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Tribuna:COOPERACIÓN Y VOLUNTAD POLÍTICA
Tribuna
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El 0,7% de los pobres no está en los Presupuestos de 1998

PEPE MEJÍA y PABLO OSÉSLa ayuda oficial es inseparable de la ley de Cooperación, que hoy se debate en el Congreso

En los Presupuestos Generales para 1998 el Gobierno ha dedicado el 0,25% de nuestro producto interior bruto (PIB) a cooperación; es decir, la misma cantidad que en 1992 las fuerzas políticas y sociales coincidieron que era una vergüenza dedicar tan poco para los que no tienen nada. Desde el 0,7 -y estamos seguros que desde el conjunto de la sociedad- estamos convencidos de que esa mísera cantidad no cumple con el objetivo de aliviar la miseria mundial.En diciembre de 1995, los partidos se comprometieron -al firmar el Pacto por la Solidaridad- a dedicar, y con mucha calidad, el 0,5% de nuestro PIB en 1996 y llegar en la legislatura actual al 0,7%. Pues bien, este compromiso no se ha cumplido, o al menos no se refleja en los actuales presupuestos pomposamente presentados.

Todavía no hemos oído a ningún político protestar por este fraude. Tampoco hemos percibido en los medios de comunicación un recordatorio de este incumplimiento. ¿Es que las promesas se hacen para no cumplirlas? ¿0 es que nos podemos dar el lujo de incumplir con los más pobres del mundo con la seguridad de que no nos pasarán factura?

Queremos recordar que los partidos se comprometieron por "imperativo ético, social, político y económico de lograr el objetivo de erradicar la pobreza en el mundo mediante una acción enérgica de cooperación internacional". Además, manifestaron su "fuerte voluntad política de promover una solidaridad eficaz con los países empobrecidos". Si la pobreza mundial es una bomba de relojería contra la humanidad, cosa que nadie se atreve a negar, ni el presidente del Banco Mundial, ¿por qué no se lanzan a desactivarla? ¿Es que no es prioritario?

Ahora, en el debate de los Presupuestos, nuestros representantes políticos tienen la ocasión de hacerlo. La opinión pública estará atenta a su comportamiento y a sus incumplimientos.

Porque la necesidad de una cooperación fuerte y eficaz es aún mayor hoy que hace dos años. A las matanzas y hambrunas en Zaire, Liberia y Argelia hay que añadir el canibalismo por hambre en Corea del Norte, el crecimiento de la población mundial en 160 millones de personas -tanto como España, Italia y Francia juntas-, el aumento en. 100. millones de los pobres en extrema miseria y la -convicción de que es inevitable el colapso social y medioambiental de la humanidad.

Nadie quiere el humanicidio, pero nuestros responsables políticos parecen esperar a que lo eviten ¿los extraterrestres?, si es que hay alguno y llega a tiempo. Porque, además, España está en condiciones de cumplir con el 0,7 y más con la condición de que nos convenzamos de que es totalmente necesario. Desde luego, cuando dediquemos el 0,7% del PIB para los países empobrecidos aún nos quedará a los españoles el 99,3% de nuestros bienes. Es decir, prácticamente todos para resolver nuestros problemas de paro, exportaciones, sanidad, etcétera. Además, pensemos en la cantidad de artículos no indispensables que se venden en España.

Puede ser que, por ceguera, este año los partidos no se atrevan a dedicar una peseta más a la cooperación o que el PP se cierre en banda y, blandiendo el déficit, diga que prefiere que se mueran los pobres y se arme un carrajal en el Mediterráneo. Aun en esa hipótesis alicorta, se puede arreglar bastante la cooperación -sin que cueste una peseta más-, haciendo que el poco dinero que España. dedica a la cooperación sirva realmente a los intereses de los países pobres. Ya es hora de que nuestro dinero a la cooperación sea para lo que interesa a los países receptores.

La propuesta es que los 80.000 millones de pesetas -que en los Presupuestos de 1998 se fijan como cooperación mediante los créditos Fondo de Ayuda al Desarrollo (FAD)- se dediquen a una cooperación que verdaderamente erradique la pobreza. Como es conocido, los créditos FAD son unos créditos hipócritas que no sirven para aliviar la pobreza de los pobres pero que el Ministerio de Economía y Hacienda mantiene con uñas y dientes, camuflándolos de cooperación porque es una forma cómoda de fomentar las exportaciones.

En concreto, pedimos que estos 80.000 millones se distribuyan de la siguiente manera:

- 20.000 millones se dediquen a los pobres a través de las ONGD. Este año se están dejando de apoyar proyectos válidos de ONGD por y precisamente 20.000 millones. Aquí puede estar ese dinero.

- 20.000 millones se dediquen a condonar las deudas externas que más perjuicio causen a países muy pobres.

- 20.000 millones para programas de Naciones Unidas que más miseria quiten.

- 20.000 millones, por fin, vayan a aumentar la dotación de la Agencia Española de Cooperación Internacional, que es el organismo de la Administración central que se encarga de hacer los programas de cooperación.

El combate contra la miseria es una tarea de todos y todas, pero no basta con enunciarlo, hay que ponerse a la tarea. Los Presupuestos están aquí, es el momento en que los políticos pueden plasmar el clamor de la sociedad por una mayor y mejor calidad de la cooperación con los países empobrecidos.

Pepe Mejía es portavoz de la Plataforma de Comisiones 0,7 y Pablo Osés es representante del 0,7 en el Consejo de Cooperación.

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