdadera mujer del soldado! ¡Valiente y abnegada! "

Sus palabras fueron interrumpidas en varias ocasiones por los aplausos de los asistentes, a los que no se unió en ninguna ocasión el presidente de la República, Eduardo Frei, con semblante imperturbable. En cedidos elogios al "glorioso Ejército", a Ias notables virtudes que caracterizan al hombre de armas chileno" fueron el denominador común de su discurso. Ni un atisbo de reconocimiento de errores cometidos por un Ejército que se define a si mismo como "vencedor, nunca vencido".

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Fuera del recinto, rodeado de rigurosas medidas de seguridad, unos pocos centenares de fieles al ex dictador con banderas, pancartas y fotografías corearon repetidamente el nombre de "presidente Pinochet, presidente Pinochet".

Tono desconocido

Al término del acto, Ricardo Izurieta, nuevo comandante en jefe del Ejército, hizo su primera declaración a la prensa, en la que exhibió un tono desconocido en su antecesor: "Estoy muy emocionado. Ustedes saben que el Ejército es una institución fundamental de la República y pertenecemos a la sociedad civil. La sociedad chilena nos entrega la misión que tenemos que cumplir y esa es la misión que tengo hacer yo, conocer bien esta institución y hacer cumplir las misiones que nos fija la Constitución". La sola referencia a la sociedad civil establece una diferencia abismal respecto de Pinochet.Entre las valoraciones a la jornada destaca la del presidente del Partido Socialista, Camilo Escalona, para quien "se cierra un ciclo de lucha por construir una sociedad chilena en democracia", y recordó "el sueño del presidente Allende que fue frustrado por el implacable uso de la fuerza. Ahora el general Izurieta tiene la oportunidad histórica de restaurar la unidad nacional con un camino de reencuentro entre civiles y militares".

En la ciudad de Valparaíso, sede del Congreso, todo está previsto para que Pinochet preste juramento como senador en un acto que generará la protesta y el aplauso de sus enemigos y partidarios. Las autoridades han adoptado rigurosas medidas de seguridad y han recordado un reciente robo de explosivos en el norte de Chile.

Al anciano senador Pinochet le aguarda un futuro intranquilo, producto de la historia reciente de Chile. Ayer mismo parlamentarios de la coalición gubernamental presentaron ante la Cámara de Diputados la solicitud para la creación de una comisión investigadora sobre "la cuantía y el origen de los bienes personales del uniformado". Desprovisto del blindaje que le otorgaba la comandancia en jefe del Ejército, aunque conservará el paraguas castrense del título de "benemérito" Pinochet estará más expuesto a varias acciones judiciales abiertas dentro y fuera de Chile.

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