_
_
_
_
_

Las heladas y las enfermedades reducen la vendimia de este año

La vendimia de este año es más floja que la del pasado. Las heladas del invierno y la enfermedad del oidio (especie de capa blanquecina que se agarra a las hojas y se conoce vulgarmente como cenizo) han ocasionado pérdidas de hasta un 25% en Arganda. La inestabilidad meteorológica también ha afectado a San Martín de Valdeiglesias, que está recolectando un 5% menos. Navalcarnero ha sido la zona que ha safido mejor parada, porque casi ha igualado sus cifras de 1996.

Los viticultores de Arganda temblaron al descubrir la llegada de cenizo a sus cepas. Y es que el hongo que da nombre a la enfermedad de las vides se comió poco a poco la fuerza de la planta justo en el instante de maduración de las uvas, el más peligroso a juicio de los expertos. "Si hubiese atacado con el fruto todavía verde, el hongo no hubiera podido reproducirse tan fácilmente y los resultados serían mucho mejores", aclararon algunos afectados. La variedad de uva de Arganda es la malvar (blanco) y la tinto fina. La garnacha y la tempranillo se recogen en las otras dos zonas.En Navalcarnero, si bien eloidio también puso en apuros a los propietarios de viñedos, las perspectivas son más optimistas. Este año se paga menos por el kilo de uvas: 42 pesetas con relación a las 49 del precedente, o tres pesetas por hectogrado (nivel de azúcar de la uva). La razón es el ajuste de precios -respecto a las comunidades cercanas de Castilla-La Mancha y Extremadura.

El panorama, poco alentador hace que cada año más familias dediquen a cuidar sus viñedos sólo los fines de semana. En Madrid hay 20.000 hectáreas de vides, de las que 11.700 están acogidas a la denominación de origen. El resto es propiedad de privados que elaboran vinos para consumo propio y no acuden a bodegas ni a cooperativas.

En la región, la vendimia está en pleno auge. Los viticultores de Navalcarnero llegaban a mediodía de ayer a las puertas de una de las principales bodegas de la localidad con el carro lleno de penas, por la angustia que les ha hecho pasar la climatología. Ahora las lluvias dificultan la recogida de la uva. " Bastante duro es doblar el lomo como para estar desde las ocho de la mañana hasta las siete de la tarde en un terreno embarrado donde cuesta mucho moverse", comentaba el propietario de casi un millar de vides en Navalcarnero.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_